Permítanme presentarme, mi nombre es Yago; de día soy un caminante observador de la vida y sus circunstancias, y de noche también…soy pastor de estrellas.
Caminaba muy temprano y distraído, junto a mi perro Brisa, fiel y noble acompañante; surcando un pequeño sendero del norte de la España rural. Era mi acostumbrado paseo matutino, con mucho frío, pero bien abrigado; y como siempre, iba hablándole a mi perro, pidiéndole su opinión y él respondiéndome con un alegre ladrido y agitando la cola.
De repente, oigo un sonido cortante…seco como látigo. Miro alrededor y nada veo; pero los latigazos en el aire los percibo.
A unos cien metros, distingo a dos adolescentes que, con vara en mano cada uno, azotaban a un hombre que yacía desmayado y amarrado a un árbol. Alerto a Brisa, él, ya con las orejas rígidas, cuerpo tenso y con actitud vigilante.
Me acerco lentamente, curioso, expectante, qué estará pasando en ese árbol, quién será la víctima, ¿por qué lo azotan de esa manera?
Ya cerca, me alarmo todavía más; ellos, con calma y sabiduría campesina me tranquilizan. Amigo esté usted tranquilo, se trata de nuestro padre, ha bebido mucho y camino a casa se ha quedado dormido recostado a este árbol, en medio de la noche.
Está congelado, los azotes lo activarán y revivirá.
Sigo mi camino y pienso…vaya manera de volver a la vida.
Arturo Ezquerro – Yago El Caminante y sus cuentos de caminos.
(Agosto / 2021)
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