Soliloquio autobiografico III

Es difícil pensarme a lado de otros cuerpos, después de años de ser solo de una persona es inimaginable estar desnudo delante de otra persona. Que pena mostrarme desnudo ante alguien más, pobre de mi que me restrinjo de tan dulce placer.

El otro día estando con alguien más no podía estar tranquilo, mi cuerpo temblaba de pena. No es ella, no es ella pero, queremos estar aquí. Qué difícil es querer complacer los deseos carnales cuando hay sentimientos de por medio, no me molesta el contacto físico, me aterra lo que siento por mi interlocutor, sé de su amor por mi y sé del amor que siento por ella. Soy un traicionero no por los actos carnales sino por amar a alguien más cuando ya había jurado amor eterno.

Ya no está aquí, ¿Por qué siento que te traiciono? Cuando fuiste tu la primera en romper nuestro pacto sagrado, ¿Donde quedaron mis promesas? ¿Como cumplir lo que jure si no estás aquí? ¿Como amaré otra vez si a cada paso que doy siento que te traiciono? No miro a nadie, no hablo con nadie, no puedo hacerlo.

El otro día estuve con otro cuerpo que no era el tuyo, disfrute lo que pude. Convertido en un animal por ratos entregado al deseo, de vuelta a ser un humano por lapsos invadido por la angustia.

Que pena sentí luego estando a solas, las imágenes colgadas en mis paredes me gritaban ¡Pecador! ¡Como pudiste!, lo siento lo siento pero, tengo que vivir, lo lamento tanto no lo volveré a hacer, les juraba a las imágenes mudas que me juzgaban estática.

2

Un par de meses de estar muerto he renacido, fruto de otro cuerpo que me dio alivio. Pensaba en ti mientras curaba las heridas abiertas que eran las fotos, mientras otro cuerpo hacía injertos de piel donde causaste yagas. He renacido, pero ahora te tengo como un sueño de alguna vida pasada; de un sueño del que despiertas enamorado, he renacido pero, ahora siento que me falta una extremidad.

Sin continuidad.

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