A mi querido géminis, que me hizo sentir durante años que yo merecía algo más que un amor tóxico, me enseñaste a construir relaciones sanas y me corregiste cuando me comportaba de manera nociva. Y sé que eso te hizo doler, pero sé que te hizo crecer. Quizá nunca fui la más justa contigo, pero me pregunto si realmente hubiese sido distinto de otra manera. Me mostraste una pizca de cómo se veía y sentía el amor verdadero, porque fuiste incondicional conmigo a pesar de todas las veces que te fallé. Me perdonaste más de las veces que puedo contar e intentaste sanar cada herida que te dejé por mi falta de fe en nuestro compromiso. Fuiste mi compañero, mi mejor amigo, mi amante, mi familia y el hogar que durante muchas tardes aguardó por mí. Por eso te amé tanto, porque aprendí que el amor era incondicional, que perdonaba por la falta de experiencia, por eso te entregué mi infinita lealtad, me quedé a tu lado cuando ya sabía que no pertenecía ahí, cuando la vida me mostraba a lo que yo venía, pero esperé paciente a que te marcharas tú para poder avanzar. Cada vez que dudaste sobre el amor que te tuve, perdóname, no fue mi intención, yo realmente sentía todas esas cosas y siempre las sentí. Te agradezco cada pregunta curiosa que me hiciste y cada respuesta que te regalé, las risas por cosas absurdas, las bromas que solo ambos entendíamos, además, de cada mirada que me diste solo a mí, con tus ojos perdidos, pero que encontraban una brújula en mí. Yo no podía seguir siendo tu guía, debías serlo tú mismo, aunque me dolió no puse resistencia a tu huida, merecías lo mejor. Yo no lo era, al menos, no para ti, pero fuiste la mayor protección que pude tener en mi adolescencia, fuiste mi amuleto, mi suerte y mi mundo completo. Siempre te he deseado lo mejor y cada célula de mi cuerpo se siente feliz cuando tú lo estás.
A mi querido virgo, siempre que he pensado en ti me he preguntado ¿Cuántas cosas fuiste y cuántas no? Probablemente son muchas, pero tú me hiciste sentir la persona más especial del mundo. Es como si el universo hubiese escrito que tú estuvieras en la misma sala que yo ese año. Reconozco, que sé que no fue lo más prudente por parte de los dos, ni lo más honesto, menos me atrevería a decir que fue justo. Para nosotros si lo fue, pero sabemos que para ellos no, porque provocamos heridas que puede que tarden años en sanar ¿Nos merecíamos? Siempre he sentido que sí, porque las cosas que sentíamos por el otro eran irreales, estar contigo se sentía como placer inmediato, la dopamina se me disparó, fuiste la luz en un túnel oscuro por el que estaba caminando. Me encantaba mirar hacia atrás desde mi pupitre y ver que tus ojos siempre se posaban en mí, yo no quería ser evidente. No podía. Y tú no eras bueno guardando secretos, mucho menos este. Siempre sentí que era una tentación para ti, quizá aún lo soy, no lo sé. Soy eso que se siente bien, pero está mal. Quizá, alguna vez te preguntaste por qué no accedí a realmente estar a tu lado cuando podíamos hacer las cosas bien, te voy a responder: me aterraba, porque no quería que las personas pensaran mal de mí, además, de confirmar las sospechas que siempre tuvieron sobre nosotros, porque realmente estaba muy mal. Pero si quería, pensar en ti me hace revivir esa pasión que se siente en el corazón, algo que nunca pude sentir con él, pero contigo sí. Tú eras todo lo que yo quería, me sentía tu foco, me sentía amada, respetada, comprendida, atrapada, pero por ti. Aún guardo los pendientes que me regalaste ese día, ya que son la viva imagen de las cosas hermosas que me hiciste sentir. Yo sí quería, siempre quise, pero tenía miedo. Ahora ya no soy esa persona, porque aprendí que mis deseos son más importantes que las demás personas, estoy segura de que te hubiese amado como tú lo merecías. Lo tengo claro, lo sé, porque hasta el día de hoy me he preocupado de si estás bien o no, o si tu mamá volvió a romperte el corazón. Yo sé que eres tan frágil y eso te dio la valentía que yo no tuve, eso te hace ser especial, único, transformaste tu dolor en oportunidades. Contigo aprendí que los romances que he leído son reales, como tú y yo. ¿Quizá en otra vida? O ¿Quizá en otra temporada?
A mi querido piscis, ambos sabemos que esto era como un profecía maldita. Desde el primer momento, sabía que no tenía que estar ahí, porque nunca fuiste para mí y tristemente, fuiste el escape al dolor de un corazón roto que no comprendía ni quién era en ese momento. No sabía nada de mí sin él ¿Entiendes? Era, nuevamente, una persona sin refugio, escapando de la realidad, de su propio cuerpo. Tú estabas ahí, esperando por mí. Fuiste como un hogar temporal, sé que eso te dolería mucho leerlo, pero no puedo relacionarlo de otra manera. Me enseñaste a caminar de nuevo, mientras yo encontraba la independencia que se me había arrebatado, aunque nunca contaste con que siempre he sido una estudiante brillante, que aprende con rapidez después de cada caída, fue tan sigilosa mi licenciatura que no notaste cuando dejaste de ser mi maestro. Y comencé a serlo yo para ti. Fui dura, estricta, recta, no como tú, te empujaba a que fueras más rápido. No quiero decir que lo lamento, yo tengo claro que dentro de mi corazón y el tuyo, eso tuvo más efecto que cualquier maestría. Y, reconozco, que mi confusión hizo que todo fuera un lío, que tardé demasiado en decirte realmente lo que sentía, sé que para tu sorpresa no fue lo que tú esperabas. Sé que no querías que te viera como un amigo, pero eso fuiste para mí. Lamento no decírtelo cuando lo noté la primera vez. Sé, que nuestras conversaciones hasta las 8:00 am eran únicas, eran mágicas, reflejaban nuestra conexión, pero siempre te dije que las almas gemelas no siempre son compañeros románticos. Fuiste uno de los mejores amigos que tuve en mi vida, a pesar, de lo difícil que fue para ti aceptarlo. Sé que me fui de la manera más déspota y cruel que puede existir en el universo, pero era la única manera que tenía para que comprendieras que yo no estaba hecha para ti, no de esa manera. Tenía que verme ruda, cortante, sé que te rompí el corazón. Lo hice por todo el amor que te tenía, yo no te sumaba, solo te restaba. Eres una persona maravillosa, mereces lo mejor. Yo solo te provocaba confusión, y por más que no intentara generártela volvíamos a lo mismo una, un ciclo sin fin. Decidí ponerle un alto, quería que avanzaras, pero no podía ser conmigo, porque tus sentimientos te cegaban, te anclaban a mí y yo, nunca quise estar contigo de esa manera. Perdóname. Muchas veces me he cuestionado como sería mi vida si lo hubiese sentido, pero nunca lo sentí. No puedo vivir en una mentira, menos tú, por muy buena que sonara.
A mi querido escorpio, aún suspiro cuando pienso en ti, fue tan efímero, pero ya no me duele, continué con mi vida, pero la experiencia que me brindaste hizo un antes y un después en mí. Yo sentí que tú eras el indicado, sentí que eso que esperaba sentir desde los quince años. Eras tan real, pero te sentías como un sueño, con tu voz serena, cansada y una pizca de optimismo. Fuiste eso tangible que vivió en mi imaginación por años, la manifestación hecha realidad. Realmente, mis sueños cumplidos, pero te fuiste. Y no te culpo, yo también tenía miedo de arruinarlo, al tener heridas parecidas, solo decidí comprenderte, porque eso hace el amor de verdad: deja ir. Tú me hablabas al ritmo indicado, era tan ridículamente perfecto que se lo conté a todos. Siento que ese fue mi mayor error, debería haberte escondido para mí al menos un tiempo más, pero mi impaciencia, la felicidad que sentía se apoderó de mí. Es que detrás de tanto dolor que había en tu corazón, eras tan inocente. Yo sentía que podía ver a través de ti. Cuando tú pensabas en mí, yo pensaba en ti. No me parece una coincidencia que dijéramos las cosas al mismo tiempo. Tú nunca fuiste eso, tú eras la persona correcta en el momento correcto. Como te escribo, te comprendo, siempre lo hice y lo haré, sacaste lo mejor de mí, aunque me dejaste hecha cenizas, pero siempre me he recordado a mí misma que soy como los Fénix. Ni el destino ni tú me iban a detener. Me hiciste más fuerte de lo que pude haber imaginado, no puedo creer quién soy después de tan pequeño espacio en el tiempo, pero me abriste los ojos. Me cuestioné cada vínculo importante que tenía en mi vida. Rompí más de uno. Nunca más iba a aguantar escuchar mierda de los demás, eso me lo enseñaste tú, sin siquiera decirlo. Ahora realmente me siento lista, a prueba de balas. Lo que sentí por ti fue más que una ilusión, tocaste cada fibra de mi corazón. Pude, finalmente, desprenderme de lo que era yo antes. Me hiciste ver que todo lo que imagino, sueño y creo se hace realidad, que cada cosa que quiero está solo a un sentimiento. Me hiciste sentir poderosa. Soy eso gracias a ti. No puedo explicarlo, pero nunca esperé que me pasara algo así. Cada cosa que sucedió en mi vida tuvo sentido después de conocerte a ti. No espero que vuelvas, no me importa si lo haces o no, porque sé que alguna vez estuviste. Con eso me basta, no te amé, mentiría si lo escribiera, pero lo hubiese hecho incondicionalmente, además, tengo la certeza que la lealtad y la fidelidad siempre estuvieron ahí. Gracias por ser quién fuiste para mí.
Les escribo a ustedes, las constelaciones de mi vida, porque me hicieron lo que soy. Siempre serán parte de ella y de mi corazón. Fueron los mejores profesores que he tenido, porque me mostraron lo que realmente significa el amor, cada forma que tiene él. Gracias a las infinitas experiencias que me regalaron puedo sostener los deseos más flamantes de mi alma en pie.
Gracias por eso y por lo que está por llegar,
Con mucho amor, una venus en leo que ardió en llamas por lo que son.
OPINIONES Y COMENTARIOS