De día y noche nos intentaremos buscar por una necesidad de ausencia, aspirando anheladamente una vida juntos como si fuese pura esencia.
Ante la fallida meta, sacrificaremos entonces el deseo y el querer, a cambio de una copa de ron para luego tenerlo que amargamente beber.
Los canticos y sonidos instrumentales del sufrir se internarán en nuestros seres, dejando de lado nuestros recuerdos y deberes.
Y al final del término de nuestro dolor pasional, olvidaremos nuestra existencia amorosa como algo simplemente habitual.
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