Una receta de vida con mamá

Una receta de vida con mamá

Cafeto

28/12/2021

                      Cuando los días me saben a nada o muchas veces matiza con sus toques ácidos , sé que estás tú y aunque no hagas mucho, pensarte me endulza tiernamente el alma.

                      Cuando las horas me saben a tristura , el abrazarte bien aferrada en un recuerdito contigo me deja china de felicidad, y me repara el corazóncito al menos para mi sobrevivencia en este mundo un ratito más.

                       De a ratos me hago chiquita , como cuando gritaba mamá porqué olvidé hacer un pendiente en el momento exacto, y la frustración crece pero no se nota. – «Mamá no te voy a fallar , seré mejor, lo prometo».

                       Me siento a duras penas en el banquito del patio junto al jardín, mientras cruzo mis piecitos, veo mis medias cubanitas blancas y mis zapatos tan limpios. Mamá los lustra bien, ella tiene todo preparado. Ella es lista, ella es fuerte, ella es linda.

                       Las aves me hacen cantos al oído y los caracolitos me hablan con babita en el camino. Y aunque no les entienda nada, el solamente verlos me hace feliz. Me dan de pronto un grito más y antes de irme a la carrera, arranco una florecita de geranio color rosa, le doy mis besitos con amor y ya voy donde mamá.

                       Mamá está molesta otra vez y me amedrenta al mismo tiempo por estar jugando en el jardín. – «Perdón mamá, mis medias cubanitas se ensuciaron otra vez. No volverá a pasar, lo prometo». Le di mi presente de florecitas y se sonrió un poquito. Luego me dio unas moneditas haciéndome el mandado donde el señor Pepe, ese al que le encarga los tomates frescos. Le di mis moneditas y recibí unos 4 tomates a cambio en una bolsita pesante de papel.

                      Mamá está enfadada otra vez. No llegué a tiempo, Sultán quería que le aventara la pelota una y otra vez … –«Perdón mamá, ya no tardaré. Lo prometo«.

                      La casa ahora me sabe a espaguetis recién hervidos y es cálido por dentro. Mientras mamá recibe los tomates y sigue muy apresurada haciendo el plato preferido de papá cómo bienvenida a su reciente llegada, me da unas alverjas dentro de una cacerola dejándome juguetear con ellas. Contándolas una a una, sacándolas de su cascaron verde  me pregunto a mi misma si es que no les hace frío. ¿O es que no les dará miedo si las saco de sus casitas?. De pronto mamá me abraza por detrás, me da un beso en la mejilla y siento que todo esta bien, que todo se repara y hasta las alverjitas se olvidaron el frío y el miedo. Yo no entiendo de la recetas de mamá, pero de su amor curador es el mejor platillo que me gustaba probar. 

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