Nunca enciendas la luz

Richard siempre dijo que había un monstruo en su cuarto pero lo curioso es que a diferencia de los niños comunes , nuestro chico nunca pidió que le dejaran dormir con la luz encendida. Así pasó mucho tiempo y Richard seguía durmiendo con la luz apagada y todo iba bien. Sin embargo un día su madre sintió unos ruidos extraños en el cuarto de Richard. No lo pensó mucho y entró a la habitación de su hijo, no notó nada fuera de lo normal. Así que decidió acostarse en la cama con su hijo ,por si acaso, hizo bien porque esa noche pudo ver sombras correr por el techo de la habitación, escuchó ruidos en el armario y toda clase de cosas extrañas. Impotente ante algo que no podía ver, ahogó sus gritos y abrazó fuertemente a su hijo creyendo que no vería la mañana del día siguiente. Para su sorpresa amaneció el otro día y ella despertó. Miró fijamente a su hijo y lo abrazó, supo en ese instante que todo estaba bien. Sabía que todo había sido real, no había en su cabeza lugar para dudas y no dejaría que le hicieran daño a su hijo, nada de este mundo ni del otro dañaría a su pequeño. La madre preocupada fue a ver su hermano, él era experto en estos temas; si alguien podía ayudar era él. Richard no pudo evitar mostrar su alegría cuando vió a su tío, lo abrazó y lo besó; eran muy cercanos. El pequeño cuando fue interrogado dijo no haber notado nada fuera de lo normal en su habitación la noche pasada. Sin embargo se escondió detrás de las cortinas para escuchar la conversación de su madre y su querido tío.

Los dos hermanos acordaron que debían dormir en la habitación con Richard esa noche y con su vasta experiencia, el tío Frederick expulsaría a lo que sea que había en esa habitación. El pequeño al oír esto se aterrorizó, dado que el había hecho un trato de convivencia con el monstruo de su habitación. El trato consistía en que no buscaría a nadie que lo molestara y que bajo ninguna circunstancia encendería la luz mientras el monstruo estaba en la habitación. Allan (así se hacía llamar el monstruo) le había perdonado el hecho de que lo habían importunado ayer pero había aclarado que no le perdonaría una más. Richard rogó a su tío, le contó inclusive hasta pataleó y mordió. Sin embargo Frederick con su «vasta experiencia» determinó que había que sacar al monstruo de la habitación. Al llegar la noche, obligaron a Richard a entrar al cuarto, su tío comenzó a hacer sus extraños rituales y la madre se limitó a abrazar y a acallar a su hijo que no paraba de gritarle a su tío que se detuviera. Las gotas de sudor frío corrían por la frente del muchacho y cuando vió a su tío acercarse en medio de sus estúpidos rituales al interruptor de la luz; nuestro chico gritó con todas su fuerzas:

—TÍO, POR FAVOR NO ENCIENDAS LA LUZ, TE LO RUEGO.

Luego hubo luz y hubo silencio. El siguiente día, fue uno de esos días atípicos en que nada es igual. De más está decir que fue un día muy atareado para el padre de Richard, el pobre tuvo que organizar 3 ceremonias fúnebres, mientras ahogaba sus llantos de culpabilidad por no haberse percatado de que había algo raro en la habitación de su hijo …

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