Notas en el camino…

Notas en el camino…

ESTEFANYA PARRA

30/01/2022

Tenía el corazón herido. Antes pedía ser como un gato y en mis siete vidas querer cruzarme contigo. 

Me mirabas con timides y yo esperaba el mejor momento para acercarme a ti. Con un no seguro, en busca de un si. Listo para emprender mil aventuras contigo. Seguía el ruido de mis latidos. Sabía que yo era tuyo y tú eras mía, incluso antes de conocerte.

Disfrute de cantarte con los sentimientos a flor de piel. Así conseguí ser más que tu amigo. Justo cuando la noche acababa de empezar. Tu boca pronunció un no, pero tu miraba decía si, mil veces si.

Querias huir, pero sabía lo que sentías. Yo quería darte amor, mirarte a los ojos y que dijeras que si, sin pensarlo. Allí donde la noche acababa de empezar, y hacer a la luna testigo de una gran historia de amor juvenil. 

Teníamos una relación extraordinaria. No imaginaba una vida sin ti, pero una decisión tuya te alejo de mi. Después de un tiempo, nuestro amor era prohibido. Tenía que elegir entre ser tu novio, tu amante o tu amigo. El tiempo se escapó de mis manos y lo que compartíamos ya no era suficiente para ti. 

Te pregunté si aún me amas, quería que no lo pensarás y dijeras que si.  Que alzaras tu copa de champagne junto a mí y celebrarás 3 años de noviazgo. Esperaba que lo hicieras.

Con lágrimas en los ojos, mencionaste que no. Dejaste la copa, y dijiste «adiós». La misma fecha de nuestro primer beso, ahora es la más caótica. Me dijiste que no, y aún así quería quedarme contigo. 

Dejaste de amarme, y decías que nunca lo harías. Eras una actriz sin profesión. Deposite en ti mi confianza. Quería arreglar la situación, porque eras la razón de mis alegrías. Sin embargo, tu no, fue rotundo. Alguien más me robó tu corazón. 

Pasé un caótico otoño recordando cómo era vivir una primavera a tu lado. Lloré todo lo que pude, no solo las hojas caían de los árboles, pues mis ojos también estaban dejando caer recuerdos y momentos felices en forma de lágrimas emocionales. 

Deseaba ser un gato de siete vidas, porque está que tenía parecía terminar. El sofá se volvió mi cama. El café negro por las noches y escribir todo lo que sentía por ti, fue mi mejor medicina. Trate de marchitar mi corazón y luego darle un suspiro saliendo de casa.

Paso 3 meses de haber desayunado por la noche y merendado por la mañana. Perdí la noción del tiempo, era 2022 eso era evidente por un paquete que recibí.

No quería salir de casa, no quería parecer un niño cuando aprende a caminar sin dirección. No podía aceptar tu adiós. Necesitaba un poco de confianza. 

El día que decidí dejar de esperar por ti, salí de casa con la única intención de visitar a mis padres en su nueva casa. No sabía que al conducir 1 cuadra, justo cuando el semáforo se puso en rojo tú cruzarias con tu nuevo amor por el paso peatonal de enfrente. 

Era imposible no saber que era así. Estabas enamorada, pasabas de la mano con el amor de tu vida, sonreías como cuando eras mi novia. Ahora sostenida de la mano de otro, y llevando en tu vientre un niño, fruto de su amor. 

El tiempo que me detuvo el semáforo fue necesario para que mi corazón dejara de dolorme. Aunque mis pensamientos aún hacían ruido, y se hayan acelerado mis latidos ya podía volver a empezar.

Esperaba por mi una nueva vida, esa en la que tenía que vaciar mi mente de vivencias que deberían ser aprendizajes para futuras relaciones. Volvería a confiar en otra persona con el paso del tiempo y quizás en un futuro podría contarle a mis nietos lo que es amar con intensidad, respeto, lealtad e integridad a una mujer. Esa que sería su abuela. 

El semáforo cambio a verde y tenía que seguir mi camino. Suspire profundamente y decidí dejar atrás todo lo ocurrido. Encendí el radio de mi vehículo y subí el volumen todo lo que pude. La carretera por recorrer era lo bastante larga como para cantar y desahogarme.

Hice lo que sentía mi corazón y me estaba tranquilo porque nunca lastime a la persona que amaba. Nuestro camino juntos terminó y aquella tarde que volví a verla, era mi turno de decir «ya no te amo, adiós».

La paz que sentía mi ser aquel día no sabía como expresarla, pero la música se encargó de sacar a flote ese cantante que llevaba por dentro. Cante tan fuerte que en cada nota sentía que reseteaba mi ser. 

Para todo ocasión, la creación perfecta será la música hecha canción.

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