
Durante algunos años, David Rock, quien dirige el Neuroleadership Institute, una institución global presente en 24 países, exploró el campo de la neurociencia y sus implicaciones para la gestión, el entrenamiento y la vida organizacional.
Gran parte de lo que encontró se resume en la frase “Administrar con el cerebro en mente” y el modelo resultante llamado SCARF, está basado en la labor del cerebro para colaborar e influir en otros.
SCARF hace referencia a las cinco dimensiones sociales principales dentro de las cuales nuestro cerebro responde a las amenazas y recompensas percibidas.
Ahora sabemos que gran parte de nuestra motivación, la que impulsa el comportamiento social, se rige por un principio organizador general de minimizar la amenaza y maximizar la recompensa.
Sabemos también que varios dominios de la experiencia social recurren a las mismas redes cerebrales para maximizar la recompensa y minimizar la amenaza que las redes cerebrales utilizadas para las necesidades primarias de supervivencia.
En otras palabras, las necesidades sociales se tratan en el cerebro de la misma manera que la necesidad de comida y agua.
El modelo SCARF resume estos dos temas dentro de un marco que muestra los factores comunes que pueden activar una respuesta de recompensa o amenaza en situaciones sociales.
Este modelo se puede aplicar y probar en cualquier situación en la que las personas colaboran en grupos, incluidos todo tipo de lugares de trabajo, entornos educativos, entornos familiares y eventos sociales en general.
OPINIONES Y COMENTARIOS