Siete y media de la mañana

Te vi ayer sentada,

al borde donde termina tu mundo,

ida,

toda muda

llena de silencio y sombras.

Te vi pálida

Te vi flaca

Te vi cansada,

entonces,

oíste que te llamé y

volviste inmediatamente tu mirada hacia mí.

Noté tu mirada humedecida de años y sal.

Vinagre.

¿Qué tanto recordabas?

Tantas memorias tienen tu espalda encorvada

y sobre esa espalda, yace mi consuelo.

Te vi ayer en la mañana,

andar lento y meditabunda

imprecisa

llena de sospechas y viendo de reojo

como queriendo revelar tu secreto

vete si te hace bien irte o ven si te hace más bien quedarte

no me dejes caer en el abismo de la duda

porque hasta hoy

no sé como acomodarme el corazón para tu partida.

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