EL ARTE DE LA BEBIDA

EL ARTE DE LA BEBIDA

Angel Israel

07/03/2018

El bar esta vacío y el único ruido eran aquellos sorbos del hombre encapuchado, ni el barman estaba cerca lavando los vasos con ansia cuando aquel hombre esta en su bar; las demás personas habían salido en cuanto lo vieron llegar procurando no verlo a la cara, la cara de un asesino, decían ellos, sin embargo, el nunca decía una palabra respecto a eso, lo único que decía eran las palabras “cerveza” “mas” “por favor” “adiós” “gracias” y “perdón”, esto era casi un ritual, un ritual que casi siempre tomaba el mismo orden, pero nunca se le escuchó decir nada mas; el barman siempre estaba cerca por si pedía algo mas (ya que era su mayor fuente de ingresos) o si se le ocurría robar algo, cosa que nunca había hecho, no obstante, el bar esta solo y en silencio, solo aquel hombre extraño bebiendo directamente de la botella.

Algunos decían que se llamaba Oscar, otros que era el mismísimo diablo encarnado ya que nadie sabia de donde había llegado. Una noche de invierno llego y pidió cerveza al barman, nadie vio cuando llego y pasadas las 12 desapareció, no desapareció como tal, si no que, se fue sin decir ni una sola palabra en dirección al cementerio donde durmió acurrucado en una banca. Así pasaron los días y a la gente se le hizo natural huir de el cuando entraba al bar.

Ahora estaba totalmente solo, ni el barman, quien era con el quien tenía la relación más cercana y no lo veía con tanto desprecio, solo, solo como siempre lo había estado, de no ser por aquella sopa… ¿sopa?. la miró extrañado y no supo que hacer, era una sopa de tomate recién hecha, caliente y espesa, como las que le gustaban hace tiempo. Sintió una respiración en su cuello y se levanto sobresaltado ¿qué era aquella sensación que sentía? nunca antes lo había sentido.

intentó salir del bar pero la puerta había desaparecido, ahora solo estaban en la barra una cuchara roja, la sopa y una botella llena de cerveza y en el suelo un papel doblado perfectamente por la mitad. Lentamente se acerco hacia el papel que contenía una frase escrita a máquina que decía: “elige una”.

Miro ambas con recelo y al parar en la botella la voz de su esposa sonó en su cabeza “te amo, siempre lo he echo y nada cambiará eso” acto seguido pasó por su mente la imagen de ella siendo atropellada por una drogadicto en plena noche, lo que le hizo retroceder; al mirar hacia la cuchara le vino el recuerdo de cuando robó por primera vez: estaba un ciego sentado en una mesa apartada de un restaurancillo de la cuidad comiendo lentamente de una sopa de tomate con una cuchara roja; lentamente se acerco y pidió permiso para sentarse a su lado “¿puedo?” preguntó. el viejo solo asintió y este se sentó; le platicó la situación de su esposa, internada en el hospital, a punto de morir si no es que se le trataba pronto; cuando hubo terminado su historia el viejo solo había tomado una cucharada más y sus manos sobaban el dorso de una cartera, enrollo en una servilleta la cuchara y la depositó en una bolsita amarrada a la cartera; su bastón callo al suelo y en el intento de recogerlo el hombre pateó su bastón un poco más lejos para aprovechar y agarrar la cartera para luego salir corriendo. Había tirado la cuchara en un bote junto a la cartera cundo se dio cuenta que solo contenía lo suficiente para comprar el licor mas corriente y ahí empezó su vicio.

no sabia que hacer pero al final decidió sentarse y meter la cuchara en la sopa; arrojó la botella haciéndola estallar en una pared y acto seguido volvió a su lugar en el restaurante, vestido de traje con corbata roja y camisa negra; miró al rededor y se dio cuenta que estaba en el lugar favorito de su esposa, rodeado de gente adinerada

-Oscar- dijo la voz mas hermosa de todo el universo -¿Estas bien? había un loco conduciendo que casi me choca, pero todo esta bien, ya todo esta bien

se sentó frente a Oscar y comenzó a hablar como sus amigas del trabajo la habían felicitado por su aniversario; durante toda la velada Oscar se limito a escuchar y saludar a algunos amigos que entraban en el lugar, cundo su esposa hubo terminado se limitó a mirar a los hermosos y profundos ojos negros por los cuales había llorado tantas noches y esta no era una excepción, lloró hasta hacer que toda la gente volteara a verlos, su esposa pagó la cuenta y al salir chocó con un hombre viejo de bastón, se disculpó y esposo y esposa se fueron hacia su casa felices de tenerse el uno al otro.

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