Llora bajo los rayos de sol cuando va por el camino por donde hierve el Mar.
El mar es un laberinto de aguas anémicas.
El cielo está magullado como si tuviera una enfermedad incurable o si se hubiera caído en una carrera que perdió.
¿Dónde se lavarán las almas?
La tarde llega sin decir nada,
parece un óleo antiguo y diluído que han colgado en la última pared.
La noche llora y maldice a los que rompen sus telas negras.
¿Dónde se han posado las almas que aún no saben que han muerto?
Nadie quiere oír esa palabra,
sin embargo ella llega callada y mansa,
recoge sus atavíos y en silencio marcha sobre aguas turbias.
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