Soñé con la lluvia,

tanto me gustaba,  que la recogía 

la lanzaba al cielo del sueño y después caía

en forma  de gemas.

Cuando desperté, parecía estar muerto. 

Dormir es morir unas horas.

Paro de soñar, soñar es solo lo que tienen las almas cuando ya no están.

Solo tengo tiempo para beber agua de mar.

Necesito olas por dentro,

necesito el batallar de lo que atrapa el remolino.

Camino por la orilla de un mar que no conozco,

igual de algas, igual oleaje, iguales son mis alaridos.

Las arenas gastan sin prisa mis zapatos ya roídos,

que me siguen a cualquier dirección.

Da igual, todo es lo mismo, (dicen)

papel blanco o nevado,

pluma con el capuchón perdido,

palabras que no suelen  estar juntas,

sobre una mesa desordenada y sola,

que vayan diciendo en lo posible, cosas nuevas.

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