Sobre las cosas inefables

El significado de «inefable» es «algo que no se puede explicar o expresar con palabras». A mí, como escritora o proyecto de escritora, eso de las cosas inefables me queda grande. Porque lo exprese como lo exprese, le ponga el sentimiento que le ponga… sé que me voy a quedar corta. Soy una persona a la que le entusiasman las palabras, tanto las simples como las rimbombantes. Por eso, cuando me enfrento a un sentimiento taaaan grande que no hay palabras que lo describan, se me hace bola. Porque me gusta escribir las cosas para retenerlas en la memoria, que nunca se sabe, quizás dentro de sesenta años lo haya olvidado todo. Y entonces, cuando lo haya olvidado todo, ¿cómo hacer para recordar esa noche de invierno paseando por Salamanca con una de las personas más importantes de mi vida? A la que le di mi primer beso más de diez años atrás. Esa sensación de casa que es mucho más que casa, que es hogar.

O esos abrazos sinceros que me abrazan en cada despedida, sabiendo que están firmando una pausa, y que cuando vuelvan a unirse todo seguirá igual. ¿Cómo voy a recordar las sensaciones inefables si no sé ni describirlas? Y aun así no dejo de intentarlo. No dejo de intentar escribir cosas que no se pueden describir, como si por intentarlo rompiera una barrera y ¡zas! Toda la felicidad que siento en cualquiera de esos momentos estuviera plasmada en un folio. Pero no.

Quizás eso sea lo bonito de lo inefable. Que hay que vivirlo cuando se está viviendo. Que no se puede contar. Que no se puede explicar. Que, simplemente, es.

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