Él la mira, ella lee nerviosa, mientras piensa; yasta aquí el pesao de los jueves. Que no me hable o le diré que soy muda y sorda también. Él, tira la colilla al suelo y se acerca muy ufano pensando, hoy cae a mis pies, rendida a mi encanto. Mientras, ha dejado atrás un pequeño incendio, en la hojarasca seca con su colilla de pacotilla. En esas está muy emocionado y enfrascado en lo que le va a decir a ella. Y ella, que sí ve el incendio que ya no es pequeño, llama a los bomberos y la polisia. Él, ya se encuentra frente a ella y le lanza una mirada de arriba abajo. Muy larga, porque ella es muy alta. Cuando detrás de su sonrisa de galán trasnochado y anticuado van a salir palabras, sólo palabras. (esto es de una canción que hara no identifico, pero me da la gana de poner). Pues eso, la chica lánguida ya no es muda ni sorda y grita: aquí, señor agente de la autoridad, él es el pirómano de colilla de pacotilla, que no me deja leer tranquila los jueves el horóscopo ni la cartelera del cine. El agente lo esposa y se lo lleva en su coche patrulla, de apatrullar por la ciudad. Mientras dentro, un supuesto galán llora mientras canta lobo hombre en París. La luna que lo oye, dice, yo me escondo detrás de una nube y hoy no oigo sus aullidos. La joven de periódico en mano, por fin liberada de su admirador no deseado, corre por el parque como si fuera Heidi pero sin cabritas. Y se une a una maratón que pasaba por allí. Muy fin🙄

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