MÚSICA Y PALABRA. Semana Santa en Zamora.

MÚSICA Y PALABRA. Semana Santa en Zamora.

MÚSICA Y PALABRA.

Desfile sereno de infantiles corazones excitados. Despacio, muy despacio

se quiebra el silencio. Como se rasga la noche con cada amanecer.

Como la primavera se adueña de invierno. Despacio…

Lentamente, el inerte ejército se alza. Y avanza. Despacio…

Tierna cadencia al compás de las notas anheladas.

Y camina abriendo estrechas callejuelas. Y conquista los oscuros torreones de mi alma.

Canta el viento: Negras, corcheas, blancas…

Hasta la Madre atormentada dibuja en su mirada la esperanza: Armonía

de resurrección; pentagrama de victoria frente a la muerte proclamada.

Un redoble. El tambor me llama. El Hijo me confía su palabra: sss… Escucha..Siente… Vive…

La música te habla.

Suena Thalberg indicando el camino

del Calvario. Suena Thalberg, y la Cruz pesa menos sobre el hombro malherido.

El Dolor de una Madre se hace dueño de todos los lamentos…

Y Zamora (un pueblo entero, agradecido) sostiene el peso del Nazareno de San Frontis, de Quintín, de Pedrero…

Suena Thalberg, y cada zamorano arranca los Clavos asesinos.

Suena Thalberg, Cucifixión, el Héroe muerto…

El Cristo del Perdón aún clama al cielo: ¡Perdónalos! ¡Perdónalos!

Quizás se nos está acabando el tiempo.

Suena Thalberg, Nuestra Madre…

Y la Soledad camina acompañada

por mil ojos que buscan en ella

la Esperanza.

Suena Thalberg… Y un piano solitario,

huérfano de viento se lamenta: esas

notas eran mías, hijas de mis dedos.

Suena Thalberg… ¡Y la Marcha Triunfal!

Y el piano, arrepentido, hace suya

la victoria: Cordero de Dios, Cordero de Dios,

tu palabra, mi gloria.

ESPÍRITU SANTO.

Ya tañe la campana.

La Calle de las Huertas

se hace pasado.

El Sillón de la Reina

espera el regreso de su dueña:

Urraca, soberana de la Plaza

Bien Cercada, inconfesable

amante del hermano

que, asido a la traición,

mancilló hasta las aguas

que me abrazan.

Ya se abre

la Puerta del Mercado

solicitando el perdón

al Cristo crucificado:

Danos Señor misericordia;

que el Espíritu Santo

sea el adalid de nuestra Gloria.

PALABRA DE LUZ.

Yo soy la luz. Y la vida.

Yo soy canción. Soy verdad.

Soy verso de tú poesía.

Soy principio sin final.

Yo soy la mano tendida…

Yo soy lo que tu me pidas:

Tu rebaño, tu pastor…

Si quieres… Si tu quieres

soy el amante

(y perdona mi osadía)

que espera el fin de los días,

el regreso de tu amor.

.

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DOMINGO DE RAMOS.

Caen derrotadas las murallas…

Humildes ramos de laurel, doradas palmas

engalanan las ventanas.

Invencibles mesnadas infantiles

toman cada calle, cada plaza:

San Torcuato, Santa clara,

Rénova, Sagasta…

Repican las campanas.

Chirrían las cornetas.

Ordenan los tambores «ordinaria».

Y la «borriquita» lenta, lenta.

Y Jesús, agradecido y sonriente

me regala su mirada.

Y Zamora entera, humilde como el laurel,

humildes salmos le canta:

Cordero de Dios. Cordero de Dios.

No soy digno de que entres en mi casa…

LUNES SANTO.

San Lázaro le despide.

Níveas capas le acompañan.

La Feria abarrotada, enmudece,

se convierte en un desierto.

El Riego se hace montaña.

Una, dos, hasta tres veces tropieza…

Y hombros zamoranos sangran

bajo la bendita mesa.

Toda Zamora le empuja.

Toda Zamora le alza.

Toda Zamora le espera…

Hasta callan las cigüeñas

cuando Dios llega a la plaza

Oración de despedida:

la Virgen de la Amargura

al hijo pide piedad.

-¡Que canten amada madre!

La muerte no es el final.

BUENA MUERTE.

San Vicente cuenta estrellas.

La luna besa a San Juan.

La Buena Muerte camina

buscando ya Balborraz.

La vieja calle empedrada

se olvida de respirar.

Se olvida que fue judía,

otro tiempo sarracena…

Hasta el olvido se olvida…

Y sólo quiere olvidar

la pena que la atormenta.

Calle Zapatería.

Cima de San Cebrian…

Y entre las dos el silencio

que canta Santa lucía.

Mortecinas teas brillan

rasgando la oscuridad…

El Arco de Doña Urraca

ve a Jesucristo pasar

mecido sobre el madero

(anuncio de eternidad)

…Y hasta el fantasmal espectro

de la reina que no fue,

lanza plegarias al cielo

buscando en la negra noche

la luz de Jerusalén.

MARTES SANTO.

Río Duero, río Duero,

nadie a acompañarte baja…


Hoy Zamora asalta puentes,

conquista aceñas y playas…

esperando al Nazareno

precursor de la Esperanza.

Nazareno campesino

(labrador de humanidad)

humilde blanco de lino,

morado de catedral.

Más allá de las montañas,

más allá del ancho mar,

dónde se pierde el recuerdo,

dónde se escribe el final,

el añorado poeta

su verso quiere cambiar.

El Duero ya lo divisa,

sereno, amigo, inmortal,

y al buen Gerardo suplica:

tu poema es mi palabra,

tus versos son mi verdad…

¡No me los robes jamás!

Todos estos que hoy dibujan

mis arboladas riveras

apenas sufren por mí…

¡Pero todos son mis hijos!

Y hoy todos mis hijos lloran

por el triste Nazareno

que ya mis puentes corona.

Allá, perdido en el cielo,

Gerardo vuelve a escribir:

Río Duero, rio Duero,

nadie a acompañarte baja…

Más, no pierdas la esperanza.

Hoy todos los zamoranos

componen sobre tus aguas

las más hermosas palabras:

Nazareno compartido,

Nazareno de arrabal.

Nazareno de San Frontis.

Nazareno, ten piedad.

SIETE PALABRAS.

1. «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.»

2. «Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso.»

3. «Mujer, ahí tienes a tu hijo. […] Ahí tienes a tu madre.»

4. «¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has abandonado?»

5. «Tengo sed.»

6. «Todo está cumplido.»

7. «Padre. en tus manos encomiendo mi espíritu.»

MIÉRCOLES SANTO.

Silencio. Silencio.

Atrio de la catedral.

Silencio.

Injuriado: inhumana perfección.

Perfecto silencio.

Piafan las monturas inquietas,

asustadas por tanto silencio.

Un lamento:

Un chelo llora.

Silencio.

Los clarines llaman al silencio.

Los hermanos se arrodillan:

juramento.

Sordos tambores.

Silencio.

Toda Zamora suplica:

Silencio. Silencio. Silencio…

CAPAS PARDAS.

Allí,

donde el Duero se despide

de la perla amurallada.

Allí,

donde el Romance cantara

trovas de sangre y de muerte,

muerte y sangre zamorana.

Allí,

donde el tajamar

aún desafía a las aguas…

Allí

encontraré mi amparo:

humilde y cálido paño,

pardas capas,

capas pardas alistanas.

La torre del Salvador

será el eterno testigo

del silencio, del dolor

(lamento de bombardino)

Y en lo alto del castillo

el anciano Arias Gonzalo

de nuevo llorará a sus hijos,

y al Cristo Crucificado.

Y rogará:

Misericordia, Señor, Misericordia…

Aunque no la merezcamos.



COPLA ZAMORANA.

Verde, como el trigo verde…

Adiós mis queridas Dueñas,

parece decir la Virgen…

Cabañales entristece.

¡Ay pena, penita, pena!

El viejo puente de piedra

por ti se rebelaría,

sus arcos arruinaría

para impedirte marchar.

El Duero canta profundo,

acaricia el tajamar,

y en un susurro recita:

déjame verla pasar.

¡Ay! plaza de las milicias,

cuna de mi libertad…

La giralda te desea.

El Guadalquivir te envidia.

Toda Sevilla suspira

porque fueras macarena.

Pero eres zamorana,

Esperanza de mi vida,

aunque huelas a olivar…

Yo me quedo en esta orilla

sabiendo que volverás.

Camina Esperanza mía

Camina… Te esperan ya…

En Balborraz «la Saeta».

«La Salve» en la Catedral.

ROMANCE TRISTE DE JUEVES SANTO.

Recuerdo…

Que la Santa Vera Cruz desfiló ayer…

Cofradía de alta alcurnia,

Hermandad de historia antigua,

morado de atardecer.

Recuerdo…

Que la Santa Vera Cruz desfiló ayer…

La Santa Cruz, Lavatorio (pies sagrados,

huellas de amanecer)

Última cena… ¡Traición!

Sudor de sangre,,,

La duda entre peremne oración.

Recuerdo…

Que la Santa Vera Cruz desfiló ayer…

Prendimiento, y la ira del buen Pedro

buscando la libertad,

anunciando con su acero

la voz de la oscuridad.

-Tranquilo- dice el Maestro

comenzando a perdonar.

Recuerdo…

Que la Santa Vera Cruz desfiló ayer…

Manos limpias… Sentencia sin sentenciar;

cobardía imperialista ante el clamor popular…

Muchedumbre enardecida…

Cruel Coronación de espinas…

Burlona Flagelación.

Ecce Homo, soledad, resignación

ante la vida cumplida…

Anuncio de la verdad.

Recuerdo…

Que la Santa Vera Cruz desfilo ayer…

El barroco Nazareno vislumbra ya su final:

la muerte que habrá de darnos

la gloria, la eternidad.

Recuerdo…

Que la Santa Vera Cruz desfiló ayer…

Y la Madre Dolorosa no dejaba de gritar:

¿Y mis notas? ¿Y mi aliento?

¿Y mis niños? ¿Dónde están?

¡Sin ellos estoy perdida!

¡Sin ellos no se llegar!

Recuerdo …

Que la Santa Vera Cruz… ¡No!

Sólo recuerdo a Zamora

viendo a la Virgen pasar…

Sólo recuerdo a la Virgen

viendo a Zamora llorar.


GETSEMANÍ.

Dudas de hielo y de sangre:

De hielo que corta el alma,

de sangre que te desangra.

¡Padre! ¿Por qué? ¡Padre!

Duda el Ángel escondido

entre ramas centenarias.

Duda el silencio, el olvido,

el recuerdo, la palabra.

Duda el sol en rezagarse,

y no traer la mañana…

«¿Para qué? si cada tarde

de nuevo he de ser vencido.»

Sabes: yo también dudo

de tu bondad, de tu nombre.

Si dudó tu propio hijo…

¡Que no voy a dudar yo!

Que tan sólo soy un hombre.

Y aquí sigo,

entre dudas navegando.

Pero puedo asegurarte,

sin temor a equivocarme,

que caerá la hoja del olivo

y tu seguirás dudando…

YACENTE.

-¿Y esas cruces?

-Las de Cristo. Hijo. Las de Cristo.

-¿Acaso es que cargó con más de una?

-Con la de todos. Hijo. Con la de todos.

-¿Quien empuñó el martillo para herirle con los clavos?

-Todos. Hijo mio. Todos.

-Y la corona de espinas…¿Quien la puso en su cabeza?

-Todos nosotros. Hijo. Todos.

El niño calla. Y escucha:

Miserere penitente.

-¡Mira! ¡Padre!-se sorprende…

El invencible guerrero

de su pedestal desciende

para suplicar perdón,

para cantarle al Yacente.

VIERNES SANTO.

Las cinco de la mañana…

Suena «Thalberg».

Se inflaman los corazones.

Las puertas de San Juan se rompen.

Se estremecen las murallas

de mi amada «Bien Cercada».

Las cinco de la mañana…

Suena «Thalberg».

Cada nota, una lágrima.

Cada mirada, un hermano.

Cada cruz un estandarte

de victoria zamorana.

Las cinco de la mañana…

Suena «Thalberg».

La noche se desvanece.

Zamora entera compone

un pentagrama de llanto.

Escucha «Thalberg»

lejos, muy lejos

dónde el tiempo se detiene;

y acaricia su piano.

Y en la eterna partitura

anota a Dios, suplicando:

Quiero volver a nacer.

¡Y quiero ser zamorano!

Para ver amanecer

caminando hacia el Calvario.

LA ELEVACIÓN.

Ya se quiebra el tiempo…

Y el espacio.

El ángulo asesino

rasga el cielo

Se estremecen

los cómplices espartos…

Las manos sangran.

San Juan reza, arrodillado.

La Madre urge a la muerte:

Termina ya, por piedad;

ya no tengo fuerzas,

ni lágrimas que ofrecerte.

Sonríe la Negra Dama,

altiva, vanidosa,

ante el triunfo acariciado…

Ignorante de su próxima derrota



ÚLTIMAS PALABRAS.

Perdónalos Padre…

Más, no sólo por su ignorancia.

Perdónalos…

porque ellos también sufren,

porque ellos también cargan

con insostenibles cruces.

Perdónalos…

Porque huérfanos de esperanza

los hombres ya no son hombres…

Las conciencias se marchitan,

y se oscurecen las almas.

Perdónalos Padre…

Porque ellos también soportan

las espinas insolentes;

el látigo de la guerra,

de la maldad, de la muerte,

de la cruel indiferencia.

Perdónalos Padre…

Aunque, a veces,

se desvíen de tu senda,

aunque duden…

Aunque crean

que tu los abandonaste.

Perdónalos Padre…

Porque a pesar de todo,

viven, aman, sienten.

SANTO ENTIERRO.

Arca barroca

barnizada de quebranto,

de silencio sepulcral,

de muerte sin explicar,

del perdón de mis pecados.

Yace inerte Jesucristo…

Y la Rúa se hace mar,

agitado por el viento

de su verdad,

de su amor

infinito como el tiempo.

Yo quisiera caminar

impulsado por sus remos,

guiado por su timón…

Yace muerto Jesucristo…

La tarde ya se oscurece…

Marcha Fúnebre, lamento.

Déjame morir contigo…

¡Mi Viernes de Santo Entierro!

CAMINO DEL SEPULCRO.

Si hoy el viento no inflama las velas de mi barco, no importa.

Esperaré a mañana.

Si hoy la helada piedra arruina mis cosechas, no importa.

Esperaré a mañana.

Si hoy el silencio se hace dueño de mi desnudo pentagrama, no importa.

Esperaré a mañana…

Porque se que mañana

el huracán me empujará a través de todos los océanos.

Porque se que mañana

la primavera deseada hará florecer mis yermos páramos.

Porque se que mañana

la música me acompañará hasta el final de mi último minuto…

Porque se que mañana

la música será la que guíe mi camino hasta el sepulcro…

CAMINO DEL SEPULCRO.

Tu, que cada Santo Lunes ensalzas a la muerte traicionera.

Tu, que cual febril enamorado esperas el Abril adelantado:

angostas calles, ardientes teas, tambores destemplados…

Escucha: ya suena la música del humilde toresano,

implacable dictador de pentagramas,

constructor de armoniosas colegiatas.

Escucha, y tararea.Y que la fe que te sustenta

sea el viento que agite tu bandera.

Y cuando llegues al fin dale tu viaje

que el Camino del Sepulcro te lleve hasta el deseado

principio de tus creencias

Escucha, y reza por los carentes de fe, por los desheredados.

por los olvidados de Dios, y por los que de Dios

hace tiempo renegamos.

Que los tambores llamen a arrebato convocando

a las trompetas celestiales. Que oboes, clarinetes, saxofones,

te guíen a la luz que presupones.

Escucha.

Yo también escucharé

desde todos los rincones de mi alma.

Porque se que tras las negras notas

brillan las blancas de esperanza.

LA VIRGEN DE LOS CLAVOS.

Columnas de blanca plata.

Dosel andaluz, sagrado.

Oro francés, delicado,

acariciando tu manto

de terciopelo soñado…

…Y yo sólo veo tu rostro,

la ausencia de tu mirada

buscando entre multitudes

pañuelos para tus lágrimas.

Y miro tus manos.Y sangro,

igual que sangra tu alma.

Y me quedo sin aliento.

Y me maldigo

por no poder hacer nada

que calme tu sufrimiento…

Al menos, al menos

dame esos clavos,

y esa corona de espinas…

¡Si yo pudiera llevarlos

tan sólo por un momento…!

NUESTRA MADRE.

Ya viene la Virgen niña

clareando el negro cielo.

Las estrellas son su escolta…

Y la luna su lucero.

Ya viene la Virgen niña

mecida por el silencio.

En el regazo, su hijo.

En su mano, el mundo entero.

Ya viene la Virgen niña…

Y os puedo jurar que me ha hablado:

No llores mi buen Mariano,

que lo peor ya ha pasado.

Ya viene la Virgen niña.

¡Dios te salve! ¡Dios te salve!

Ya viene la Virgen niña

Ya me acuna Nuestra Madre.

SÁBADO SANTO.

¿Y ese rostro?

¿Y esas lágrimas de plata

hiriendo las dulces mejillas?

¿Y esas manos?

¿Y esos dedos abrazados

meciendo el paso del tiempo?

¿Y ese manto

acariciado por el viento?

¿Quién es esa mujer, madre,

que se adueña del silencio?

¿Quién esa mujer, madre,

volando entre rosas blancas?

Es la Soledad, mi vida.

La Soledad de Zamora.

La Soledad de mi alma

que nunca camina sola.

DOMINGO DE RESURRECCIÓN.

¡Pardiez! Otra vez aquí.

Arcabuces…

El claro cielo incendiado…

Que ya los vemos venir:

La Virgen por el Piñedo,

El «Zorro» por el Pizarro.

¡A cubierto, mi señor!

(clama el ejército alado

en la torre del reloj)

-Nada tenéis que temer

mis aguerridos soldados…

-Dice altivo Peromato-

¡Oled! Mirad los claveles

que coronan cada lanza,

las lilas, las margaritas,

las enseñas zamoranas.

Desplegad pues vuestras alas,

llevaros el negro manto.

Y no temáis los disparos.

Que son salvas de Alegría…

¡Que Cristo ha resucitado!

REDOBLE IRRENPLAZABLE.

Se marchará nuestra próxima Semana Santa dejando tras de sí, como siempre, sus noches envueltas en sobrecogedores silencios, su bullicio de meriendas y aceitadas, su enlutada belleza, su algarabía de Domingo de Resurrección…

Llegará la siguiente. Y entonces: ¿Quien abrirá el paso entre la multitud al gracioso trote de la «Borriquita» camino de las puertas de Jerusalén?

¿Quien calmará la excitación de la inocencia…? Ya viene papá. ¡Ya llega la banda!

¿Quien guiará a la Virgen de la Alegría en su ascensión al Piñedo en busca del Hijo Resucitado?

Imagino que seguirá siendo la Banda la que continuará abriendo los desfiles, anunciando con su sonido inconfundible la proximidad del sufrimiento, de la muerte… ¡Y de la Gloria!

Espero que así sea. Es más, me gustaría que sus cornetas y sus tambores fueran los heraldos de más Procesiones: son parte esencial de nuestra Semana Santa; su presencia, uno de los pilares que convirtió nuestra Semana de Pasión en un acontecimiento singular, único, admirable.

Sin embargo, y que me perdone el resto de los componentes de la formación, después de mañana no será lo mismo.

La Semana Santa de mañana, al menos para mi, estará huérfana: no veré pasar a Ricardo con la mirada baja, casi escondida, así, como es el, sin hacerse notar… Para eso ya tenemos a muchos otros.

La Semana Santa de mañana no veré pasar a Ricardo hablando en silencio con sus baquetas, reprochándoles una estridencia sólo perceptible para él: Sss! Despacio; anunciamos el dolor; ya tendréis tiempo de proclamar la esperanza.

La Semana Santa de mañana no veré redoblando a Ricardo: el primer saludo de cada Semana Santa, el primer amigo de mi infancia.

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