Traje gris, cabello negro, rostro vestido con ojeras, fatigado por recuerdos, cansado de planificar el futuro incierto, se consuela de llevar puesta la corbata roja que alguien le regaló en compañía de un «Te quiero». La suela de sus pies suenan como un tambor, una y otra vez, un ritmo lento, constante. Mirada ambigua en probabilidades, desea control, alterar el ritmo, detenerlo, o acelerarlo en búsqueda del fin. Empuña las manos, una lágrima desborda, el momento se contuvo, sintió respirar, no escucho el tambor. Inclina la cabeza al cielo de pintura, aquella corbata se marchó con una ráfaga de viento.

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