YoEs duro aferrarse a alguien.
Yo lo hice durante tres años, nunca quise aceptar que estaba mal, no quería aceptar que esa persona ya se había ido para siempre, no me quería desprender de lo que tanto ame.
Tenía que soltar.
Pero dolía.
Tenía que dejarlo descansar.
Y eso haría.
Descubrí una manera en donde podía ser solo yo, en la cual podría desnudar mi alma y liberarme de todo lo que me agobia por dentro, una que me daba momentos extraordinarios solo para mi, seguridad, risas… Cuando creí que ya no era suficiente empezé a crear mis propios momentos.
Cada palabra.
cada página.
Cada línea.
Cada letra.
La escribia con tinta de mi corazón, y los destellos de mi alma eran los que me iluminaban para escribir un poema, frase o diálogo.
Quería ser la voz de muchos. Quería ser como esas personas que sin importar lo que hayan vivido antes siempre tenían luz en su alma, queriendo ayudar a los demás. Personas con virtudes tan escasas que verlas resulta motivo de alegría y sorpresa. Aún confío en esas personas buenas, en esas que dan cada parte de sí para armar a pedazos a los que ya estamos rotos. Entonces vivo pensando en que me gustaría ser como ellas, mientras más simples más reales, más completas mientras más dan.
Quería ser luz en la oscuridad, un ancla en la vida real para las personas.
Y el.
Sobre todo el, y todos los que estuvieron conmigo en mis peores momentos estarán orgullosos del esfuerzo que hago cada día.
Dejé que el cofré donde guardaba mis pensamientos, mis palabras y esperanzas, se abriera y demostrara al mundo de lo que soy capaz.
Alimentaré mis sueños y deseos, no dejaré que nadie los destruya por prejuicios u otra cosa de esta sociedad.
Ya no mas sueños destrozados.
No creo en las promesas, aprendí que es tan fácil incumplirlas como pronunciarlas.
Esa certeza cambio mi forma de ser con los demás.
He creído en el abandono, a veces pensamos que lo mejor para ese sentimiento es olvidar, y lo repito de nuevo, ¿de qué sirve? Eso solo demuestra lo débiles que seríamos, debemos aprender a superar pero jamás olvidar. También he aprendido que el abandonar no siempre es planeado. ¿o si?
Adiós.
Un adiós que ni siquiera me dijo. Esas cinco letras no pronunciadas dolían hasta el infierno. Me abandono sin darme un tipo de tiempo o preucacion, se fue llevándose con sí un pedazo de mi alma.
Aquel día parada viendo hacia abajo a una considerable altura de treinta metros, viendolo tendido en el suelo con mucha sangre a su alrededor, fui consciente del momento en el que gran parte de mi alma abandonó mi cuerpo y se fue con la de ese ser que me dió tanto.
Mi vida se derrumbó en ese instante, fueron los peores momentos que viví. Pero tenía que superar y eso haría. Por el. Por mi. Por los que me quieren.
Mis miedos se convirtieron en cuerdas que me arrastrraban sin darme cuenta, pero aprenderé a cortarlas antes de que me hundan más.
Aún recuerdo ese día.
Pudo ser otro día más, un día como cualquiera, pero no lo fue.
Tuve que perder una gran parte de mi vida para aprender que si quieres algo debés buscar hasta encontralo.
Que para avanzar tienes que retroceder, pero en esos pasos hacia atrás es para aprender algo nuevo y saber confrontar.
Que para encontrarme, tenía que perderme.
La perdida y el dolor me llevarán a mis sueños.
CAPITULO 1: La primera vez…
Ni siquiera sé cómo empezar narrando esto; la mayoría de las personas—los escritores para ser más exactos—empiezan con una sipnosis, un prólogo, un primer capítulo y todo eso. Pero… ¿para qué mentir? No soy una escritora ni nada que se le acerque.
Soy una chica «normal» por así decirlo; mi vida se define en mis estudios, pasarme horas leyendo, tener tres amigos como mucho, sin mucha vida social por llevar conmigo una cara de querer matar a todos, lo casual.
La verdad no siempre fui así. Pasé por cosas muy fuertes,—hasta al punto de ser traumáticas—constantemente viví llena de temores, fue muy difícil superarme un poco de todo eso. Se puede decir que tuve la ayuda necesaria para lograrlo, aunque aún existe esa sensación de pequeños miedos en mi.
No puedo evitar que en cualquier situación—no definida—mi cerebro se active y mandé información de alerta a todo mi cuerpo, lastimando a personas sin querer, tanto de manera emocional como física. A veces las cosas no terminan bien, nada bien en realidad.
Tengo pensado contarte mi historia, tal vez y no te parezca del todo interesante, no pretendo que te guste, solo quiero que la conozcas. Con cada párrafo que escribo me siento liberada, es el mejor método de relajación que he aplicado ya durante varios años. Al escribir me desahogo, suelto todo eso que está en mi mente y lo plasmó en hojas de papel,—en digital también—es un alivio poder hacerlo y que sea efectivo.
Ahora para pasar a mi linda historia, —ultra sarcasmo—tenemos que ir a unos cuantos años atrás, tres para ser claros.
Te contaré con lujo de detalle todo lo que viví—o al menos lo intentaré—cada cosa que me dijeron y dije, mis sentimientos, emociones y todo lo que sucedió.
En resúmen de todo lo que escribiré:
Un chico curioso y una chica con problemas depresivos;
Ese chico volvió mi vida un torbellino con toda su locura. Todo el tiempo haciendo que me riera de sus ocurrencias, su forma de expresarse, las veces que me sacaba de quicio, el era único para mi.
El sabía que estaba rota, nunca se lo dije pero el intuyó lo que muchos no fueron capaz. El también lo estaba, pero veía en sus ojos que el hecho de verme sonreír le agradaba y era feliz, me propuse a sonreír solo para el, para que viera mi sonrisa y se alegrara igual.
Lo ame.
Por supuesto que lo ame y mucho, pero no cualquier forma de amar. Lo ame con mucha intensidad, con toda mi alma. Era mi mejor amigo, más que eso, era mi confidente, era mi frió y calor, era mi miedo y valor, era mi persona favorita…Lo era todo para mí.
Aún recuerdo el día en que lo conocí. Precisamente un quince de octubre, mi vida dio un giro de noventa grados, gracias a él.
Es todo lo que diré.
Por ahora todos los detalles los dará mi yo del pasado hablando en presente, ¿entiendes lo que digo?
Y pues la historia comienza así…
No paraba de llorar.
¿Porqué era difícil dejar de hacerlo?
Me sentía tan débil llorando por tonterías sin sentido, odió esa sensación de debilidad, no me gusta para nada. Pero ahí me encontraba, ¿no? Llorando desesperadamente, ahogándome con mis propias lágrimas sin ningún consuelo. Ojalá y pudiera morir por ello, lastima que no se puede.
¿O si?
En pocas palabras era la rutina de cada día, llorar a una determinada hora. Lo hacía cuando estaba sola, en mi habitación, en el baño, o en un parque como me encontraba ahora…
El frío ya se colaba a mis huesos, instintivamente me abracé a misma y frote las manos por mis brazos. Agradecía el hecho de que mamá me obligará traer un abrigo, de lo contrario estaría muriendo de hipotermia o con una pulmonía.
Era una hermosa noche de otoño a pesar de todo, mis lágrimas seguían cayendo libremente por mi rostro, no sabía que más hacer. Los faroles iluminaban los solitarios caminos de aquel parque, si había como tres personas era mucho, todas absortas en sus propias cosas, sin preocuparse por una niña de trece años llorando en una banca del parque sola.
Pero no los juzgaba, en absoluto. Yo al igual que ellos no me acercaría a una loca llorando, sin ningún motivo.
Pero al parecer no es lo mismo que piensa el chico que se sentó a mi lado. Su mirada era demasiado curiosa, me veía como si yo tuviera todas las respuestas a sus preguntas y no se las quisiera dar, entonces trataba de descubrirlas el mismo a través de mis ojos, a los cuales miraba fijamente.
Me removí incómoda y algo nerviosa por su vista fija en mi. ¿Era posible sentirte tan expuesta, solo con miradas? Ya lo creo que sí. Cada vez agudizaba más su vista, y con eso sentía que le decía muchas cosas sin querer.
Me aclaré la garganta ya claramente incómoda.
—¿Porqué lloras?
Se adelantó a hablar tan rápido que me sorprendió su pregunta.
—¿Eh?
—¿Que por qué lloras?
—No estoy llorando, solo estoy sudando porque hace mucho calor.
La estúpida y patética «escusa» de siempre.
—Ajá, y yo soy el hombre araña.
Eso me hizo sonreír un poco. Pude notar que el chico al verme hacerlo su rostro se iluminó, me sorprendió mucho pero no lo demostré. Por otro lado sin pedir permiso se acercó más a mi, por impulso me alejé de el de inmediato.
—No seas boba, no muerdo—dijo riendo—. Ven acércate.
Eso hice y no se porqué.
—¿No me dirás porqué llorabas?
—No. No es tu asunto—respondí borde.
—De acuerdo, ¿Como te llamas?
Okey no le dió mucha importancia, mejor.
—Melody. Y tú?
— Sweet Melody…Me gusta. Yo me llamo Jhoshua.— Extendió su mano.
Sweet Melody… Me gustó cómo lo dijo, se escucho tierno.
¡Espera! Que te sucede Melody, tu no eres así. ¿Tierno? ¿En serio?
Nos quedamos en silencio, no dijimos ni una sola palabra. A pesar de todo era un silencio cómodo. Yo jugaba con mis manos sin saber muy bien que hacer para romper el silencio. Duramos un tiempo así hasta que el habló.
—Sé que dijiste que no era mi asunto, pero eres muy pequeña para estar llorando.
—Todos los niños lloran, no es nada del otro mundo.
—Pero no por lo que llorabas tu.
—¡Y por qué se supone que estoy llorando¡—ya me estaba exaltando, tenía que calmarme.
—Solo tu sabrás, ya que no me lo dices. Pero sé que tus lágrimas no son por una tontería.
Hablaba con tanta tranquilidad, tan sereno que me descolocó ese echo. Era obvio que no tenía más de quince años y ¿en dónde estaba la inmadurez? Demasiado maduro para ser cierto…pero supongo que lo era, por lo que veía.
—Entonces dime por qué crees que estoy llorando.
—La verdad no lo sé, lo único que te puedo decir es que, tus lágrimas son de dolor, de sufrimiento….
Abrí la boca para responder, pero no tenía palabras. Justo en ese momento mi madre me llamo, y como lo agradecía.
—Creo que te tienes que ir.
—Si… Bueno adiós.
Ya me había colocado de pie para marcharme…
—¡Espera!—me detuvo del brazo.—¿Eres nueva aquí?
—Si y…
—¡¡Melody!!
—¡Me tengo que ir! ¡Nos vemos!
Salí corriendo.
Esa noche, sentada en una banca del parque llorando, conocí a mi mejor amigo. Exactamente esas fueron todas las palabras que me dijo ese día. No sabía si lo iba a volver a ver. De cierto modo hizo que mi corazón latíera al instante que llegó, lo quería ver una vez más, quería saber más de el… De Jhoshua, y al parecer la vida no fue tan mala conmigo después de todo, o eso fue lo que creí.
.
OPINIONES Y COMENTARIOS