TODOS ESTAMOS LOCOS

El lenguaje es la profunda franja de una poco ilustrada e infinita continua formación placentera para la manifestación verbal de nuestros recuerdo y emociones, con una franja estrecha entre la locura, la fantasía y la realidad, la brecha se rompe al momento de ser verbalizado al existir. El lenguaje es tan complejo, pero sin percatarnos de ello, estamos en un proceso de constante evolución, pero por un desentender, poco ven el progreso de manifestaciones evolutivas del propio lenguaje, cambiando por completo los significantes de manera constante.

La necesidad de comunicarnos es tan importante como la necesidad de comer, dormir y tomar agua, sentirnos parte de un ambiente, de un círculo, de una conversación y ser dotados del valor del habla nos vuelve totalmente egoístas con el oyente, sin detenernos a establecer la comprensión de nuestras palabras, no por el poco entendimiento del sujeto, si no por los esquemas previos manifestados sobre su lenguaje, la necesidad de querer parlotear, no solo hablo del mero acto de generar una vocalización con entendimiento ante el Otro, es tan importante ser idolatrados que nos eleva al egocentrismo. Ser el centro de toda atención nos invita a crear todo hecho de sucesos, creando historias distorsionadas con el tiempo con consecuencias que se puede acarrear, sucesos inventados para ser escuchados, como idea principal al corregir a los niños o fabulas de la noche, todas son historia de cualidades únicas de invención, siendo grandes ideas para enriquecer la fantasía más que la invención de llenar la irrealidad, es aquí donde se puede crear una tan concreta y tan irrelevante idea que genera cambios, creando y creyendo estas farsas, incluso llegando a mentir de la percepción de lo material del suceso, lo irreal de lo material no es malo, cuentos o historias de fantasía son un escape del aburrido mundo material y creando realidad desde lo irreal pero siendo descritas desde un inicio como fantasía, el deseo de generar una polémica incrédula sobre la noción de lo material, sembrando dudas y creando esquemas de la invención ficticia llevados a una estructura delirante, al llevar la fantasía al mundo de lo material, entendiendo que lo material es fantasía y el mundo de lo real es la mente, el entendimiento y el ser entendidos deberían ser marcas obligadas para una mejor evolución y comprensión del lenguaje, pero solo se fragmenta el ingenuo, el libre entendimiento, creando pensamientos autocríticos sobre sucesos ficticios al desembocarlos pero sin preservar la autenticidad y descripciones del suceso inicial, llevarlo a un proceso de aprendizaje distorsionado, creando el mundo material de acorde al pensamiento. La forma de ver al mundo no es completamente propiciada por nuestra autenticidad del ser, es más como un saber colectivo, lo que se sabe es lo que nos relatan, la completa autonomía del ser es mera ficción, el libre albedrio es cultura, respondemos mediante el contexto, las decisiones son tomadas mediante la experiencia vivida, el instinto, los genes y lo actual.

El cambio de la estructura del pensamiento es modificado por el entender, el pensar y hablar son contraposiciones, ambos se entrelazan, pero no se comprenden, lo que es pensado no puede ser hablado porque modifica la realidad del enunciado y pasa a lo irreal. También está la modificación de la palabra para conveniencia del receptor, como un recurso de falsa empatía obligatoria al efecto del receptor, al no expresar la verdad del suceso, si no modificando y creando una mentira, llegando a la costumbre de ella. Una sociedad acostumbrada a la obligación empática, a la nula libertad de la palabra, a la poca comprensión del entendimiento, la corta evolución del lenguaje, a la mentira o la verdad modificada, es una sociedad con cicatrices desde sus cimientos, justificados por la formación del proceso evolutivo del corto cambio y rechazo constante a la real comprensión, manifestando que “La real comprensión no existe, existe la subjetiva comprensión”.

En una conversación está: “el emisor, el anunciado y el receptor”, eso es lo esencial y básico enseñado, existiendo muchos más componentes que puede variar en una conversación que modifica el anunciado. Por ejemplo: El nivel de atención del oyente, la comprensión de las palabras o de la oración, la cultura y el simbolismo que le damos al adjetivo, las emociones de lo enunciado e incluso el escenario sobre lo relatado y lo dicho anteriormente escrito. Cada persona tiene un significante único, pero un significado colectivo, explicado en otras palabras: Un lápiz o pluma le podemos dotar de un simbolismo, significado y significante propios del esquema subjetivo del ser individual, pero a la vez ese significado se ha universalizado para modificar el significante del simbólico, generando concepciones distintas de la interpretación, pero con el mismo propósito, llegar a la comprensión global de la descripción del mensaje a nuestro entender. La comprensión de las palabras del emisor difiere al significante proporcionado por el receptor, la cultura tiene un manejo de amoldar esta información, por eso hay diferentes significantes para un mismo simbolismo y creando un significado colectivo universal. Al variar un significante de adjetivos u oraciones dentro de una conversación que se tiene con la contraparte, se detona de todos estos elementos previamente explicados, la memoria tiene un punto crucial en la desembocadura de la palabra, no se puede exhibir la memoria en palabras, pero si las palabras en memorias con distorsión, cambiando los sucesos y recordando la última vez recordado. La complejidad del lenguaje no se trata sobre el proceso de pronunciar una silaba, un consonante, una oración, se trata de la estructura de una falsa empática obligatoria y el nivel del recuerdo proporcionados por los detalles de la luz del resplandor de nuestro cerebro con lo previamente dicho al describir un suceso, se habla desde nuestros esquemas, desde el pensamiento concreto de los detalles que visualizamos para explicar el acontecimiento, omitiendo otra perspectiva del hecho y contado por el Otro desde detalles diferentes a los que se visualiza en primera instancia, cambiando la comprensión de lo explicado desde la subjetividad del comunicador.

El ser parlante crea la constante contraparte que podría estar escuchando con la misma emoción desenfrenada del hablante, se piensa de manera subjetiva y egoísta, que el propósito y solo el motivo de la existencia de esa contraparte sea “escuchar lo que tenemos que decir”, es casi como una obligación expresar y ser expresado, siendo un desinterés totalmente único en la contraposición de la propuesta del mandatario. La contraparte también quiere expresar manifestando sus pensamientos modificados por el habla como un proceso del anunciado descomprimido por la comprensión, siendo fragmentado al pasar por varios filtros como: la moralidad, la ética, la memoria, el sentido del audio, la comprensión del significante, los esquemas propios de la palabra, entrando la cultura y la formación individual sobre dicha conversación.

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