La vida es como un autobús. Hay autobuses muy deteriorados, otros con aire acondicionado, hay autobuses exclusivos y públicos, están los que cuestan mucho para subir (por el alto precio que debe pagarse o porque su escalón es muy alto para abordarlo), hay autobuses totalmente acogedores y accesibles; entre esos está el nuestro.
Obviamente somos los choferes, quienes decidimos las rutas, quién sube, quién baja y hasta el color de muebles.
En nuestro autobús siempre se embarcarán pasajeros de todo tipo: los que odian caminar solos y se subirán si acaso por un par de cuadras, los que quieren sentarse pero no encuentran puestos, los que por deber ser van sentados, los vendedores ambulantes que sólo sacan provecho de la ruta, los que se equivocan de bus y piden a gritos bajarse, los que llevan mucho equipaje y estorban el paso, los que pasan desapercibidos (pero sabes que van ahí), los que se colan y nunca pagan, los que no tienen lo suficiente pero hablan con sinceridad antes de subirse, los que se quejan por el costo para embarcarse, porque no hay suficiente espacio, porque va muy lento o muy rápido.
Siempre están los que cantan a coro contigo la música que llevas puesta, otros que la odiarán y dejarán pasar ese bus la próxima vez.
También estarán esas personas que esperaron durante mucho tiempo esa ruta, ese transporte hacia lo que quieren. Seguramente sonreirán y se sentirán aliviados al subir, si están apurados respirarán y entenderán que van a su destino, si llevan equipaje lo acomodarán para que otras personas puedan ir, te saludarán con un gesto amable y serán tu más valiosa compañía mientras conduzcas.
Asegúrate de darle bien sus vueltos a todos (cómo pasajeros siempre nos acordamos cuando damos demás y no nos devuelven lo que corresponde), mantén tu autobús aseado (siempre habrá gente que ensucie), haz que el viaje sea agradable, al fin y al cabo eres tú quien lleva el volante y tiene la mejor vista, eres quien decide acelerar, cruzar, frenar o girar en U si es necesario.
Sólo encárgate de ser responsable mientras manejas y que al final del camino estén los que decidieron viajar todo el trayecto contigo.
Me voy, es que estaba en piloto automático.
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