De mis huesos rotos después de un siglo nadie los recuerda. Del amor que yo te tuve, en algún tiempo con el viento ciego, algo se recuerda. Sobre los muros que el amor toca como ofrenda, serán capaces de rosar el alma. Pues los muros guardan los secretos que en nosotros callan. Como lo fue alguna vez el alma que nos tocó por breve la mirada.
OPINIONES Y COMENTARIOS