9:37 pm, una pareja de jóvenes corrían despavoridamente para evitar mojarse a causa de una fuerte lluvia totalmente inesperada.
- ¡Diablos!, debí revisar el pronóstico del clima, Simón, ¿crees que vaya a parar pronto?, ¿Simón?, ¿me estás escuchando?, no me digas que te entro agua en el cerebro.- dijo Louise en un tono burlón.
- Nos empapó la misma lluvia. La primera vez, la segunda vez…
- Sí, y la verdad no pienso que vaya a detenerse pronto.– exclamo ella con un leve suspiro.
- Tú, que amas la naturaleza, tal vez lo veas de otra manera. Para mí, no hay grandes diferencias en lo que se respecta al clima. Solo distingo el sol, las nubes, la lluvia y la nieve.- Dijo simón con una mirada curiosa.
- Es así, yo… lo veo de otra manera, como acabas de decir.- respondió vagamente.
- ¿no es cierto?- apartó la mirada– Pero, poco importa el clima, todos los días son valiosos para mí, y yo… te dedico la lluvia. Las cosas que hemos celebrado, las cosas que has entendido, y… lo que se ha borrado.
Los recuerdos de la lluvia estarán siempre presentes, como la humedad en la punta de los dedos. Tal vez el sol los haga desaparecer, pero… aunque así sea, siempre volverá llover.
Poco importan las estaciones, la lluvia volverá.
A partir de ahora, todos mis días de lluvia dependerán de ti.
Entonces… me animo a esperar, que puedas acompañarme.
Louise, tomo suavemente la mano de Simón, con una tierna sonrisa, acaricio su rostro y con sus labios le otorgó un cálido beso en la mejilla, pudo parecer una respuesta de lo más sencilla y sin importancia, pero solo ellos dos sabían el significado profundo que cada una de esas acciones tenía.
Y en ese momento, corrieron a toda prisa bajo la tempestuosa lluvia, porque Louise tenía que llegar a su hogar antes de las 10 pm.
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