Hubo un momento que creí que te perdí pero solamente estabas oculto en algún recuerdo, peloteando contra el frontón del patio trasero de casa donde te dije que te quedaras.
Cualquiera que te viera se hubiese enamorado de esa intensa despreocupación que transmitía tu rostro. Tu fachita tan desfachatada te vestía de galán pero el arma se encontraba tras tu sonrisa y a través de tus ojos. Gesto tan potente y sincero capaz de encariñar el alma de un peluche.
Hoy te observo desde el balcón de enfrente y me entra un alivio porque permaneces en el mismo lugar donde nos separamos, correteando y gastando la suela de tu alpargata bajo el silencio de una siesta de verano y cuando siento que tu memoria ya es muy lejana me tranquiliza saber que la distancia separa cuerpos, pero no corazones.
Aún menos el mismo corazón.
Gracias por alguna vez poner tu nombre detrás de la pilcha y no el de alguien mas…
… por amar la imaginación y la ilusión tanto como se puede amar a un ser querido.
También por enseñarme que la Fe es lo ultimo que se pierde y por no despojarte de mi en esos momentos en los que seguir caminando no parecía una opción.
Yo siempre queriendo ser alguno de esos superhéroes de los que tanto nos contaron y el único que tengo que ser está dentro mío.
Mi mejor amigo, del silencio te adueñaste y el valor me dejaste. Nos vemos al comienzo.
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