Una suave melodía me acompaña, pequeños y rítmicos tonos de libertad llegan a mi interior; la almohada acaricia mi rostro y, al cerrar los ojos, puedo volar; no tengo peso, soy liviano, no hay lastre de pasado ni miedo al porvenir.
Puedo morir ahora, solo hasta ahora porque no había nacido aún. Soy ligero, todos están en mí, pero estoy vacío. No tengo nada pero me tengo a mí. No hay gravedad, mi existencia no pesa.
Tendido en la cama de nubes me deseo aquí; es una trinchera de soledad apasionada.
La melodía continúa, mi corazón late a su ritmo. Percibo la novedad: tengo corazón; los rostros se desvanecen, olvido el mío; sí, puedo morir ahora.
Un suspiro etéreo me hace volver; dejo de volar, todo está quieto, pesado, voluminoso. El silencio tiene un eco de sentimientos nobles; vivo.
Lloro, las lágrimas no tienen sentido, nada tiene sentido. Siento la tierra en mis pies, pero vuelo. Soy ligero.
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