PARA DECIRTE ADIÓS
Para decirte adiós
tan solo necesito tiempo.
Tiempo que no tengo,
y tiempo que no te dieron.
Para decirte adiós
sin derramar una lágrima
quizá anhele algo más
que un beso de despedida
o un mirar de ojos mutuo
mientras te invade la penumbra.
Para volver a levantar la vista
sin mirar hacia atrás,
debo ser consciente
de tu ausencia
y de los días grises
que pintaste de colores.
De tu sonrisa,
y de las veces
que curaste mis heridas.
De todas las cosas
que me has enseñado,
y de lo fácil que ha sido
aprender a tu lado.
Para decirte adiós
recordando tu experiencia sabia,
tu calidez al hablar
y los momentos más duros
que lograste superar.
Lo bonito de quererme
y de darme tu atención
es la suerte
que ahora tengo
de llevarte en el corazón.
Porque una vez empecé
a quererte,
y ahora que añoro que estés aquí,
aún más me duele la manera
de tu partida.
La soledad aceleró el despegue
de tu viaje.
Y en ese camino
sé que fuiste acompañada.
Mi ansiedad se ahoga
intentando perdonarse
el abandono,
tan fugaz e inevitable
que me duele.
Por eso
querida abuela,
necesito cerrar los ojos
e imaginarte entre mis brazos,
para decirte adiós.
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