Son los recuerdos de mi infancia los más hondos en mi alma. Son días en los que Dios no se apartó jamás de está estancia. Voy recorrer con singular apatía con estos versos la ola más inmensa que en mi habita. Son estos, lo afirmó, los versos más delgados, que jamás serán opacados por la nostalgia. Vendrán vientos mejores, pero jamás podré arrancar de su raíz éstos dulces recuerdos que llegan a pararse al pie de mi cama. Dejenme callar un poco está melancolía mía que arde como una estrella apagada, que lucha por no ser otra más que se extingue sin haber alcanzado la definición exacta. Si el pasado nos funde y el presente en su hoja más tierna jamás vuelve hacer la misma. Que dolor más grande es el de perder la memoria celeste, que nos envuelve en un cielo más próximo a una esperanza. Que puedo decir yo, si mi corona más endeleble es la que está atada a mi alma. Por eso digo que los recuerdos de mi infancia son los más hondos de mi alma.
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