Un día mas donde el despertador no sonó e igual llegue antes sin siquiera quererlo.
No me sirve de nada despertar primero o irme después si no todos los días cargo con los gritos que aterran a mi cuerpo a moverse por inercia a seguir una vida de la que ya perdí control. Veo mi vida, o lo que antes creí que lo era, pasar frente a mi mientras descanso en la cabina etérea que tienen a mis ojos de ventanas; a veces dirijo mi atención a las extremidades que me sostienen e imagino que las saludo, que les doy los buenos días y las despido con besos de buenas noches, que les pregunto como les fue en su día, como siguieron del malestar que nació el día anterior y que creen que haremos mañana.
Perdí control de mi vida y no de la forma en que lo acabo de contar, sino que sinceramente no se quien soy ni que hago. Es de lo mas curioso pasarse una noche entera a pensar que sería de mi en caso de tener una rosa de los vientos bien clara y visible en mi corazón.
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