En el reino siempre les enseñaron que su objetivo era cuidar a los humanos; cada humano tenía un ángel, un humano sin ángel no tenía una larga vida, siempre terminaban con un final trágico

¿Por qué algunos humanos no tenían a su ángel? Fácil, los ángeles desobedecían las reglas.

Las reglas eran:

1. No ser visibles para los humanos

2. No ayudar a humanos que no sean sus protegidos

3. No enamorarse de los humanos

¿Fácil, verdad?

El ángel de Jisung debió pensarlo antes de enamorarse del amigo de su protegido e interferir en su destino.

Jisung llevaba una vida relativamente bien, no tan perfecta, no tan horrenda

Fue esa noche tan “perfecta” en donde todo cambió. Fue en esa noche tan “perfecta” en dónde le arrebataron a su mejor amigo, y al mismo tiempo, a su ángel, dejándolo completamente solo, sin ayuda ni compañía de nadie.

Su vida se fue en picada, problemas aquí, problemas allá, ya no sabía como seguir, estaba cansado

Fue al puente de siempre a observar el lago, como cada noche hacía

Pensaba en que tanto había hecho mal para que la vida le pagara con esa moneda, siempre trató de llevarse bien con todos, siempre trataba de ayudar a todos, entonces, ¿por qué?.

Estaba tan cansado.

Ahí estaba él otra vez

Cada noche venia a este lugar, mirando al vacío, con esos ojos tan bonitos, tan preciosos, tan bellos, pero al mismo tiempo con dolor, con desesperación, sin luz, sin esperanza, gritando por ayuda, ¿Por qué?

Minho quería acercarse a él, quería saber quien era, porqué estaba ahí, porqué su mirada triste, pero no podía, no debía.

Siempre se preguntaba el por qué su protegido hablaba tanto de eso a lo que llaman amor, encontraba tan estúpido el cuidar a alguien solo por querer y no por deber, encontraba tan estúpido el querer consolar a alguien solo por querer y no por deber, encontraba tan estúpido el amor

Pero entonces, ¿Por qué quería realizar tales acciones con ese humano? Era estúpido

Quería quitar el dolor de esos preciosos ojos, quería quitar esa desesperación, quería ayudar al dueño de esos tristes y bellos ojos.

Pero no debía.

Cada día que pasaba Minho se interesaba más y más en Jisung, estaba a todas horas mirándolo, tratando de comprender porqué su cuerpo parecía no tener alma. 

No entender lo molestaba, pero sabía que no debía intervenir o todo se vendría abajo.

El se enteró del castigo al que se le fue asignado al ángel de Jisung, sabía que no quería terminar igual que él.
Definitivamente no.

Este día no fue diferente a los demás con Jisung actuando como un robot, pareciendo carecer de vida.

Realmente trataba de seguir adelante, claro que trataba, pero no era nada fácil.
Recordar a su amigo lo lastimaba cada vez más, lo extrañaba tanto que el dolor nunca se iba.

Sin apoyo de nadie supo que no valía vivir así, lloró, lloró cada noche hasta caer dormido, no sabía que hacer, a quién acudir, ya nada importaba, vivir ya no le importaba.
Así que decidido, fue al lugar que siempre atesorará, el lugar donde su amigo y él nombraron como suyo.

El puente del lago era tan bonito de noche, lástima que esta vez, el escenario se volvería catastrófico.

Minho lo observaba nuevamente, pensaba que esta vez sería igual, Jisung visitando ese puente como siempre y viendo al vacío.
Oh pobre Minho, ésta vez no será igual a las demás. Deberías apartarte si no quieres salir lastimado.

Jisung se encontraba sentado en el barandal del puente recordando todos los momentos felices que tuvo a sus cortos diecisiete años, todos incluyendo a su mejor amigo.
Queriendo acabar con todo de una vez, no lo pensó y se dejó caer, después de todo no se arrepentiría.

Minho realmente trató de no interferir, sabía que pasaría, siempre lo tuvo presente, pero sus propias advertencias no le ayudaron.

Tomó su cuerpo terrenal y se lanzó poco después de que Jisung haya caído, nadó lo mas rápido que pudo para tratar de alcanzar el cuerpo inconsciente.

Lo logró, lo arrastró hasta la orilla y le realizó los primeros auxilios.

Jisung despertó y lo primero que vio fue un rostro tan hermoso que de verdad pensó que había muerto, su piel parecía de porcelana pero al mismo tiempo parecía tan suave tal como la seda.

Tal vez ahora tendría una oportunidad más de vivir.

O tal vez no.

Minho sabía que estaba mal, sabía que todo terminaría mal.

Pero no le importó.

Cada día junto a Jisung hacía que lo comprendiera más, todos los días llenos de alegría, tratando de borrar el triste recuerdo.

Jisung se sentía tan completo con Minho a su lado, tal vez su personalidad era un poco rara, pero no le importaba en lo absoluto, sentía que podía vivir otra vez.

Pobres almas enamoradas, buscando consuelo en donde solo encontrarán más dolor.

Llegó el día en donde dos almas serían castigadas, sus razones tan distintas, pero al mismo tiempo tan iguales.
Dos almas serían castigas por amarse.
Dos almas serían sentenciadas a mil años con una soledad devastadora.

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