«YO JUAN» en «EL HOMBRE RICO»

«YO JUAN» en «EL HOMBRE RICO»

«YO JUAN»

EN

«EL HOMBRE RICO»

Una noche de verano he sido llevado por dos espíritus celestiales para presenciar un hecho y yo a su vez divulgar a la gente de este mundo. Que nada de lo que ocurra en la tierra quede en la oscuridad del desconocimiento, cumpliéndose asi lo que dicta en el Santo evangelio de San Marcos capitulo 4: versículo 22

“Nada pues hay secreto que no se deba manifestar ni cosa alguna que se haga para estar oculta, sino para publicarse”

***

Ciertas ves murió aquí en la ciudad de Clorinda un acaudalado comerciante respetado por todos porque tenía mucho dinero. Aquel hombre tenia una esposa joven despues de las varias de la que se habia divorciado.

El siguiente suceso ocurrió un sábado soleado por un hermoso Sol de la tarde, cuando aquel hombre se encontraba jugando con sus hijos mayores y unos empleados a su servicio en un salón de futbol. Repentinamente en medio del juego se sintió mal se presiono el pecho y se desvaneció frente a todo los presentes.

Muy pronto lo evacuaron al Nosocomio local “Cruz Felipe Arnedo” Y desde alli directo a Formosa Capital en una ambulancia de emergencia.

Cuando la ambulancia se encontraba a mitad de camino de la Capital. Aquel hombre fallece a hora 22,00 de la noche y los hijos que lo acompañaron siguiendo a la ambulancia en otro vehículos decidieron ya en Formosa llevarlo a una sala de Acequias, donde cremarían sus restos mortales y posteriormente esparcir sus cenizas en un lugar de Entre Ríos.

“Ultima voluntad del fallecido”

Todo preparado en la sala velatorio de Formosa Capital fue depositado sus restos en un ataúd de la mejor calidad por el valor de una millonaria suma.

Mas tarde rellenado los trámites de pagos por los deudos prosiguió el trabajo de la cremacion.

Alli ya dentro de la sala mortuoria (aun estaba presente el espíritu del fallecido) Obcervando todo los que se hacia por su cuerpo terreno. Mientras, el se repetía

—Estoy muerto pero por suerte he dejado todo arreglado, el futuro de mis hijos.

—Lo único que siento es haber dejado sola a mi joven mujer. Mis hijos mayores de seguro la expulsaran.

Mas arriba también estaban presentes dos querubines, parados y observado atentamente con los brazos entrecruzados. Mientras mas abajo aquella crema dores empujaron una camilla que portaba el ataúd. Luego sacaron el cuerpo del finado y lo posaron sobre la fuente de cremar.

Seguidamente le desvistieron y lo dejaron desnudo sobre la fuente de metal que tenia pequeños poros donde se derramarían las cenizas sobre otro contenedor.

Otro ayudante vestido con un ambo de color verde y gorrito como los doctores (COFIA), Prendió la hornalla del quemador a gas y los dos tecnicos cremadores empujaron juntos la fuente con el muerto dentro del horno crematorio. Seguidamente cerraron la pequeña puerta de hierro que tenia un reloj de temperatura y lo aseguraron con una traba también de metal.

Seguidamente aumentaron el nivel de fuego y rápidamente salieron por la puerta por donde entraron llevando el féretro sobre la camilla, también las ropas.

El espíritu de aquel hombre fallecido observaba atentamente todo aquellos movimientos, flotando a una altura determinada.

Cuando la temperatura se elevo al máximo, primero se expandió un olor a carne chamuscada, saliendo pequeños humos por la compuerta de hierro.

Posteriormente el cuerpo del finado explota de forma violento dentro del horno.

¡Baaannnnggggss…!

Terminado aquel acto se escucharon desde la parte baja del oriente de aquel lugar, unos aullidos:

¡¡¡Auuuuuuuuuhhhhhssssss…!!!

Se trataban de tres figuras negras que salieron de una especie de caverna. Aquellos monstruos tenían los hojos rojos y se desplazaban a toda velocidad hacia el espíritu del recien fallecido. Aquellos engendros se movían de cuatro patas, como animales cuadrúpedos y babeaban por las comisuras mostrando sus largos colmillos.

Al darse cuenta el espíritu del recien muerto quizo huir del lugar pero ya era tarde.

Aquellas infernales figuras lo tomaron de ambos brazos y rápidamente lo llevaron hacia la caverna de donde salieron escuchándose solo los lastimeros y desesperados gritos de aquel hombre, que en vida fuera Un Poderoso Rico en la Tierra.

Mientras tanto aquellos Angeles Querubines no se inmutaron ni se movieron de aquel lugar, hasta que se haya cerrado aquel portal cavernoso.

Seguidamente también ellos se marcharon hacia arriba en dirección al Sol naciente hacia las Mansiones Celestiales.

Alli se cumple lo que en la Santa Escritura dicta en el capitulo 19 de San Mateo versículo 23– dice:

“Difícilmente un rico entrara en el reino de los cielos”

y en el versículo 24 dice:

“Es mas fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el reino de los cielos”

FIN

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