Han pasando los días en mi ventana, las gotas mojan mis pestañas y el frío arrebata las ganas de despertar.
Esta ausencia de voces, de nombres, de amores y de temores desvisten mi comodidad mental, exponen la piel que cubre todo este sin fin de angustias y me dejan ver en un reflejo lo vacío que siento todo allá afuera.
Al exterior de estás paredes que me guardan, se miran todos tan sínicos, tan falsos, tan vacios tan indiferentes, tan ocupados y tan orgullosos.
Al interior de estás paredes me preguntó que tanto puedo seguir mendigando su atención, procurando una amistad, un amor perdido o un recuerdo, siendo que el mundo que me rodea está claramente decidido a no buscarme.
Me preguntó si ha sido mi error andar detrás de este anhelo, darlo todo, entregarme y esperar.
Porque nada ha vuelto, nada de lo que quiero se ha quedado ¿ A quien le he fallado? ¿Por qué se ha ido?
¿Que tan malo soy para aquellos sentimientos tan buenos?
Me he aferrado a todo, he eliminado mi orgullo, he suprimido mi miedo, he despedido mi pena, he renunciado mis tibias emociones; he mando ese mensaje, he preguntado por sus sueños, he escuchado su canción favorita, me he entregado ¿Y para qué?
Si lo busco, no se queda.
Si espero, no regresa.
Y si no lo busco, nunca llega.
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