Un consejo para mí..

Un consejo para mí..

ESTEFANYA PARRA

18/03/2022

Tener una fecha calendario para saber cuándo vamos aprobando las lecciones de vida estaría perfecto. Entonces con el pasar del tiempo podría hacer un tatuaje de cada hecho en mi cerebro. A veces las lecciones duras, no por la carga física de sobrellevarlas, si no por el peso emocional que a veces le invade a un ser humano se vuelven agotadoras. 

Alli dónde las lágrimas pequeñas o grandes no son medidas para que pudieran salir de uno u otro ojo. Me preguntaba si dónde estaba era un deyavu, o lo vivido me dejó tan rota que parecía estar plasmado en una fotografía. 

Pero, ahora era yo quien emitía un consejo a una jovencita que pasaba por el mismo momento incómodo que yo. Al ver aquella situación y pensándolo a cada hora, quería que fuese otra persona la que tuviera que decirle lo que debería o no hacer. En mi mundo, la integridad es un valor primordial, un no negociable. Quizás por frustración o por alguna herida del pasado no lo sé, pero las personas se muestran de distintas formas. Todo según su conveniencia.

Si tuviéramos un instructivo para saber que días reaccionar de una manera y que hacer si algo va mal en nosotros, de seguro seríamos una máquina más que fue elaborada por algún soñador con propósito. Sin embargo, nadie diseña personas y le añade o quita personalidad, carácter,temperamento,habilidades y defectos, belleza o un daño físico. Precisamente por ese hecho, no tenemos un botón incrustado en nuestro ser para resetearnos.

Aquel que nos permita ser menos confiados, estar alerta frente a quienes tienen intenciones de beneficio propio y no sería necesario para estar protegidos de las personas que quieran dañarnos. Con el paso de los días, somos nosotros quienes le damos la oportunidad a otros de lastimarnos, y entender eso nos cuesta algunos exámenes reprobados en la vida.

Con el final de cada día, mejoramos nuestro instinto. Era yo misma quien se ha dado aliento a seguir adelante. Era yo misma la salvavidas de la tierra. Era yo qué con todo lo sucedido quedaba mal herida por cada bala que me ayudo a crecer. Y no entendía quien me enseñaba a ser más fuerte, quien me inspiraba, quién era el agua que limpiaba las heridas y quién diseñaba los mejores planes para seguir teniendo vida.

Al descubrirlo, y tener a una jovencita cómo practicante de mi carrera universitaria, conte con las palabras y la forma de abordar aquella situación en la que ella estaba quedando mal. No era necesario vestir un traje elegante para emitir unas palabras que le darían apoyo y darle claridad en su camino frente a lo sucedido. 

Después de todo, los mejores maestros de la vida habían vestido casuales y los más sabios llevaron vestiduras rasgadas y gastadas. No sabía cómo empezar, pero lo hice. Y tras algunas cientos de palabras hacia la joven muchacha, allí llegaron como fuera de tiempo las lágrimas en sus ojos y esa coloración roja en su rostro.

Que ganas de llorar me daba, pero quería inspirarla y luego de todo lo que le mencioné la abrace fuerte. Y antes de consejos, di la cara para contarle de mi experiencia similar a la suya y lo que había aprendido de ello. Me convertí por un instante en ella como parte de su vida, en el salvavidas que me hubiera gustado tener justo cuando tenía 23 años. 

Me convertí en la salida de los sentimientos de aquella muchacha, un desahogo. Porque sí, no todo en la vida debería ser cargado de profesionalismo, somos humanos y tenemos sentimientos.

La semana ha sido algo turbia, llena de lecciones sin duda. En el curso de seguridad industrial los riesgos psicosociales a los que están expuestas las personas en su campo laboral son evaluados y se recomienda algunas medidas a seguir para minimizarlos o eliminarlos. Ojalá esté apartado en riesgos laborales tuviera más importancia. 

Desde aquel despido intempestivo de un chico que se notaba preocupado por algo mientras laboraba y cometía errores de forma consecutiva, me he planteado una pregunta, ¿un líder nace o se hace?. Según algunas temáticas de desarrollo personal y el zodiaco, hay personas que nacen con dones para ser líderes. Con todo lo vivido, considero que todos somos líderes. Pues, guiamos nuestra propia vida y a veces las de otros si somos padres, sin embargo cada palabra que usamos al dirigirnos a otros puede repercutir en su actuar. Cinco minutos o más, no hice la diferencia porque si no hay empatía de por medio nada tiene sentido al hablar con otros. Más si es para despedirlo de un trabajo.

Con está respuesta, y todo lo que sigo aprendiendo me convertía en el aliento de otros. Me gustaría decir que tengo la vida resuelta y que se que hacer con cada paso que doy. Primero soñaba que la vida universitaria sería lo máximo y luego que la vida profesional era una ganga. En ninguna de las dos halle aquello que veía increíble en otros. Con cada situación vivida antes de encontrarla fascinante a la vida la hallaba llena de intriga.

En la universidad, encontré a los mejores maestros, claro, me refiero a algunos educadores cuando nos hablaban desde su lado de padres. Pero, también me refiero a todos quienes me enseñaron el significado de ser amigos, compañeros y conocidos, sin tener ningún título de educación.

Luego de varios años, sigo teniendo maestros ahora en el mundo laboral. Y no, no era necesario cambiar de sitio para ser o no maestro de alguien más, pues a cada instante con lo que hacemos o no, con lo que decimos o no, actuamos como maestros o alumnos. 

Y cada día somos una persona nueva, si soltamos nuestro antiguo yo. Por eso, un consejo para mí es:

Sé tú misma, pero no siempre la misma.

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