Hoy no quedará nada

Esta noche es la apropiada.

El conjuro de hace unos años no sirvió.

Como las malas hierbas. Alguna semilla quedó sin destruir y se regeneró todo. Más grande.

Se infiltró por las venas y ocupo el centro de cerebro.

Rabia. La rabia es peor que la decepción. Rabia por no arrancarlo a tiempo. Rabia por creer que esta vez sí que sería la vez. Por no aprender del pasado.

Rabia sin una pizca de compasión.

Hoy se queman las hogueras. Quemarlo todo. La lista de spotify, las fotos, las frases, las tiradas del tarot y las conversaciones «apropósito de».

Quiero que esta sensación de agobio y ansiedad en el pecho y en el estómago desaparezcan. Aunque no sienta nada una rato muy largo. Quiero el bálsamo del olvido. Como cuando no existías. Ningún recuerdo, ninguna confidencia. Nada.

Ya no soy. Ya no estoy. Ya no propongo. Ya no pregunto. Ya no existes. Y me obligo a que me de igual.

Es un acto de voluntad.

La voluntad me doblegará cuando vuelva a pensar ¿y si?

¿Y si? una mierda. Recuérdalo, nunca. Nada.

Pero…, ¡no!, ¡idiota!, ni una pizca de esperanza. Recuérdalo de nuevo. Nunca jamás.

Y volverá alguna semilla, dentro de un tiempo.

Pero ya está, ya has comprobado varias veces que eres alérgica. No puede haber intentos de tolerancia . Nunca te ha salido bien. Siempre es una mentira. Ya sabes, como lo huelas te morirás.

Y desde fuera no habrá pasado nada.