La Saga Atómica
Debemos enfatizar, sin archivo de memoria somos la Nada misma. Aunque selectiva, desgarrada, borrosa, desgraciada, esa plaqueta reminiscente remacha identidades, confirma esencialidad, individualismo y colectividad, compila datos racionales, emocionales, sensoriales… imprimiendo o descartando a gusto cuanto cuadre para sellar la estampa de seres únicos y epectaculares. Al contrario sin tal adminículo retrospectivo, la inercia nos invade, transigiendo como otra interferencia más en algún lugar físico; bastando comprobarlo mediante el supuesto de resaca total tras cada instante, dando olvido al motivo de dormir en camas, de hacerlo solo o acompañado, o la causa de apilarnos en bloques hormigonados debajo o arriba de otros, o de vestirnos y calzarnos para transitar paisajes surcados por maquinarias rodando calles o cruzando cielo… En cambio, merced ese implemento del circuito neuronal podemos transmitirnos historias puntuales o grupales, mejoradas o retorcidas durante generaciones, entretejiendo el entramado distintivo de nuestra especie frente a otras fieras. Asentando tal principio de certeza, precisamos fijarnos un pasado convencional, incluyendo al Universo; aunque ignorado por inexperiencia, bastando sea intuido, inferido, presumido, estimado… sin hacerlo exacto, alcanzando sea creíble. Esa idea es dirigida por otra superior, pues advertidos por estímulos innatos sobre nuestro propio ciclo extintivo, retoñamos continuos en rechazo a la fragilidad perecedera, embriagando nuestra fe de resentimiento contra tan atroz naturaleza, impulsando al esfuerzo particular aliarse a otras voluntades en pos de ensayar supervivencia colectiva. Así formamos sociedades arraigando mitos, rituales, tendencias, destacando quien los divulga, alentado por quienes desenfundan misterios, armando el molde sobre cuyo gobierno al fin consigamos… dominar el entorno. Por aferrarnos al control, porque la magia son trucos ópticos o ciencia de fenómenos físicos ignorados, y porque resulta insoportable aceptar la incertidumbre o la probabilidad, encontramos la razón de indagar al pasado para justificar un presente, transmitiendo la trama e identificando procedencias, a fin de moficarlas con artificios cambiando el rumbo a tan disgustante naturaleza. Aunque abrir archivos de memorias se torne estimulante, puede devenir también caótico, siendo prudente aventurar hasta mojones delimitantes, pues traspasarlos implica ingresar a zona de mera especulación imaginativa. En tal contexto, avanzaremos mediante este relato hacia el pasado, pisando con pie de plomo sobre huellas marcadas en estelas del firmamento
Para este recorrido introspectivo desde el génesis hasta nuestra Era, debemos comenzar bajando la palanca del interruptor Universal, apagando todas las estrellas al unísono. Asfixiando así las fraguas de fundición del horno cósmico, dejan de combustionar los materiales ígneos, se desenganchan cadenas de fusiones y fisiones, y detienen las radiaciones sus elementos <fotones en=»» frecuencia=»» de=»» micro=»» ondas,=»» infrarroja,=»» ultravioleta,=»» ultrasónica,=»» gamma,=»» equis,=»» luz=»» visible…<=»» em>=»»> Congelado cada planeta con núcleo eruptivo como el nuestro, interrumpen emisiones emanadas de campos magnéticos generados por magma en fluctuación, deteniendo traslación por ausencia de gravitación, y rotación por inercia, paralizando a la vez sus incidencias a masas próximas o lejanas, como meteoros, asteroides, cometas, satélites, galaxias, chatarra estelar. Desactivado entonces el sistema, dejamos reposar un rato, hasta la disipación de gases y estabilización turbulenta. Ya sin roces, flujos, explosiones, movimientos, reacciones, temperaturas, ni presiones, sin timón de dirección, sin aceleración ni sentido visual, auditivo, táctil, olfativo ni degustativo, podemos vagar flotando por el espacio inundado de oscuridad, silencio y calma. Aún así, todavía captamos en fueros íntimos la vibración de átomos excitados, por lo cual amalgamamos núcleos quarkeros, encordamos orbitales de capas y cortezas pistas de frenéticos electrones, muones, tauones, y sus pares opuestos, y encolamos el paño por donde deslizan neutrinos. Amarrados fermiones y bosones, nada vibra. Aguardamos inmovilizados hasta sopesar derrumbarse las estructuras materiales por vetustez de ensambles inactivos. Soplamos el pedregullo desperdigado, convertido en polvo, y alzando el opaco manto cósmico lo escondemos bajo su falda. Ahí está, nuestro Universo primigenio. Muy bien, para avanzar la cinta desde entonces ahora, debemos aceptar único postulado. Nada revoluciona sin evolución previa. Ninguna explosión acontece sin proceso anterior, y sin necesidad de cambio. Esto obliga convalidar preexistencia de un continente, dando ambiente bordeado de márgenes referenciales, formando límite de potencialidad constructiva apto para propagar la existencia; a lo cual suma una condición de factibilidad procesando en otras dimensiones esos cambios por interacciones; y una chispa de ignición dando arranque a la reacción en cadena. Es decir, sitio de expansión, combustible y carburante. Luego, nada difiere si el producto se presenta en partícula, cuerda, o se mueve sinusoidal, recta, constante, acelerada. Nótese, se trata todo de materia y traslación en los espacios dados, anulando así el concepto de tiempo y velocidad, pues los dos derivan de las distancias, inasequibles e infinitas a nuestro entender <siendo la=»» fragmentación=»» discontinua=»» de=»» enlaces=»» y=»» su=»» tardanza,=»» meras=»» conjeturas=»» terrícolas=»» pretendiendo=»» magnimizar=»» perdurabilidad<=»» em>=»»>
Ese ambiente propicio lo constituye un trasmallo cóncavo y convexo conjugado por terminales de ampollas universales interconectadas mediante estrechos superconductores, denominados agujeros negros en lenguaje sideral <semejando una=»» red=»» neuronal=»» comunicada=»» por=»» axones=»» y=»» dendritas<=»» em>=»»> Dada su complexión fraccionada en segmentos estancos, la densidad de esas burbujas se insuflan o vacían con flujos provenientes desde o derivados hacia, otras celdas universales. Teniendo la nuestra ya vacía y apta para recibir una colada inundando su infraestructura continente, abrimos el grifo por un agujero negro, derramando en su interior el más ínfimo producto de la exposición cósmica, hasta saturarla por completo. Una vez extasiada la cápsula universal, cortamos la descarga y aguardamos. Por esencia del mismo acomodamiento en su nuevo hábitat las partículas en fricción degeneran en irradiaciones, siendo la variación de temperatura y reacciones propias de incandescencia, la clave para dar chispa. He ahí el sitio, el contenido y el carburante. Forma así el contenido un encasttre maziso, flexible, permeable, elástico, de puntos independientes y autónomos, aún disfuncionales hasta convertirse en parte de procesos selectos. Por tanto, toda energía es empuje vibratorio contagiando o incendiando puntos convergentes. Las partículas en irradiaciones ni cabalgan ni deslizan atravesando otras, sino trasladan vibraciones una a una en sucesión colindante, hasta interferirse contra otra solución de continuidades. Es el principio de mutación de la materia. Esa atribución de adoptar y adaptarse a exigencias momentáneas, siendo fotón, electrón, protón, gluón… sucesiones de la misma y única materia en diversos estados y puntos del hábitat, mientras su reacción ante el movimiento de grupos de elementos consolidados en un paquete de estructura estable, los convierte por energía cinética en calórica, para reconstituirse luego del evento, o del proceso, en otro estadío energético encomendado a probar supervivencia en estabilidad. Resumiendo, las mínimas partículas siderales se unen y desunen en mutación continua, conformando ora un bloque mayúsculo y sólido, otrora el sedimento viscoso autónomo desligado de estructuras, y así para funcionar como activante, o acelerador, o detonador, o receptor de radiaciones, dando movimiento por contacto físico o variación inercial por descomposición y recomposición térmica <explicando el=»» comportamiento=»» al=»» magnetismo=»» de=»» átomos=»» alineados=»» a=»» conducción=»» fría=»» o=»» candente=»» frente=»» otros=»» misma=»» conformación=»» y=»» diferente=»» rotación<=»» em>=»»> Dicho con otras letras, ni quarks ni leptones, ni bosones ni gluones son distintos ni hallan cargas eléctricas ni producen campos magnéticos. Todo es una misma materia, en divrsas conformaciones, aleaciones, y estructuras, hallando por mediador común la incandescencia, por montante la plasticidad de complexión, por alteración la competencia para mutar funciones, y por causa de efectos la vibración inercial colindante
De tal modo, nos es posible captar resoluciones, revoluciones y radiaciones inconcientes mediante sensibilidad instintiva e impulsos colectivos, tales como la vibración en un evento multitudinario, la transmisión armónica musical, bostezos, ojeos, estática, distención táctil, alteración hormonal, meditación grupal… en fin, energía térmica por canales de radiaciones deformando, reconstituyendo, alterando e interviniendo al estado circunstancial de partículas fundamentales, derivando a energía cinética u otro medio de impacto imperceptible. Esto es así por cuanto la carga eléctrica es vibración, la gravedad es empuje térmico y las interacciones fuertes dentro del núcleo atómico como las débiles alrededor son estructuras, fusiones, fisiones y conjuntos de igual materia en diversos roles activados. Así se forma el átomo como primera estructura funcional de partículas disociadas. Así muta luego tras supervivencia, como un conjunto de materia ínfinitesimal organizada de modo funcional para perdurar en el hábitat espacial dado. Así cada átomo adopta mayor o menor masa, volumen, solidez, peso, permeabilidad, y se presenta al ruedo con amplitud o disminución de opciones al cambio y mutación de componentes, ya desintegrando su núcleo, variando orbitales de circuitos circundantes, fusionando, desprendiendo, uniendo, o compartiendo sustancias inherentes. Así sobrevive el átomo, asociando materia fundamental, acomodada al medio otorgado, capaz de adaptaciones en la medida de su composición y contingencia. Claro queda, estos elementos fundamentales del espacio permanecen inaccesibles a mediciones artificiales, por cuanto invisibles al espectro óptico humano y artificial, como sensiblemente diminutos incluso comparados a neutrinos, aunque escindibles unos de otros, pasibles de separación, distensión, y torción, y aún ligados por muelles de contacto, dichos corpúsculos rebalsan el volumen universal, horadando otros conductos de gusanos por los cuales bajo otras presiones comenzaron luego a evadirse. Mientras el matemático y el físico experimental intentan medir, cuantificar, posicionar, y observar velocidades como meros intentos humanos para codificar el control de aquello incontrolable, al punto de aceptar la probabilidad y la incertidumbre para dar recuento final de sus limitaciones, el principio de variabilidad o mutación reina en la traslación de vibraciones, siendo eso todo. La energía primero sin masa, abriendo la brecha mientras inundaba con múltiples miles de millones de radiaciones al vacío disponible. Luego las fusiones para ganar envergadura y consistencia, fortaleciendo concreción y durabilidad, y las fisiones dando energía para dispersar mayor potencia a nuevas fusiones y así, en frenética evolución, alcanzando consistencias enormes como estrellas, en procesos de reacción térmica permanente, únicas fuentes naturales de irradiación, desplazamiento y movilidad atómica, hasta su agotamiento
Aclaramos acerca del supercontenedor de universalidades queda fuera de estudio, por jurisdicción ajena a nuestra génesis adaptada a estas dimensiones, impidiendo en esplendor alcanzar condiciones para otros fenómenos fácticos tales como traspolación, omniprescencia, inmaterialidad, transfiguración, abducción, ingravedad, mimetización, regeneración, sincronismo, levitación, premonición, telepatía, telequinesis… de cuyos supuestos presumimos merced experiencias oníricas producto reminiscentes de supuraciones anteriores al parámetro copiado por ácido ribonucleico actual. A dicho ultracontenedor se accede por canales de transición actuando como afluentes y efluentes coyunturales, como dijimos llamados agujeros negros, aportando o evacuando, mientras la energía crece y decrece por expansión de esta cápsula, mutando manifestaciones y tendiendo al aumento, siguiendo patrón cósmico de preservación y atómico de reproducción. Luego de su función, tras fisión o fusión en tal directriz natural, la energía puede entrar en reposo, por ejemplo tras servicio bajo presión creando empuje calórico en estado gaseoso, los átomos y partículas radicales implicados desgastan o ceden porciones de energías potenciales, para recuperarlas si vuelven a intervenir en otras reacciones, pues caso contrario, habrán de estacionarse aguardando esa nueva aunque reducida posibilidad de interacción futura, con menor o distinta capacidad de funcionalidad conforme a saldo energético acumulado. Por tanto, se puede hablar de la muerte intermitente del átomo como un estado inerte sin reacción en ejecución, a la espera de cambios en un ambiente estable, perdiendo electrones, protones o neutrones, habiendo desligado quarks o reducido su amalgama de gluones. Es una composición biológica, como la de todos los sistemas de este universo. Esto es una predicción
Así, el espacio entre núcleo y órbitas de electrones es el ambiente propio del átomo, repleto de partículas radicales o malla de radiaciones interactuando para sostenerlo en su unidad funcional. Por esto compone una esfera en estado gaseoso propio, cual atmósfera atómica individual, rigiendo sus propias leyes físicas de reacciones, permitiendo en unos casos la introducción y efectos de fotones, rechazando en otras ciertas radiaciones, eclosionando, uniendo a otras esferas cual intersección de conjuntos. Por esto la nube atómica permite encontrar a los electrones libres girando en cualquier punto de la superficie orbital, pues tampoco los tenemos identificados en sus movimientos. En esto se distinguen de sistemas planetarios, pues la escasa observación durante mil, dos mil o diez mil años calendarios semeja una fotografía instantánea frente a su formación universal, pudiendo aseverar estos cambios son constantes, están en proceso y superponen desde la primera ubicación de planetas alrededor de núcleos solares o radiactivos. Así el protón está en permanente eclosión interna, sus quarks vibran producto de reacciones químicas de fisión y fusión, intercalando con gluones el agotamiento sinérgico, hasta acabar su transformación en otro compuesto, con menor o mayor cantidad de protones, masas, cargas, radiación. Solo esta vibración constante le permite tener una carga energética potencial de convertirse en cinética por empuje directo, o térmica por fotones en traslación. Esto es otra predicción
La gravedad es solo desprendimiento masivo de rocas en fisión de otras ígneas superiores. Mientras la fuerza de interacción entre protones y neutrones se trata de este desprendimiento continuo, programado y secuenciado para reproduccion atómica, porque a diferencia de otras predicciones, podemos sostener la energía se reproduce, se agota, muta, se neutraliza, y se reutiliza sin misma potencialidad, sin igual trascendencia, ni tampoco impacto, incluso apagada como simple espacio de permeabilidad para facilitar otras reacciones. Mientras la electricidad es incandescencia, es traslación de energía térmica exitando electrones, partículas de una a otra en tal forma y tamaño, con tanta violencia para forzar apegos, es decir, como un imán natural, dando lugar a la llamada fuerza magnética. Ambas son vibraciones suficientes en su escala de magnitud para trasladar vibraciones impactando radiaciones intermedias del medio ambiente, descompaginando las estructuras de otros conjuntos de átomos, como un cuerpo humano, o potenciando la fagocitación de otros mecanismo móviles como los engranajes, ejes, reactivos, explosivos…
Por eso, la saga atómica asemeja otras existencialidades <además de=»» nutrirlas<=»» em>=»»> utilizando su corporalidad para interactuar con pares, a veces impares, e incluso residuales de su propia u otra generación. Todo lo hace por el afán de perdurabilidad. Consolidarse y persistir es su finalidad. Para esto va mutando según condiciones, requisitos y reglas del ambiente en desarrollo. Cuenta con capacidad de fisión y fusión, incluso desintegración mutando a estado superlativo de conservación. Como los animales cuando mudan piel, cuernos, garras, cabello. Luego esta cuestión de paridad, porque la naturaleza progresa con uniones, debe permitirle atracción y ensamble, como también repulsión y competencia por apareamientos. Tal así, estos puntos constituyenten la mínima materia inobservable aún, llenando todo, aún cuando creemos aislar vacío absoluto, la manifestación de radiación interior con infrarrojo, muestra la existencia de esta partícula por cuya retícula incandece. El movimiento del átomo y de pulsos de energía sin masificar, se hacen contagiando partículas, inmóviles en su lugar y solo son efecto de una onda colectiva, tal como un festejo en estadio de fútbol <pues éstos=»» óvalos=»» son=»» hoy=»» día=»» el=»» comparativo=»» de=»» medición=»» cultural<=»» em>=»»> Esto es una gracia
Solo movimiento. La tendencia a fusión se tiene por inducción de la materia hacia su propio constituyente, y por valor de su rotación la atracción. El ímpetu inherente es vibración. Ni magnetismo ni electricidad existen, tampoco interacción fuerte o débil. Todo se trata de excitación de partículas, produciendo empujes envolventes, covalentes o repelentes de otras conectadas al mismo ambiente. Consecuencia de expansión, reducción, o traslación de fuerza cinética o calórica. El misterio redunda entendiendo al efecto de empuje para producirla. Una partícula sobre su entorno por razón de oscilar alrededor de su eje y circundante a otra masa mayor, mientras el otro es un flujo de partículas cabalgando entorno de otras masas mayores. Estamos hablando tan solo de oscilación, armónica o turbulenta, distorsiva y entrópica hasta la nueva estabilidad intermitente. Toda disensión es desenfoque de observación visual o desajuste de medición experimental, pues la materia es una, mientras su modificación por fisión, fusión, movimiento, fricción, rozamiento, desplazamiento, aceleración, incandescencia, u otra variable compuesta posicionada, son motivos de asignación a fuerza o energía idealizada para explicar su cambio, es decir, su mutación
El átomo es el combustible actual y fue energía antes de masa, escurriendo merced espasmos replicantes por laderas del vaso comunicante, como resabio filtrado al entorno por obra de otra entropía sistemática aún más grande y envolvente. Reacciones químicas del átomo son chispa en fluctuación produciendo movimiento, proveniente en su inicio desde afuera de este sistema. La chispa es decaimiento tensional provocando empuje, contagiando las esferas de movimiento por vibración física y calórica, irradiando empuje por contacto o por transimisión de temperatura y diferencia de presiones. La inflación del volumen es así una cadena en reacción continua colisionando, hasta acabarse en enfriamiento absoluto, deteniendo y desintegrando. Aguardando el tiempo de recomenzar si otro ciclo fuera posible, mientras existan carburante y materia. A diferencia de la Humana, es ésta una evolución premeditada. En este caso, se trata de sucesos posibles patentizados, cíclicos. Aunque indefinidos en su patrón de proyección, descontrolados y entrópicos, tan determinados como la conversión de una forma en otra, de una fuerza en otras, de una sustancia en otra. Así se unen comienzos y finales episódicos, constituyendo la única constante universal <otra medida=»» por=»» la=»» cual=»» pretendemos=»» captar=»» naturaleza<=»» em>=»»> Ni el tiempo ni las distancias existen, menos las velocidades de objetos ni partículas. Nuestro limitado enfoque de dimensiones condiciona la comprensión a estos recursos, dejando escapar la expansión, vuelta cíclica, y redundante contracción sideral. Desde su mínima a su máxima expresión material, es decir, de la ignición del primer carburante espacial a la hipotermia global, y de nuevo a ponerse en marcha calderas de fundición. Saber quién lo diseño así requiere mucha imaginación y debiera generar poco contagio. Porque visto de afuera el sistema siempre está latente. Es una válvula, una mínima expresión de algo, inobservable, imperceptible, insignificante, casi nada… hasta encenderse. Tampoco importa comprender si el primer alumbramiento medido fue precedido de otros, o si estamos en etapa de reignición, con las condiciones del predregullo ya instalado, o si la búsqueda del movimiento originario otorga alguna clarificación, bastando saber la supraínfima microscópica bruma de casi nada constituye el requisito ineludible para conformar su regla. El desajuste de aquélla calma, oscuridad y silencio absolutos reinantes fue la vibración de colada externa recorriendo a la Nada, hasta encontrar y excitar su compuesto latente. Si la Nada osciló fue porque otro sistema, lateral, superpuesto, inguinal, o subyacente, lo propició con un espasmo. Esto indica algo severo, nuestro Universo tiene márgenes de referencia posibilitando la presión. Circuito cerrado enmarcado en otro confín de Nadas. Una protuberancia, una arista, una raspadura de su propia frontera de limitación soltó la burbuja, gestada durante instantes inconmensurables a nuestras mediciones. Su vibración osciló y halló la materia. Nos suele confundir la idea de principio y fin abordando esta historia sin historia del ciclo universal, batallando contra el forzado razonamiento. Si lo observamos de nuevo, el Universo es todo a punto de ser, permitiendo a mínimas partículas inferiores a un neutrino, la capacidad de oscilar y variar su temperatura pudiendo carburar y fisionar condiciones internas. Así es dado el fiel de referencia y actuación
Los electrones bombardeados sobre una placa de exposición pasando por la doble rendija solo demuestran lo consabido, estas partículas se trasladan desplazando a otras partículas inferiores ocupando el espacio. Esto sucede porque el vacío es inexistente. Siempre hay partículas menores ocupando cada lugar, mientras todo permanece en latente movimiento, sea expansivo por dilatación, compresivo por presión, cristalizado por congelamiento, desplazado por invasión… El electrón es la ínfima partícula captada con movimiento rotacional propio, infiriendo desde la recomposición por saturación, vibración y nueva configuración universal <denominada gran=»» estallido<=»» em>=»»> todos los elementos poseen órbita giratoria. Común denominador, incluso para cometas o meteoros atravesando sistemas armónicos, siguiendo un patrón giratorio en el túnel del conducto universal, el giro sobre eje propio es una contención a salir disparado, retenido por vibración en constante dispersión y contrabalanceo correctivo, siendo el único desplazamiento sin ocupar otro lugar. Esto por cuanto la materia busca liberarse divagando sin rumbo, adentro de un volumen de más materia con igual sentido, aún frente a la compresión por límites quienes lo impiden. Como el manto terrestre, el núcleo atómico se presenta escalonado en capas de diversa fusión, rellenas de gluones cual magma en diversas formaturas, interconectando los centros sólidos y estables denominados quarks. Abastecidos de atmósferas propias, en la cual circundan electrones sólidos penetrando partículas gaseosas o radiaciones del tejido, cual globos aerostáticos surcando diferentes alturas e interrelacionando con otros objetos voladores de átomos contiguos, permitiendo amarres convenientes para nuevas funciones. Este es el panorama y paradigma de la ecuación cósmica irresoluta en términos matemáticos, pues solo la física puede mostrar pantallazos de realidad mediante experimentos observables o perceptibles por otros sentidos, mientras los cálculos continúan forzando reglar una naturaleza ingobernable de sucesos aleatorios, caóticos y variables. Esto, es otra predicción
Siguiendo al postulado, tenemos por sitio un tubo universal flexible, poroso, permeable, insuflado de un volumen confinado, conectado en extremidades, permitiendo contextura espacial densa <similar a=»» una=»» manguera=»» acoplada=»» en=»» sus=»» puntas=»» e=»» insuflada=»» de=»» rellenos<=»» em>=»»> Sus flancos divisorios con el infinito de postrimerías pintan una invisibilidad al contraste <imperceptible a=»» rango=»» de=»» longitud,=»» profundidad=»» y=»» consistencia=»» comparables<=»» em>=»»> Recordando las múltiples válvulas tampoco están selladas, instando a todo halo, estela, o vibración acometida por rebotes hasta nuestra vasija, a horadar perforando fronteras, creando grietas y aristas en su laminado, precediendo la evacuación <nos referimos=»» agujeros=»» negros<=»» em>=»»> He ahí como empujes de energías sin masas consiguen por fluctuación de entorno transformar a materia, siendo esta capacidad de mutarse las sustancias, ionizar, acoplarse en moléculas de otras sustancias más estables, funcionales y adaptadas a esta naturaleza, quienes conforman el principio de mutación por energía
Por estas cuestiones y muchas otras, inasequibles por ahora al razonamiento cuaternario, les puedo aventar la aseveración de la inmortalidad. Así, nosotros jamás morimos, pues solo mutamos la conciencia de captar interpretaciones del entorno por un estado atómico de reposo en algún lugar del fondo del mar, o en la tierra seca debajo de muchas otras capas de tierras. Allí se estacionan nuestros átomos en receso, habiendo perdido ya los neuronales su función itinerante durante años de vigilia, esperando servir de combustible a otros átomos de otras funciones, como puede ser la boca de un pez, su estómago y defecación, o los de una larva o gusano de tierra, en iguales proyectivos procesos. Para luego volver a ser nutrición de otras formas de bacterias, hongos, arqueas, ensambleas procarióticos o eucarióticos. En fin, ahí estamos todos, con nuestros átomos prestados por el Universo para ser alguna vez humanos, como fuimos, aguardando activos, aún congelados o en ebullición, la nueva tarea otorgada por la maquinaria de la naturaleza para servir siempre a preservación del átomo, hasta cuando definitivamente todo congele por completo, se detenga, petrifique, desmorone y sea barrido por la succionadora Acme del espacio sideral, mediante las bocas de agujeros negros, dejando de nuevo este espacio sustancialmente vacío como al inicio, tan potente de nuevas posibilidad de relleno como ahora. Esto es una certeza
Ese impulso de perdurabilidad fuerza también la condición humana por acceder y mantener el control. En tal derrotero, físicos indagan, observan, clasifican, catalogan acontecimientos naturales del ambiente <fenómenos y=»» medio=»» de=»» manifestación<=»» em>=»»> científicos y matemáticos teorizan, prueban, contabilizan, cuantifican, miden, tabulan, encasillan, exponen; mientras instituciones impersonales intentan divulgarlos para reforzarlos mediante la incorporación al lenguaje masivo de la cultura popular. Todos en pos de afianzar el entendimiento del mecanismo por el cual funciona el sistema tal cual lo experimentamos. Con mayor o menor profundidad acorde empeño puesto a su servicio, capacidad, e interés inmediato o futuro a su sazón, los legos vamos asimilando teoremas, leyes, principios, como equivalencia, gravitación, interacción, radiactividad, expansión, estados materiales, conservación, mínima energía, mayor entropía, pérdida calórica, resistencia, diferencia de potencial, acumulación, relatividad temporal, curvatura espacial, reflexión, reflección, difracción, resonancia, permeabilidad, viscosidad, rozamiento, inercia, ebullición, cristalización, entrelazamiento, velocidad máxima, movimiento constante… forjando pilares de convencimiento para vencer la primitividad de conducción divina o aleatoria de nuestros destinos. Ahora bien, hasta acá, trunca la sabia connotación el mencionar principios de probabilidad y de incertidumbre, por cuanto la misma declaración del enunciado apareja la desasón del desconocimiento, inaceptable ante este ciclo en pleno auge, el cual nos sorprende con la posibilidad de vivencia conciente sobre esta esfera, y ante inesperado accidente del simio desconfigurando su patrón vibratorio neuronal, condenando a nuestra raza con la potencialidad de indagar. Por eso, esparcimos tales conjeturas
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