Mis medidas no son 90, 60, 90, pues soy de caderas anchas y mi cuerpo en general no es esbelto, ni mucho menos perfecto; mis tobillos y muñecas son tan finos que no se proporcionan con el resto del volumen de mi cuerpo; no tengo un pelo brillante de anuncio, ni una cara de ensueño; mis manos están secas y arrugadas; en mi piel, en general, se me marcan las venas como un mapa de carreteras y mis ojos comienzan a rodearse de arrugas.
Y a pesar de todo, tu amor sigue creciendo entre los escombros de mi cuerpo y no llego a comprender tus incansables:»te quiero».
Porque no sólo no te fijaste en mis defectos e imperfecciones, sino que las bendecistes y abrazastes; porque no te importaron mis medidas, mi volumen o los años de mi cuerpo; porque si mi pelo esta revuelto, tu te enredas en él para perderte un poco más en mi; porque las venas de mi piel, son las carreteras por las que te gusta viajar una y otra vez sin rumbo fijo; porque son pocas las arrugas de mis ojos, si las tengo que comparar con las ocasiones en las que me haces reír y sentirme feliz.
Porque eres mi caballero de brillante armadura, el que me rescató de la torre, el que con un beso me despertó a la vida; al que no le importa que sea rebelde, inquieta, nerviosa, revoltosa, diferente, dudosa o defectuosa; eres el príncipe que derrotó a todos mis fantasmas y me hizo creer que los amores eternos existen.
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