El día, abandonó la noche y ella dejó caer sus lágrimas de rocío sobre los techos.

A la mañana siguiente, sin envolturas los cuerpos, se despidieron de los besos no dormidos.

Su espíritu elegante se perdió entre la gente, solo quedó el recuerdo y la ilusión de que el

insólito corretear cotidiano, no les quite la razón, no les mate la pasión.

La eternidad no es eterna para quien disfruta. 

Cambiar el destino del camino es la meta, no la resignación de que ya todo está escrito.


Alexis Isaac Barreto

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