Amar los sueños hasta perder la célula del amor bendito. Apagar los llantos desde el cielo hasta el infinito espacio. Encender los crisantemos que no ha cortado el recuerdo y volver a vivir el cierto y el falso. Entrenernos con la muerte que cada día nos acecha nos come los pasos. Labrar el corazón que estalla como dinamita cuando un beso se tropieza con él. Llevar el cerebro al zapatero y dejar el alma en la iglesia haber si se cura este sagrado a adiós de quimeras que astillan el deseo.
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