
Comencé a subir mi escalera en compañía, en los brazos de mis padres, los que me fueron llevando escalón a escalón junto con mis hermanos, hasta que pude ponerme en pie y subir mis propios escalones, pero todavía de su mano; de ella, pasé a la mano de mi hermana, siempre atenta a mi, con su dedicación y atención, me ayudó a subir unos cuantos escalones más, hasta que pude soltarla y seguir sola mi ascenso; por mis escalones, fui dejando atrás amigas, vecinos, profesores, mascotas, jefes, compañeras, familiares, muchos conocidos; algunos continúan subiendo hoy sus propias escaleras, otros ya pisaron su último escalón y solo queda de ellos el recuerdo en las escalera de otra persona.
Y yo seguí subiendo, y llegue a un escalón especial, al escalón donde lo conocí y decidimos subir juntos la misma escalera, y superamos escalones de celos, de distancia, de enfados, de discusiones que parecían interminables; pasando luego por los escalones del perdón, del compromiso y de la convivencia; y así llegamos un día al escalón de la paternidad, en que fuimos tres y comenzamos a subir con nuestra bebé en brazos, con nuevas dificultades, con nuevos miedos y nuevos desafíos; hasta que pudimos soltarla, para que comenzara su ascenso a su manera, aprendiendo a subir sola escalón a escalón.
Y nosotros hoy, seguimos unidos en nuestra escalera, avanzando, superando la subida a veces con valor y otras veces con temor, pero seguimos devorando escalones con nuestro amor y siempre de la mano, desde aquel día, que decidimos subir juntos nuestra escalera.
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