Intento unir mis pedazos, bebiéndomelos a sorbos. No hay minuto del día en el que mi mente descanse, ni siquiera mi cuerpo cuando por la noche veo las hora pasar y me hago la dormida. Y yo que creo que estoy en el mejor momento de mi vida, de verdad ¿Será esa la mentira que me quita el sueño? O serán los fantasmas de mi pasado los que no me dan tregua y me arrebatan la paz. La música a todo volumen, la vida a mil por hora, creo que me estoy acostumbrando a eso de no parar. No quiero escuchar mi silencio pero mi alma me susurra y cada vez la siento como un grito desgarrador que casi logro enterrar. Quizás creyéndome valiente fui lo bastante cobarde como para creer que me pude engañar. Los días, los minutos, las horas y los segundos no dejan de contar y con ello traen de vuelta la tormenta que no quise atravesar. Dime vida ¿Que es lo que hice mal? ¿Por qué busco anestesiar mis entrañas creyendo que así se logra olvidar? Y no, no hablo de hombres, hablo de amor, todo ese amor que jamás supe dar. Y la verdad que sí en mi reside un instinto animal, que se pierde entre tinieblas y placeres efímeros que me hacen sentirme muy cerca de la eternidad. Tengo un hambre voraz que con mucho ni se sacia. Reconozco que me disfrazo de presa aunque eso es tan solo mi antifaz. Cuando alimento demasiado mi oscuridad recorro mil caminos que nunca sé dónde me llevarán pero lo cierto y lo crudo es que me hacen sentir muy viva, tan cerca de la muerte como de la vida. Y cuando intento ser normal, soy como esa flor a la que se dejó de regar. Ojalá algún día pierda el norte encontrando mi camino, ojalá algún día ame a alguien con la misma intensidad con la que amo vivir la vida.
OPINIONES Y COMENTARIOS