Mi imaginación satisface el deseo de tu voz. Parece ser la única opción por hoy. La última vez fuimos univocidad. Solo me sustenta esa sensación. No sé por qué hago que esto sea un tú-yo y no amor y solo amor. Sé muy bien que estoy en tus brazos siendo tus brazos, pero aun así hay algo que quiere seguir distraído. Sediento de tu calor mi corazón como aquel gaznate seco que se vuelve influjo y hace arribar a uno en un pub. Si cierro los ojos y preguntome, en verdad quiero disipar todo malentendido, empero siempre encuéntrome como hacedor de tantas estupideces y el seguir frecuentándolas es mi espina en el ojo, mi nudo, mi duda. Aléjome, así, de ti. Que tu mente, oh amada mía, no tergiverse estas diáfanas palabras que te dedico, pues no es semilla de desesperanza, es solo que no quiero ser lindas palabras. No busco ser el paraíso de Adán (estructuras, de las más placenteras, de una ilusión) quiero ser alma desnuda ante tus oídos -porque en mí estás y me es imposible el mentir- quiero ser amor, aquel verdadero amor que no deja sellar su atención en otra cosa que no sea en el recordar, con gratitud, esta oportunidad de experimentarnos. Y con la embriaguez que en mi cuerpo y mente yace por tus más suaves y abrigadoras caricias, despertarme día a día hasta el gran languidecer.
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