Sigo caminando bajo este sol, mi piel tostada es testigo de los años que han pasado. El suelo bajo mis pies está agrietado ¿cuánto tiempo más durará esta sequía? 

Caminé incontables kilómetros esperando encontrar aquél oasis del que tanto hablan. No pude hallarlo, en cambio, me topé con espinas y cardos, cactus y arena… más y más arena.

Por las noches el frío helaba mi cuerpo y aun cuando las estrellas brillaran intensamente solo podía pensar en la sed que me quemaba la garganta, en la distancia que me faltaba recorrer, en la cobija que deseaba tanto tener.

De haber podido, me hubiese transformado en estrella, en ave carroñera o en polvo y arena. De esa forma, cerquita del cielo o llevada por el viento, no me habría importado nada más.

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