Aquellas pequeñas cosas

Aquellas pequeñas cosas

Naya carrasco

08/09/2022

– ¿Estás escuchando?- le dijo a su mujer.

– Sí, la abuela otra vez… No para de llorar desde hace una semana… Todas las mañanas igual. – Movió la sábana hacia un lado con la idea de levantarse – Ayer le dijo a Alfonso que echaba de menos el mar, el olor y el sonido de las olas… También le preguntó por la perra, que dónde estaba, que si le habían dado de comer después del paseo… al momento cayó en su confusión… Es que tiene esos momentos en los que sube y otros en los que baja…

No consigo entenderla… A mí me comentó algo del monte. Parecía ensimismada… No sé, tiene muchos recuerdos en la cabeza y ya se le amontonan. Sus neuronas no funcionan como antes. Creo que le rondaba un sitio en concreto, quizá algún camino de Galicia, donde vivió aquellos años tan bonitos. Allí hay paisajes preciosos, ¿será eso?

– No sé… igual tenemos que buscar una solución para el año que viene… Venga, levantate! me doy una ducha y preparamos el desayuno, a ver si así se anima. – Propuso él abriendo la ventana y dejando pasar la luz de la mañana de agosto.

– Bueno, no te preocupes.- añadió ella volviendo al momento presente – Es cansado, pero tampoco me sentiría bien dejándola en cualquier lugar donde no la cuiden; aquí tiene sus cosas, está con nosotros, con los niños…Últimamente le gustan las fresas para desayunar, el otro día me pidió moras…

Se arrastró hasta la cocina y encendió la radio.

Abstraída en sus pensamientos, colocó la cafetera en el fuego, que pronto inundó con su aroma la casa. Él atravesó el pasillo atusándose el cabello mojado, entró en la cocina y retomó la conversación.

– He pasado al lado de su habitación y no se escucha nada, parece que se ha vuelto a quedar dormida.

– ¡Ay, pobre mujer! A ver si conseguimos que nos aguante un año más…pero, claro, más allá de los 100, ¿qué queremos?, si está estupenda…

Finalmente se decidieron a levantar a la abuela.

Era todo un trabajo porque había que izar las persianas despacito para que no le molestara la luz. Luego le preguntaban si se encontraba con ánimo, si había dormido bien. 

No harían alusión a aquellos lloros matutinos. La tratarían como si todo fuera normal, evitando su tristeza. Pensaban que eran jugadas de su mente, estropeada ya, después de tantos años.

Cumplido el protocolo, la nuera le ayudó a incorporarse y la dirigió hasta el baño. A la abuela le gustaba que la arreglaran antes de desayunar, no soportaba eso de estar en pijama como una enferma, ni en camisón, con la batita. Solía insistir: ”No hija, primero me lavo la cara, me ayudas a peinarme y me pongo mis cremas, me visto y me calzo mis zapatos, nada de zapatillas de estar en casa, que eso es de vieja”. 

Cuando ya estuvo toda mona, la llevó a la cocina. La abuela se tomó su café y, a regañadientes, su alijo de pastillas; aunque ella no quería, las tenía que tomar. Mientras tanto, la radio sonaba de fondo.

En una de esas, la abuela protestó: “Hijo, apaga la radio, anda, que no dan más que malas noticias, y ya estoy cansada de escucharlas”. Dio el último sorbo a su café y decidió, definitivamente, tragarse aquella melancolía.

Fuentes:

Imágenes: Fotografías de producción propia, tomadas en agosto de 2022 en la provincia de A Coruña. 

Audio 1: RTVE. Radio 5: Cómo trabaja una brigada de extinción de incendios. (5/8/2022)

Audio 2: RTVE. Incendio intencionado en Verín, Pontevedra. (4/8/2022)

Audio 3: RTVE Litus versiona en directo Aquellas pequeñas cosas, de Serrat, en el programa «España, vuelta y vuelta». (18/8/2022)

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