Entre Balas de Cristal

Entre Balas de Cristal

Nad Alatriste

30/10/2021

1 Milena

Londres Nocturno.

Disfruto cada minuto de mi vida, no soy la típica chica que suele portarse mal, pero una vez al año no hace daño. O eso dicen algunos de por ahí.

Ministry of Sound esta hasta el tope de personas extremadamente alocadas, digo alocadas porque andan al punto de casi desprender la cabeza del cuello. Sound es un local de Londres en la cual se establecen sesiones de música House, deep techno, fidget house y electro.

Una buena discoteca para divertirse. La verdad todavía no sé qué hago aquí, ¡pero estoy aquí!; riéndome y bloqueando mi mente con luces juguetonas que se mueven por todas direcciones, además de saturar mis oídos de música electro que llena el ambiente.

-¡Vamos cielo, no vas a beber esa basura! –siento que un par de brazos rodean mi pequeña cintura.

No hace falta alarmarme para reconocer al culpable de que este en medio de un bullicio nocturno.

-¡Elián, ya te he dicho millones de veces que no beberé alcohol! –me quejo ladeando mi cabeza para que él pueda aspirar mi perfume de manzana.

-Es cierto Mil, necesitas perder la virginidad del alcohol. Además ya casi cumples dieciocho –dice mi mejor amiga, Frida.

La verdad es que no tengo demasiadas amigas. Apenas considero cercanas a Frida, una rubia alta, Clío una chaparrita como yo de admiradores ojos y Abril una morenaza de envidia. En cambio Elián es mi novio desde los quince, varias chicas de la preparatoria mueren por él un motivo más por el cual mi círculo de amigas se reduce, sin embargo Elián es el capitán de futbol y aquello le enaltece el ego.

-Claro que ya casi cumplo dieciocho, en unos once meses y medio –digo bailando y animando a Clío a perder un poco la compostura. En tanto dejo a un lado mi jugo de arándanos.

-Cielo, voy por cervezas –Elián habla en mi oreja y su aliento me atraviesa, luego me da un beso en la mejía.

Se retira, empujando a las personas y desaparece. Las cuatro comenzamos a bailar y disfrutar de la alocada noche de sábado, el ambiente, las luces, la agitación, la adrenalina; todo se vuelve una mala combinación que nos hace creer que al día siguiente será el fin del mundo.

    No sé cuánto llevamos bailando, pero la urgencia de ir a la WC se hace presente. Así que aviso a Abril en donde estaré y emprendo camino.

    Mi vestido corto de tubo parece atraer la atención de algunos chicos que me cierran el camino. Pero no me importa batearlos, no soy una chica de polvos.

    -¡Hey bonita! ¿Te apetece algo de beber? –me pregunta un sujeto alto y formidable.

    -No gracias –respondo de mala gana y me largo entre el gentío.

    Necesito hallar la salida a los baños pero la gente se cierne sobre mí y es exasperante sentirte atrapada entre tantos. Sobre todo cuando apenas sobrepasas el metro y medio de altura.

    Como sea llego hasta la barra y lo que alcanzo a ver, destroza mi corazón. Es… es… mi novio devorándole la boca a una vieja cachonda que parece feliz de la vida acariciándole los huevos. Como explico una traición a quemarropa. El coraje se me sube por la boca y los celos me pican desde dentro, por un infinito segundo quiero arrancarle la cara a esa zorra, pero entonces me detengo y pienso. ¿Un hombre que no se da a respetar, vale la pena humillarse para otra?

    No señor.

    Elián siempre ha sido un chico que se cree la última taza de café en el polo. Le he soportado un centenar de engaños y como estúpida se los perdoné, pero ahora mismo recojo mi dignidad y emprendo camino a los baños.

    Molesta conmigo misma consigo dejar atrás las personas, pero de tanto sumergirme en mi mente creo que tome el camino equivocado. Ya que por el pasillo donde camino las luces son tenues y no tiene aspecto de dirigirme a los lavabos, sino que a una entrada donde hay dos hombres trajeados con aspectos de guardaespaldas peligrosos.

    Ambos me observan y me detectan como una amenaza, al comprobar que no quiero tener problemas me giro sobre mis talones y me sumerjo en otro pasillo privado del club.

    Continúo caminando y ahora con lo que me topo es una ventana de cristal en el que se puede apreciar la habitación de adentro. La música de afuera es escasa y aquí solo se siente un frío malévolo, pero las voces que provienen de la habitación despiertan mi interés.

    -El plazo ya se terminó. ¿No fue usted quien necesitaba la ayuda? –escucho la voz de un hombre joven.

    -Lo sé, pero solo denme una semana para completar el resto –la voz de un segundo hombre suena a súplica y miedo.

    Mala idea, pegar las orejas a conversaciones ajenas es mala idea. Me digo.

      -Entonces hare que su pequeña hija de doce años pague las consecuencias en la red de tráfico –aquello me impacta. Agacho la cabeza nerviosa a que me vean.

      Desbloqueo mi celular y pongo la cámara. La palabra TRÁFICO me suena mal, el ambiente me huele mal, todo parece mal. Me apoyo en la esquina de la ventana y comienzo a grabar sin asomar la cabeza. Ruega por nosotros…digo con temor.

      Después no sé qué más se dicen y el hombre amenazante que cubre su rostro de una máscara perfecta blanca, dispara en la cabeza del sujeto que parecía suplicar por su vida y la de su hija.

      No puedo, no puedo…corto el video y tapándome la boca de pavor busco una salida.

      He sido testigo de un crimen. Imagínense ustedes, siendo espectadores improvisados de como un hombre con máscara le dispara a otro en la cabeza. ¿Qué harían? Yo correría a la salida en silencio.

      Pero entonces aquellos dos sujetos me ven. Dios, ruega por mí. Ni siquiera me petrifico, sino que mi instinto me hace huir de prisa.

      Como sea encuentro el camino de regreso y a cada nada volteo revisándome mis espaldas, pero la agitación, las luces y la música me impiden ver a los hombres que me persiguen. Corro entre el bullicio y finalmente encuentro la salida de la discoteca.

      No paro de correr agitada hasta doblar la esquina. Rogando que esos hombres no me hayan visto la cara, luego detengo un taxi y le pido que me lleve a mi casa.

      ***

      Aparezco en casa con el corazón sobrecogido, nunca había visto en la vida real como un hombre mataba a otro, solo lo veía en películas.

      -Milena, ¿Dónde estabas? –la santa inquisidora de mi madre, me esperaba casi, casi con un bate en la mano.

      -Había ido con Abril, Clío, Frida y Elián a una discoteca –finjo toda normalidad.

      -¿Y por eso perdiste color en la cara? Parece que hubieras huido de un caníbal –me sermonea con enojo.

      Mi madre siempre se la pasa atorada en ese mundo que se llama trabajo. No la culpo, gracias a ese sacrificio ahora es una mujer importante del Parlamento de Londres. Aunque por eso mismo siempre se la pasa estresada, preocupada y malhumorada.

      Honestamente no soy buena mintiendo y con lo que hace nada presencie, menos. Además guardo evidencia en mi teléfono. ¿Y si me persiguen?

      Respiro hondamente antes de contarle toda la verdad. Ella deja a un lado su computadora, saca los lentes y me espera con una cara, una seriedad; ¡que Dios!, es de temer.

        Seguro que después de matarme, tomara medidas extremas conmigo.

        ——-
        2 Leone D´Alessandro

        Recuerdos.

        Fumo mi cigarrillo sentado en la silla hecho a la medida para mí. Ver las llamas de la chimenea solo me hunden en recuerdos, afuera hace un frío de muerte pero aquí, solo hay una soledad efímera.

        Extraño demasiado a mi amada Lovissa Ivanov, hace medio año que partió de mi mundo y con ello se llevó todo lo que guardaba, todavía sigo en duelo. Ahora solo soy un hombre solitario, un padre oscuro y un fundador orgulloso. Sin embargo mi esposa me dejó a dos grandes tesoros, la sublime Deniska y mi sucesor Evan.

        Durante años me esforcé por ser un rey digno del imperio que me heredaron. Pero ahora toca demostrar al mundo entero que es ser un verdadero rey entre reyes.

        No se alcanza la victoria sin sacrificio. ¿El punto es…quién soy?

        Soy Leone, el hombre que fundo la Organización extra criminal nombrada como HIDRA. Un invisible imperio instalado en el mundo que es el mando y control de cada pequeña estructura criminal, desde aquellos que venden drogas en las calles por bolsitas hasta el nombre que rige mafias, narcotráficos, gobiernos, sicarios, asesinos, prostíbulos, subastas, empresas, famas, mercenarios, políticos, sectas, peleas clandestinas y juicios arreglados.

        Soy el centurión que elige quien muere hoy, quien cae hoy y quien renace de entre las cenizas. Cada pequeña estructura me rinde pleitesía a cambio de brindarles protección, dinero y crecimiento.

        Tengo mil caras, siete cabezas y un ejército alrededor del mundo, alrededor de cada país, alrededor de lo que se conoce.

        Tengo demasiado y suficiente como para vivir cien vidas sin pasar hambre, sin embargo solo cuento con una y lo único que realmente me interesa conservar es el cariño de mis allegados. Incluso si pudiera ir por mi amada Lovissa y pagar por una nueva vida suya, lo haría. Ella era una mezcla de ángel y demonio, de guerrera y pacífica. Era la mujer que podía encerrarme en la jaula sin darme cuenta.

        Todavía le guardo dolor frente a la chimenea, mi corazón ya se transformó de carbón y pronto será una ceniza.

          Lovissa, no debías morir pero las circunstancias pidieron que así lo fuera.

                                    *Gracias por leer*
          
          
          3 Ónix Cromwell

          Base Secreta.

          Lo primero que me recibe es el montón de trabajo acumulado. Carajo, acaso uno no puede dormir bien una sola vez en la vida. Heme aquí, como todo un militar obediente.

          Sigo sin creer que sea ella a quien debo proteger con mi vida. Es tan solo una chiquilla que reluce como diamante ante el sol. Hace dos días llegue a la Base de Inteligencia Militar o mejor conocida como BMI, con la novedad de que la hija de una integrante del Parlamento de Londres; Margaret Díaz había filtrado un mensaje donde confesaba que su hija guardaba evidencia de un grupo criminal. La mujer junto con su ex esposo Guillermo Foster, optaron por comunicarse a la agencia universal más secreta de todos los rangos, denominada: FSMI por (Fuerzas Secretas de Inteligencia Militar) quien es el encargado de perseguir y eliminar mafias y organizaciones grandes por todo el mundo.

          Responsable de dirigir todas las cabecillas policiales del planeta.

          Pero ella; como una evidencia de lo que se cree una nueva organización. ¡Joder!

          -¡Ónix, te echaba de menos! –doy media vuelta, para toparme con la linda cara de una chica que extiende los brazos lista para abalanzarse sobre mí.

          -Dove, también te extrañe –miento, la verdad es que no suelo pensar mucho en mujeres.

          -¿De veras? –cuestiona con la duda resaltando sus cejas.

          Después de medio mentirle que sí, nuestra jefa aparece con ella. La chica del caso.

          Parecía nerviosa al estar entre tantos hombres con caras serias y trajes militares. Pero se armó de valor y finalmente habló.

          -Soy Milena Foster Díaz y aunque no sea relevante, presencie el asesinato de un hombre dentro de una discoteca hace dos días –inicia y explica los pocos detalles que alcanzó a descubrir.

          Cada hombre la escruta con su mirada cazadora. Ella es bonita, una chiquilla de pelo negro largo y rizos grandes, pero lo que cautiva son sus preciosos ojos verdes. Que además de despertar el interés, proyectan dulzura, ternura y sinceridad.

          Nos dice que un sujeto con máscara discutió verbalmente con lo que parecía ser el dueño del club y después de amenazarlo lo asesino. En el corto video que nos muestra apenas se distinguen los detalles y ella trató de memorizar las palabras que escuchó.

            -Bien, pero no podemos hacer mucho contigo –interviene Faith, una mujer de cincuenta años y porte directo.

            -No necesito que hagan algo por mí, solo guarden la evidencia. Estoy segura que esos hombres no me reconocieron –admite con la frente en alto.

            Mientras yo solo le observo desde la cabecera de la mesa de juntas; reservado y profesional. No por algo soy el Káiser.

            -Déjame hablar con ellos –le pide y sale acompañada de la mujer que me abrazó.

            Luego Faith se gira hacia nosotros, un conjunto de cinco hombres importantes y cuatro mujeres relevantes.

            -La evidencia de esa niña no nos dice nada –comienza uno de mis colegas.

            -Hace tres semanas, registramos un nuevo movimiento en México y según información confidencial no se trata de cualquier organización que ya hayamos marcado –informa una mujer de trenzas que parecen dejarle calva la cabeza.

            -Sino mal recordamos ya hemos repelido muchos ataques en diversos puntos al mismo tiempo, es como si alguien estuviese tendiéndonos trampas para salir a la luz –expone un superior.

            -¿Qué opinas, Káiser? –Faith me arranca de mis pensamientos.

            -Ningún criminal antes, ha usado mascara para proteger su identidad. Pero comienza a tener sentido, movimientos en México, ataques entre países y el nuevo enigma con mascara en un club –contesto moviendo ligeramente los dedos sobre la madera-.No es que en Inglaterra no se cometan crimines cada día, pero si esto pertenece a una nueva organización, podemos valernos de la oportunidad.

            -¿Hablas de la hija de Margaret Díaz? –cuestiona otra mujer de cara larga.

            -La cuidaremos y si deciden venir por ella, nosotros les jalaremos el hilo para dar con el jefe –propongo, basándome en mi inteligencia.

            Muy pocos integrantes del gobierno Inglaterrano, pueden contactar con la FSMI y hasta eso porque se les permite. De hecho somos una comunidad fantasma que esta sobre todos.

            -Desde mi punto, creo que no es necesario brindarle protección por tan poca evidencia –murmura la más joven de las cuatro mujeres que aguardan sentadas alrededor de la mesa.

            -Entonces, Káiser será quien proteja a la chica –demanda Faith y dicho eso se levanta para salir. Dejando claro que la discusión se ha cerrado.

            Cada integrante se levanta y yo me quedo ahí analizando la situación. Desde un principio nuestra jefa habló conmigo y me dijo al oído que lo más probable era protegerla. Cuidar del interés es lo primero.

              Suspiré rascando la barbilla.

              -¿Qué edad crees que tenga ella? Diecinueve, veinte –tanteo su juventud. El superior me inspecciona curioso cuando entra.

              -Soy Milena y tengo diecisiete –responde a mis espaldas, sobresaltándome.

              Joder, que me jodan. Es una niña. El militar ríe al ver mi reacción inesperada.

              -Me han dicho que debía hablar con usted –dice con su suave voz, sin pizca de pena.

              -He de retirarme –añade el superior y sale llevándose su botella de agua.

              -Hola Milena, soy Ónix –me presento con absoluta profesionalidad-.Siéntate –le pido señalándole la silla.

              Ella amablemente obedece y ahora la tengo frente a mí, con sus dos brillantes ojos analizándome y sus mejías rosadas que la delatan un poco nerviosa.

              -Explícame de nuevo lo sucedido de aquella noche, por favor –le pido y entonces Milena empieza a explicarme con más calma lo que por accidente observo ese día.

              …..

                Mucho después de confesarse, le explico que seré el hombre que cuidara de su seguridad por los siguientes días. Algo así como su guardaespaldas y que tendrá que alejarse por un tiempo de su familia y conocidos, ya que por motivos confidenciales necesitamos de su presencia y que de cualquier forma es una manera de garantizarle su seguridad ya que si su familia le contratan personas externas, es probable de que un criminal de alto alcance pueda dar con ella.

                ———

                4 Milena

                Papás.

                Nunca imaginé que mi mamá me traería a una base secreta, de hecho creí que solo existían en películas y esas cosas. Pero ya veo que no. Y para el colmo, no solo eso. Esta base es grandísima tanto por fuera como por abajo, cuenta con dos plantas, arriba en el exterior se encarga de entrenar reclutas y hacer de pequeños hombres a grandes soldados, es el estacionamiento de sus vehículos y todo lo que ellos necesitan, pero lo más dangerous esta abajo en el subterráneo donde la base guarda lo mejor de su tecnología y de sus secretos.

                La verdad, todavía no sé cómo llegue aquí. Lo último que hice fue contarle lo sucedido a mi mamá y ella a los dos días después me dijo.

                -Levántate, llevaremos tu evidencia a un sitio seguro –creía que era una broma.

                Luego de hablar a solas con ese militar de susto llamado Ónix. Sentí que finalmente me había expresado bien, no como cuando entré y ese montón de personas parecían acusarme de ser yo, la criminal con máscara.

                Mi madre insistió en que me pusieran protección solo a mí, que no quería arriesgarme y que aquellos asesinos viniesen por mí.

                Mi padre, Guillermo Foster también nos acompañó. A pesar de que mis padres estén divorciados, juntos deben tomar las decisiones relevantes con respecto a mí, para empezar porque todavía no soy mayor de edad y en segunda porque me aman infinitamente.

                -¡Ay Mil! Cuídate cariño, será solo por poco tiempo –dice mi madre con la voz entristecida.

                -Tranquila mamá, tampoco me voy a la Tercera Guerra Mundial –me quejo de su cariño que pocas veces demuestra.

                -Estaremos al pendiente de ti, evita portarte mal –advierte mi padre, un hombre maduro con porte masculino. Es dueño de una línea de autos que él mismo diseño y al cual nombro Sky, ahora triunfa con su empresa automovilística en el mundo.

                -Los amo, papás –abrazo a ambos y después me separo de ellos con el corazón encogido.

                Nunca antes me había separado de ellos. Comienzo a creer que esta situación solo es una exageración de millonarios preocupados.

                  En sí, a mí nunca me ha interesado el dinero, de hecho en la escuela ahorro y con lo poco que junto al mes, entrego como donativo a una casa de perros. Amo a los animales y los considero los seres más hermosos que Dios creó.

                  Siento que haber asistido a la discoteca la noche pasada solo fue un gravísimo error, sí; porque llevaba la vida casi perfecta, en el tiempo correcto con el presente adecuado.

                  Mis amigas han marcado como quinientas veces queriéndose enterar de lo sucedido, pero solo les he dicho que estoy bien y que faltare algunos días en la escuela.

                  En cambio Elián, ese imbécil me cabrea. Después de abrirme los ojos, me prometí jamás cerrarlos por un hombre. Detesto a Elián con el corazón, dijo millones de veces amarme y terminó engañándome cada segundo que duró nuestra relación.

                  Que se meta por el culo, los muchos “perdóname, cielo” que envía en mensajes y buzones. No voy a comer migajas aunque parezca un pan.

                  He de confesarme, haber entrado en esa sala siniestra de juntas me provoco un vuelco en el estómago, todos los tipos tanto hombres como mujeres me miran diferente. Pero además intimidan con sus cuerpos y portes.

                  El único que me brindó seguridad fue ese tal Ónix. ¡Ay Dios…! Esta como para saboreárselo con la mirada. Es tan alto como el mismo reloj Big Ben de Londres, su rostro perfectamente libre de barba y una mandíbula cuadrada, de aspecto rudo, pero ha sido poco lo que he visto. En fin… algunas solo nacemos para soñar.

                    Aunque me alegra que sea él quien cuide de mí los siguientes días, suelo portarme bien con mis semejantes y tratándose de alguien como ese militar, es mucho mejor atender las ordenes que impugne. A amanecer tras las rejas.

                                                *Gracias por leer*
                    5 Deniska

                    Pecados.

                    Es horriblemente encantador disfrutar de aquello que nombran amor prohibido, de hecho es como ser Adán y Eva en versión siglo XXI. En toda mi vida solo he amado y deseado a un único hombre, Tristán; a su lado crecí y de su personalidad me enamore cuando solo tenía trece años de edad. Su padre que en paz descanse era el consejero del jefe de todo esto, Leone, mi padre. Ahora tras años de súplica finalmente conseguí que Tristán pasara a ser mi consejero y guardaespaldas para todos los momentos, sin embargo al aceptar ser esas dos cosas también se convirtió en mi peligrosa tentación.

                    Su pelo rubio rizo me vuelve loca y su mirada al verme me pone de rodillas, pero a pesar del efecto que tiene en mí, nunca olvido mi posición. En resumen soy su jefa y debe obedecerme cada siempre. Pero a veces ambos nos olvidamos de lo que somos y volamos muy fuera de la atmosfera.

                    -¿En qué piensas, clavel? –me pregunta con una sonrisa en su joven rostro.

                    Amo que me nombre clavel. La primera vez que se me declaró lo hizo dándome una flor roja de ese tipo y entonces aquel detalle fue como la bala para mi corazón.

                    -En nada –digo regalándole una sonrisa. Cuando en realidad pienso en todo.

                    -Si mañana el mundo se termina para mí, deseo que tú seas mi último e infinito recuerdo –me acaricia el estómago desnudo y deja un camino de besos ahí.

                    Tristán y yo desatamos la pasión. Este rubio que ahora me acaricia de placer, es mi único amor y el único hombre al que me he entregado en cuerpo y alma, al que verdaderamente le he desnudado mi corazón.

                    -Tris, también serías mi último e infinito recuerdo grabado desde mis profundidades –le acaricio su pelo que parecen hilillos de oro.

                    Si mi padre se enterara de que guardo una relación clandestina con mi consejero personal, seguro que me manda a la guillotina. A Leone D´Alessandro jamás le han gustado los engaños de su propia familia y si nos descubren pasaremos a ser la trágica versión de Romeo y Julieta.

                    Suspiro por el simple hecho.

                    -Suspiras por mí –susurra llegando a mi boca.

                    -Shsh, calla –demando mientras me remuevo y quedo sentada sobre sus caderas.

                    Lista para montar un rato y olvidar que jugamos entre un hilo de peligrosidad y pasión.

                      -Me encantas Deniska –pronuncia mi nombre, en tanto sus manos acarician mi piel que reacciona con gusto ante su tacto y su sensualidad.

                      ——–

                      6 Ónix Cromwell

                      Pensamientos

                      Su simple belleza me ha cautivado en todas las formas posibles. Milena, una joven de diecisiete años con una hermosura de Diosa y un carácter sencillo, todavía no comprendo cómo fue que ella presenció el crimen. No parece ser de aquellas adolescentes que suelen portarse mal, de hecho es educada y supongo que su belleza le resalta una bondad escondida.

                      Su ingenuo e inocente rostro, es una mezcla de su padre y su madre. Ambos progenitores de buenos genes y que al combinarlos dio como resultado a una chiquilla de pelo negro brilloso tan largo con ondulados rizos grandes, admirables ojos verdes y una piel inmaculada que resultaría ser la tentación en mujer.

                      Desde muy antes había oído hablar de Guillermo y Margaret, la familia Foster que bautizo a una hija con belleza única en Londres, pero que la relación entre los padres resulto un fracaso total. Ya que Guillermo al triunfar con su marca de autos Sky desatendió a su familia y Margaret por conseguir un puesto dentro del Parlamento olvido ser madre y esposa, lo que llevo a la mierda a la familia.

                      Soy un integrante de campo para la FSMI, nos encargamos de cazar pequeñas a grandes organizaciones por el mundo, somos un centro de Inteligencia al cual muy pocos llegan a conocer. Ya que nos mantenemos ocultos y solo sabemos espiar y cazar sin descansar, pero hace un mes nos llegó un nuevo movimiento de que otra organización criminal se concebía desde muy arriba y cada evidencia protegida nombraba a un jefe con mascara en sus apariciones.

                      La FSMI ya está acostumbrado a que cada día nuevos jefes de quinta aparezcan por las calles y quieran gobernar el mundo sintiéndose únicos e inquebrantables. Cuando al final, resultan pura mierda.

                      Pero esto va más arriba y Milena puede ser clave principal, estoy completamente seguro de que aquellos asesinos la reconocieron y no dudaran en buscarla para matarla. Pero no puedo permitirlo, no permitiré que una ingenua chiquilla corra peligro.

                      Así como puedo ser un lobo feroz, también puedo ser un gran protector.

                      Faith dio órdenes estrictas y la primera fue que Milena se quedara a mi lado hasta asegurarnos de que nuestras sospechas sobre algo muy grande se germina es una falsedad, sin embargo ahora debo ser muy responsable con ella. Nunca en mi vida había procurado la vida de una mujer y de pronto hoy me dicen que debo hacerlo.

                        -Lamento esta situación, si tan solo su madre hubiera sido más estricta con ella no tendría que estar en la Base recibiendo indicaciones –se disculpa Guillermo.

                        A él lo conozco desde hace un par de años, las casualidades de la vida me llevaron a tratarlo y aunque no seamos cercanos, debo decir que sus autos me encantan.

                        -¿Dime, en que me tengo que cuidar de ella? –le pregunto sin ganas.

                        -Mi hija es una joya con patas, Milena es obediente y más cuando se trata de algo serio. Lo que resultara ser ningún problema –contesta con la voz de un padre abatido.

                        ···

                        Horas tarde luego de salir de la Base y recoger sus cosas personales más importantes, la dirijo a una casa de seguridad que resguarda la agencia. Milena optó por ir en la parte de atrás del coche, lo cual agradezco ya que su belleza me resulta cegador y algo encantador.

                        Parece seria y perdida en algún punto de afuera, las calles de Londres pueden resultar entretenidas pero ella no admira el esplendor de la urbanidad. Vamos, tampoco es el fin del mundo.

                        -¿Quieres? –su comentario me des calibra un momento.

                        -No –le contesto frío. Me ofrecía una paleta de caramelo y yo no soy un hombre que ame lo dulce.

                        -¿Crees que me hayan reconocido? Siento que sí –cuestiona sin apartar la atención de la ventana.

                        Puedo verla a través del retrovisor.

                        -Puede ser, pero ahora no debes preocuparte –respondo apenas moviendo los labios.

                        -Sabes, me gusta tu nombre –dice abiertamente y durante un segundo cruzamos nuestras miradas, pero yo inmediatamente aparto la mía.

                        Joder, si supieras que a mí también me gustó algo de ti.

                        La evito durante todo el trayecto del camino y ella vuelve a cerrarse como una ostra. Finalmente aparcamos frente a una casa pequeña entre diversas calles seguras de la ciudad y le explico que es en donde pasaremos algunos días, Milena no parece darle mucha importancia y seguido entra cargando su pequeña maleta. Se ve tan tierna siendo chaparrita.

                        -Mierda, en que me metí –digo después de asegurar el coche y revisar las calles antes de entrar yo también.

                          En resumen solo Milena y yo compartiremos la casa, espero que no sea un puto martirio soportarla durante estos días. Y que su padre tenga toda la razón al decir que es una “joya con patas” o de lo contrario, deberé darle lecciones de alto grado a ella para enseñarle que es “obediencia.” No me molestaría hacerlo.

                                                 *Gracias por leer*
                          7 Leone D´Alessandro 

                          Sacrificio.

                          Me han avisado de la presencia de Nikolaye Salvatore entrando por mis puertas. Si no fuera un italiano de importancia le cortaría la cabeza yo mismo, su mafia rige casi toda Italia y Francia entre otros países que me interesa dominar ampliamente.

                          Lo espero sentado en mi despacho, analizando las bajas que he tenido pero que no me provocan ni cosquillas, ningún tipo de policía imagina quien juega con ellos, mientras que cada agencia de mugrerío imagina que pesca a los grandes, el original hace partidas extraordinarias a sus espaldas.

                          -Señor, Nikolaye pide su permiso para entrar –avisa uno de mis vigías.

                          -Haz que pase –ordeno acariciando mi arma larga.

                          Acto seguido el gran hombre aparece, invadiendo con su aura de muerte y poderío.

                          -Mi buen, Alessandro –saluda con porte de psicópata-.Siento interrumpir, pero no estaría aquí sino quisiera hacer negocios contigo –su voz es como un filo.

                          Respiro y le señalo la silla de huéspedes.

                          Una sirvienta entra y nos sirve Vodka Spirytus elaborado en Polonia, difícil de conseguir por su alto grado de alcohol y además de ser nocivo. Luego la mujer desaparece.

                          -Espero que tengas algo bueno que ofrecer –inicio sin apartarle la mirada.

                          -Que tal mis rutas secretas por aliarme con HIDRA y guardar protección anti enemiga –propone mientras huele su bebida transparente.

                          -No me interesa –aclaro, a mí me encanta la sumisión de los otros grupos y Nikolaye no es la excepción.

                          -Libertad en mis territorios, entonces –ofrece, pero para ello me pedirá algo más que protección ya que teme que pueda robarle su mando.

                          Finjo que pienso, cuando en realidad ya mantengo la respuesta elegida.

                          -Suena mejor, Salvatore –lo convenzo-.A cambio de protección y unión a HIDRA.

                          -No –corrige enseguida-.A cambio de la mano de tu hija –dice directo.Al mencionar “hija” solo pienso en romperle la cara. Mi familia siempre está por delante y este psicópata me entrega desconfianza. Reconozco, este hijo de perra es un hombre importante dentro de su territorio pero aliarme con otro más nunca viene mal cuando ya conoces tus planes desde antes de ejecutarlos.

                          -De camino aquí, la vi en el ala izquierdo de tu casa. Tu hija es hermosa y sería una reina aguerrida a mi lado. Déjame hacerla feliz y te dejaré cierta libertad en mis terrenos –sugiere analizando mi expresión.

                          Conozco a mi sublime Deniska, rechazara de inmediato a Nikolaye sino es que lo asesina primero. Pero HIDRA necesita todo el poder para derribar a la Agencia de Inteligencia más grande con sede en Inglaterra.

                          -Pides un gran sacrificio –comienzo a molestarme-.Deniska no se incluye en nuestro pacto, si hacemos uno –hago énfasis en lo último.

                          -Alessandro, niégame que te encantara tomar un poco de control en mi territorio –asegura con una sonrisa diabólica-.Yo también estoy sacrificando lo más importante que tengo, mi poder. Pero tu hija me enamoró –dice sencillamente.

                          -Tienes razón, es sacrificio por sacrificio al cerrar un pacto –acepto finalmente.

                          El hombre brinda por eso y no le quito la mirada. Todos en esta casa sabemos cómo funcionan las cosas, mi organización se mantiene a base de poder y Deniska conoce perfectamente su posición, de cualquier forma, Salvatore no es nada a mi lado y yo puedo pisotearlo antes de aplastarlo definitivamente, sin embargo quiere tomar a mi hija como palabra de seguridad para cuando sea necesario. La cuestión es que no arriesgare a la mujer que me recuerda en todo a Lovissa Ivanov.

                          -Vamos sigamos brindando por nuestro pacto –profiere sirviendo más vodka polaco.

                          ····

                          Seguido de despedir al italiano y acordar algunos simples detalles, mando llamar a Evan quien tiene que entregarme cuentas muy precisas de su estadía en Londres. Ya que fue a eliminar ciertas escorias que saben pedir dinero y fama a cambio de después sentirse los invencibles. En HIDRA no se negocia así.

                          Evan entra mostrando toda la calma y seguridad frente a mí.

                          -Padre –se inclina ante mí y luego se yergue.

                          -Habla –le ordeno con paciencia. Después de hablar con ese hijo de perra de Salvatore el día se me agrio.

                          -Eliminamos cada objetivo señalado, todos desaparecidos. Pero hay un detalle –confiesa con cuidado-.En el último encargo, existe una testigo que alcanzo a vernos –mueve su manaza de Adán al hablar.

                          Si hay algo que no acepto, son los errores pequeños. Aquellos me emputan.

                          -¿Quién demonios es la testigo? –hablo con la furia representándome.

                          -Una joven de diecisiete años originaria de Londres, hija de dos personas importantes –responde sin temor a mi reacción.

                          -Me importa una mierda quienes sean, quiero que la elimines ¡Ya! –lanzo enojado.

                          -Ya me estoy encargando, fue fácil encontrarla –asevera, en tanto mantiene las manos cruzadas por detrás y la espalda recta.

                            Confío en mi progenitor, luego pasamos a discutir otros asuntos relevantes y hasta dar con el nuevo pacto que el italiano ofreció.

                            Evan ama a Deniska y puedo percibir un poco de su furia sobre mí. Pero aquí los sentimientos pasan a segundo término.

                            -Necesito a tu hermana ahora mismo –demando a mi hijo que está a punto de salir.

                            Él asiente y minutos tarde, mi hija mayor entra.

                            A veces imagino que Deniska debería llevar el mando, es la mayor y posee la fuerza y la inteligencia para comandar HIDRA, además es una mujer aguerrida.

                            -Padre –me saluda con todo el respeto, mientras a su lado el lobo que la cuida espera sentado-. ¿De qué hablaremos?

                            Aunque no lo crean siento un poco de culpabilidad por lo que le acabo de hacer a mi preciosa hija.

                            -Te casaras con Nikolaye Salvatore –suelto sin preámbulos.

                            Ella reacciona negativamente, pero se abstiene.

                            -¿Qué? ¿Has dicho que…? –no continua y sus ojos pierden brillo.

                            -No te irá mal, Salvatore ofrece su poder a HIDRA a cambio de ti. Siempre podemos ganar los Alessandro –la controlo porque empieza a hiperventilar de enojo.

                            Su lobo negro me observa rabioso. Desde niña lo ha cuidado y el animal a ella, parecen estar conectados.

                            -Te aseguro que aprenderás a amarlo –digo con firmeza.

                            Deniska siempre se ha abstenido al llanto frente a mí. Es una mujer que no muestra su debilidad frente a un hombre y a pesar de lo que le pese siempre lleva la frente en alto y el poder a su lado.

                            -Sabes que detesto a ese hombre –confiesa con rudeza-.Tienes todos los derechos sobre mí, padre; pero no el de elegirme marido –amenaza.

                            -Deniska ya no eres una niña y tardaste en darme un buen postor, así que yo te lo impongo –la señalo frente a mi escritorio.

                            Ella cierra los puños a su lado y sus ojos negros se convierten en veneno puro.

                            -A la mierda con los, Salvatore –dice con voz filosa y seguido desaparece.

                            Enciendo mi puro y saboreo su sabor, reemplazando mi culpa por el delicioso tabaco que se filtra por mi boca.

                            Mi hija mayor es tan indomable como lo fue su madre en un principio. Tarde años en hacer que HIDRA se convirtiera en la cabeza más importante y letal de cada grupo criminal, ahora quiero tener en manos a Italia y Francia, quiero tener a cada vago arrodillado ante mí y cada clan diciendo: “Rey, solo es HIDRA” y a la agencia más peligrosa rezando para no hacerlos desaparecer.

                              Ese soy yo, Leone fundador de la Organización Criminal más alto dentro de la pirámide.

                              ——

                              8 Deniska

                              Alma de cristal.

                              Siempre he sido una mujer que no se manipula por nadie y ahora mi mismo padre, abuso de mí. Me dio en matrimonio solo por ganar mayor libertad y mayor poder, aun cuando no lo necesita.

                              Siempre he dicho que algún día su mismo poder lo destruirá como mi madre lo hizo conmigo al enseñarme la sumisión.

                              Voy arder si vivo con Nikolaye, ese italiano es un psicópata que solo engendra terror. Todavía siento las palabras de mi padre como una grabadora pegada a mi oreja. Me gustaría haberle dicho que sí, ya tengo un postor desde hace mucho tiempo y que con orgullo se llama ¡Tristán!

                              Pero si lo hacía entonces mañana mismo sería nuestro funeral y Nikolaye me desenterraría para volverme a matar, a pesar de ya estar muerta.

                              Como hay familias que destrozan a sus propias familias. No, corrección; Deniska no tiene familia, los únicos que amo con el ama solo son dos, mi cruel Tristán y mi lobo llamado Hades, al que considero como mi guardián y quien incluso sabe cuándo consolarme y cuando defenderme. Lo críe desde que tenía dieciocho años y ahora siete años tarde, ya es todo un lobo adulto con pelaje grueso y una mirada amenazadora. Mostrándome fidelidad.

                              -Denis, ¿Qué te sucede? –escucho la voz de Tristán en la puerta.

                              Reprimo el llanto y evito observar la puerta. Porque nuestra relación ya se jodio.

                              -Nada y más vale que te calles y te largues –grito con la voz afilada.-Dime, o pateare la puerta –advierte tal y como yo lo hago cuando me preocupo por él.

                              -Déjame en paz. ¡Desaparece! –grito deseando eso, pero mi corazón suplica que se quede y me ayude a no morir por culpa de mi padre.

                              -Bien, pero te amo –escucho decirlo en voz baja para que nadie oiga.

                              Sus palabras solo son como dentelladas y rasguños para mi ser. No mentía cuando dije que él y yo éramos amor prohibido. A veces los corazones están conectados fuertemente que separados se siente dolorosamente la distancia en que se guardan.

                              ¿Por dónde comienzo a explicarle que me casaré con otro hombre?

                              Si ni siquiera yo puedo entenderlo.

                                En cambio, solo me quedo ahí tirada en la orilla de la cama, abrazando a Hades con fuerza y simulando que no tiene importancia casarse.

                                                            *Gracias por leer*
                                9   Milena 

                                Secretos.

                                Terminé de alinear mi listón verde sobre mi coleta, he de confesar, me siento feliz ya que por primera vez faltar a la escuela y no tener que soportar al chico que creía mi novio, es una nueva experiencia. Mi madre, Margaret siempre ha sido la clase de mujer que dice “no existe excusa para faltar a clases.”

                                Me coloco los jeans rotos y una blusa corta que se pega a mi cuerpo. Ayer medio pelee un poco con Ónix, es que esta casa solo tiene una bendita habitación con cama, y justo ese fue el motivo de nuestra discusión.

                                -Yo dormiré en la cama –dije muy segura al comprobar que solo había una.

                                -No, yo dormiré en la cama –contradijo él al percatarse de lo mismo.

                                El simple recuerdo de verlo medio enojado todavía me causa diversión.

                                -No, tú te vas a dormir al sillón –trate de ser directa a pesar de su gran autoridad.

                                -Por supuesto que no –recuerdo que eso me dijo-.Eres una niña, cabes en el sillón.

                                -No señor, tu eres el hombre. Así que debes dejar a la dama dormir en la cama –contradije molestándolo.

                                -Me quedo en la cama y discusión cerrada –dijo sin pizca de cambiar su decisión.

                                Me sentí desilusionada y justo cuando iba a salir con el corazón herido y el orgullo escondido, él cambió de parecer.

                                -Está bien, tú duerme en la cama –añadió y reconociendo que perdió, salió de la habitación como un caballero.

                                Pero ahora tocaba enfrentarlo y muy dentro de mí, esperaba que no fuera la clase de personas que guardan resentimiento.

                                Bajé a la cocina y me lo encontré ahí, tomando ya el desayuno y vestido con ropa de ejercicio. Suspiré al verlo tan guapo.

                                -Buenos días –lo saludé con una alegría que no sé de donde me salía.

                                -Hola Milena –no sé ustedes, pero yo esperaba una respuesta más formal. Algo así como: “Buen día” “Ni me saludes, no te conozco” pero no, en cambio pareció dormir cómodamente en el sillón, porque su saludo fue genuino.

                                -¿Cómo dormiste? –pregunto mientras vierto leche en mi cereal de avena inflada.

                                -¿Cómo crees que se duerme en un viejo y pequeño sillón? –se queja inmediatamente.

                                -Supongo que bien –contesto inocentemente, sin siquiera mirar a sus oscuros ojos grises por temor a descubrir que quiera castigarme.

                                -Entonces al rato dormirás ahí –dice con suma naturalidad. ¿Qué? ¡No! Dios ruega por mí. Yo de mi cama no me separo.

                                -Lo siento, pero y si alguien entra y no escuchas –murmuro dando cucharas a mi desayuno. El simple comentario me atemoriza.

                                -Que te lleven entonces, así podré dormir en la cama cómodamente –agrega y unos nervios me crispan la piel. Por su seriedad parece que no bromea.

                                Nos quedamos en silencio por unos segundos, ya que no agrego nada.

                                -Disculpa –rasca su frente y siento su mirada sobre mí-.Veo que eres muy platicadora –continua desayunando, saltándose el bache.

                                -Un poco, diría que casi nada –destenso el ambiente.

                                ···

                                Después de tomar el desayuno cada uno desaparece dentro de la casa. Me dejaron sin celular por seguridad a que me rastreen y ahora solo tengo un libro de poemas y mi diario en el que guardo cada pequeño fragmento de mis días más relevantes, como este; conocer a un militar que estoy segura me dobla la edad y que además me produce muchos no sé qué.

                                Es muy alto a comparación mía, su pelo es de un tono café oscuro y su piel morena. Ya pueden imaginarse como es el cuerpo de un hombre que pasa en la milicia, perfectamente trabajado, hombros anchos y una personalidad reservada sumado a un atractivo masculino de ¡wao!

                                Todavía me sigo regañando a mí misma por haber asistido a esa discoteca, sospecho que en cualquier momento una persona con arma aparecerá y querrá matarme por lo que vi. Sin ni siquiera tener la culpa.

                                -Milena, ese hombre cuidara de ti –me digo en silencio mientras abro mi libro de poesía y releo el poema anterior.

                                Siempre me ha gustado la literatura, para mí es una forma de forrar la realidad, una manera de creer que lo maravilloso y lo extraordinario existen. Una manera de camuflar mis pensamientos.

                                Podré tener dinero gracias a mis padres, pero de que me sirve sino tengo a los dos juntos, si ambos prefieren su trabajo antes que a mí, si casi nunca hablo con ellos. Mis padres se detestan cuando no estoy frente a ellos y cuando los observo juntos, fingen que se soportan al menos.

                                  Mi escape de sus discusiones siempre ha sido la música y la literatura, además de platicar con los animales del refugio. Desde los diez años he aprendido a vivir sola.

                                  10  Ónix Cromwell

                                  Las afueras.

                                  La FSMI se ha comunicado conmigo, diciéndome que todavía no encuentran algo relativamente sospechoso. En cambio me han pedido mi reporte sobre donde ahora protejo a Milena.

                                  No les he dado mucho, ya que todo está circulando normalmente pero a pesar de la tranquilidad, percibo que afuera se gesta algo. Tanta tranquilidad no me huele bien.

                                  Aunque indago sobre eso, no evité pedir información sobre Milena y leer cada página de su historial, desde que nació hasta el día en que la conocí.

                                  No parece tener una vida interesante, salvo que ama algunos detalles aburridos, detalles que ni de coña haría yo, como leer poseía.

                                  No me imagino leyendo tanta mierda como esa. Sin embargo esta mañana se mostró amigable, no creo que todas las chicas de menos de veinte se muestren tan abiertas con un desconocido. No con uno como yo, que mide casi dos metros de altura y guarda una cara seria y un carácter de autoridad.

                                  La vida nunca ha sido tan suave conmigo y yo tampoco he sido un hombre tan blando, me uní a la milicia porque solo ahí encaje perfectamente con mis conocimientos, con mi potencial, con mis fortalezas. Tanto, que la gente que me conocía me otorgaron un apodo y mis enemigos se encargaron de engrandecerlo, ahora todos me nombran “El Káiser”

                                  -Hola Ónix –escucho su presencia en el cuarto de entrenamiento.

                                  -Si no quieres tener problemas, por favor ve a tu habitación –ordeno fríamente.

                                  -Y si mejor hablamos –sugiere con cuidado-. Para conocernos.

                                  Bendita niña, no se da cuenta su pura belleza me vuelve casi loco.

                                  ¿Qué me pasa? Ya no estoy en esa típica fase de la edad de la punzada. Ya soy todo un hombre. Pero ella, es capaz de cautivarme con su inocente voz y con su incorruptible presencia. Milena, tan pequeña y carga un cuerpo de mujer.

                                  Dios, creo que comienzo a decir estupideces.

                                  -Creo que ya sabemos nuestros nombres –la corto, antes de iniciar algo que no va a terminarse.

                                  -Sí, pero siempre podemos conocer más de alguien que solo es pasajero. ¿No lo crees? –ahora persuasiva resultó.

                                  Dejo a un lado el saco de boxeo y tomo la botella de agua, para hidratarme.

                                  Después de unas horas de asestar golpes el sudor se hace presente y la sed se vuelve recordatoria.

                                  -¿De qué quieres hablar? –siento la jodida necesidad de conocerla más y por eso mismo no puedo correrla.

                                  -¿Sabes cocinar? –pregunta recargada en la puerta. ¡Enserio!-.Es que yo, no.

                                  -Saber cocinar es algo primordial para el ser humano –admiro su ingenuidad.

                                  Realmente quería saber eso. Pobre Milena, y si le dijera que tampoco se cocinar.

                                  -Sí, lo sé –dice con pena-.Es solo que yo…bueno, odio cocinar.

                                  En el ejército debes aprender casi de todo, especialmente lo básico y decir que no; no es una opción que te dejen elegir.

                                  -Entiendo –finjo no darle importancia. Mientras continúo golpeando el saco, tanto que los puños ya me duelen de estar vendados.

                                  -Mejor entrena –sonríe con amabilidad y se dispone a marcharse.

                                  Suelo ser muy indiferente con las mujeres. Sobre todo con las fáciles. Pero la ingenua Milena no es una que se asemeje a esa clase.

                                  -¿Qué comida te gusta? –pregunto sin ni siquiera haberlo pensado.

                                  Demonios, que me sucede. Joder.

                                  Ella se detiene y me regresa la mirada. Una mirada dulce y soñadora.

                                  -Lo que sea –contesta, curvando sus preciosos labios rosados en una pequeña sonrisa.

                                  Yo en cambio, no muestro expresión alguna.

                                  -Bien, te prepararé algo más tarde –digo y entonces vuelvo a entrenar.

                                  -Gracias, Ónix –sale del cuarto de entrenamiento y lo último que le veo es ese listón de organza verde oscuro que le adorna la coleta negra y hace juego con sus lindos ojos esmeralda.

                                  Nunca he permitido que personas inferiores me llamen por mi nombre, salvo mis superiores. Aunque con ella, me encanta como pronuncia mi nombre; le da tanta suavidad a pesar de que la palabra no la tiene.

                                  ···

                                  La casa de seguridad tiene todo, una cocina sumamente surtida y cuenta con cada detalle para vivir. Salvo porque solo hay una puta cama. Todavía sigo cabreado por dormir en el sillón, ya veré como solucionar semejante problema.

                                  Reviso por equis vez la computadora, ya que ahí puedo observar los movimientos de afuera y de adentro, hay cámaras en cada ángulo para su protección.

                                  Soy demasiado ordenado al momento de realizar algo y cocinar no es la excepción.

                                  Me dispongo a iniciar a cocinar cuando la presencia de esa maldita niña hermosa se filtra por mis sentidos.

                                  -Puedo ayudar, si quieres –me dice y la cocina se llena de luz femenina.

                                  -Déjalo así. Mejor siéntate y guarda silencio –impugno, concentrándome en la comida para que no vaya a salirme mal por su culpa.

                                  -Está bien –y hace lo que le pido.

                                  Vaya, linda chica. Obediente.

                                  Después de dorar las tortitas de amaranto con pollo y freír el caldo de jitomate, bajo los platos y apago el fuego. Ella observa mis movimientos con atención, como si estuviera frente a una juez que espera algo bueno de mí.

                                  La noche cayó y ahora trae puesto su pijama con caras de gatos. Desapruebo ese estilo.

                                  -Provecho –le tiendo el plato y me siento frente a ella, sin darle importancia.

                                    Milena me agradece y comienza a diseccionar su tortita con demasiado antojo. Mientras ella esta tan entretenida comiendo, yo no le quito la vista. ¿Cómo es posible que una chiquilla, llame mi atención? No obstante, me hace sentir imbécil.

                                    Milena

                                    Fichada.

                                    La mañana consecutiva hace un ligero frío en Londres, después de arreglarme sencillamente, me coloque una sudadera para ganar un poco de calor. El cielo cian ahora se cubre de una capa espesa de nube blanca; al menos no muestra signos de llover.

                                    Lo mismo desde que estoy con ese militar extremadamente serio, desayunar y apenas cruzar palabra. Comprendo, hay muchas cosas que nos separan pero eso no impide que podamos hablar como dos personas normales.

                                    Tengo mil millones de preguntas formuladas por hacerle, ayer podía tener la oportunidad de preguntarle las cosas más importantes, como por ejemplo: ¿Tienes esposa? ¿Hijos? ¿Qué edad tienes? Pero no, me limite a callarme. No quiero que crea que soy de esas chicas que se obsesionan con algún hombre mayor que ellas solo porque se les despierta el interés y luego se vuelven unas asesinas en serie tras ellos. No, ya tuve suficiente con quien creía mi novio.

                                    La casa donde estábamos era un poco alejado de la urbanidad que hay en el centro de la ciudad, aquí era todo un poco más relajado y con espacio para caminar. De hecho quería salir a distraerme y pensar que mi vida todavía giraba normal.

                                    -Paseamos –me atreví a pedirle. No siempre le iba a pedir permiso al hombre.

                                    Me resultaba incomodo que alguien siempre estuviera tras de mí.

                                    -No –dice así de sencillo. Ni siquiera me mira y ya me echa.

                                    -Entonces nos vemos en un rato –aviso y salgo sin pensármelo dos veces. Bien, si Hércules no quiere caminar, yo sí. Y no necesito tenerlo para andarme con cuidado.

                                    Metí mis manos en los bolsillos de mi sudadera y emprendí camino por la banqueta mientras algunos hacían ejercicio y otros paseaban a sus perros. No estaba sola.

                                    Caminaba con cuidado y debes en cuando vigilaba los carros, ya que por esa ruta casi no circulaban demasiados, por lo cual me sentí más segura al salir. Ya una vez había tenido una mala experiencia automovilística y pensarlo me provocaba nervios.

                                    Continúe caminando mientras pensaba y pensaba y no sé qué tanto me había alejado, cuando de pronto la velocidad de un coche negro me sobresaltó a plena calle, no tuve ni tiempo de analizarlo y unos brazos me rodearon hasta meterme por una calle estrecha, sin embargo todavía escuche los disparos rosar la pared que nos protegió.

                                    Me asusté demasiado pero con esfuerzo me controlé.

                                    Quería saber quién me había abrazado y jalado con fuerza para evitar que me mataran. Literalmente, me mataran.

                                    Y cuando la presión del otro cuerpo disminuyó sobre el mío, me sentí lista para enfrentar a quien fuera.

                                    -¡Te dije que no salieras! –era el militar regañándome y mirándome molesto.

                                    -Yo como iba a saber que hoy iban a matarme –trato de defenderme, todavía con el corazón inflado de susto.

                                    -¡Cállate y vámonos a casa! –inspecciona con cuidado y profesionalidad antes de asomarse en la calle.

                                    No queríamos sorpresas, no de ese tipo.

                                    Después de revisar que no había peligro ni tampoco señal del coche, me condujo por otra calle cerrada apenas permitida para transeúntes. Me sentía muy aliviada de que fuera Ónix quien tiro de mí para protegerme de los disparos.

                                    -Si digo que no, es no. Aprende a obedecer y ser consciente de tu situación –pelea, jalándome de la mano para llevar su paso.

                                    -Iba con cuidado –trato de mantenerle la rapidez.

                                    -Sí, claro. Por eso te diste cuenta de que te seguía –contradice, sin bajar la guardia en cada punto.

                                    Tiene razón, imaginé que probablemente me seguiría pero no contaba con que lo hiciera y menos tan cerca de mi espalda.

                                    -Necesitaba un respiro –digo, igual molesta. El susto a su lado quedaba casi olvidado.

                                    -Maldición, a la próxima aprende a acatar, Milena –sin ganas de llevarle la contraria me dispongo a caminar a su lado.

                                    De un hombre grande e indiferente paso a ser un hombre centinela y preparado para el ataque, aquello me hizo comprender finalmente que esos criminales no me iban a dejar en paz después de presenciar su puto crimen. ¿Pero cómo me reconocieron?

                                    Todo fue de noche y ni siquiera les di un segundo de sobra para que lograran verme perfectamente y reconocerme.

                                    Piensa Milena, piensa Milena. Me regaño mentalmente. Bueno esos tipos, son profesionales y todos sabemos que un criminal si ocupa su cerebro. Para mal, pero lo ocupa.

                                    ···

                                    -¿Tienes alguna puta idea de cómo te reconocieron esa noche? –cuestiona el militar con temple agudizo.

                                    Bueno, después de su enojo se preocupa por mi susto, ya que me prepara un té sin azúcar y con muchas ganas de regañarme primero se controla.

                                    -No, no sé. El pasillo estaba oscuro y tan solo ver los guardias supe que era motivo suficiente para salir corriendo –contesto, haciendo memoria de los acontecimientos.

                                    -¿Entonces? –por un largo segundo se me queda viendo y siento que unos rayos ligeros pasan por mi piel al ver su profunda mirada gris sobre mí.

                                    No digo nada, porque también trato de encontrar respuesta alguna.

                                    -El listón, ¿siempre te lo pones? –su interrogativa me sorprende.

                                    Arqueo las cejas en respuesta y después de recuperar el habla, contesto.

                                    -Sí. Me encanta llevarlo –bebo mi asqueroso té y lo miro con serenidad.

                                      -Carajo, solo así te reconocieron –y por primera vez percibo al militar preocupado por mi situación. Su mirada gris se resbala de mi cuerpo y luego la dirige a algún punto impreciso donde le sirve para analizar y cuestionar con seriedad.

                                      Mi corazón por fin recuperó su estado normal pero mi mente no se quita de encima que afuera unos criminales me están esperando, listos para matarme.

                                      No creo que mi listón fuera suficiente característica mía. ¡Mi propio listón me fichó!

                                      -¿Qué vamos hacer? –indago mientras aprovecho la oportunidad de analizarlo.

                                      Solo vestía una playera gruesa y un pantalón de mezclilla oscuro, su perfil estaba perfectamente trazado incluso podría ser un artista a simple vista, tiene unas largas y gruesas pestañas oscuras y una linda nariz que ocupaba menos de noventa grados lo cual resalta su atractivo masculino. ¡Dios, lo quiero para mí; sí!

                                      -Tú portarte bien –me señala sin mirarme y mis mejías arden ante su orden-.Del resto me encargo yo –se levanta de las escaleras que conduce a mi habitación y me deja sola en la cocina bebiendo mi asqueroso té de quien sabe qué.

                                      Dios, ni siquiera imagino verdaderamente furioso a Ónix. Sé que es mucho mayor que yo y por su trabajo se siente doblemente responsable. ¿Qué cuentas le entregara a Margaret Díaz, cuando le diga que yo morí?

                                      No, ni Dios lo mande.

                                      Pero ahora no solo me preocupo por mí sino también por mis padres, si esos sujetos ya me ficharon lo más probable es que también lo hagan con ellos. Vamos, mi madre siempre está rodeada de seguridad política y mi padre, él, seguro que ya se contrató algunos guardaespaldas con los que lidiar.

                                        Aun así no se va de mi mente que mi familia corra peligro, o si mis amigas también estén incluidas en este problema. Ya que la última vez ni siquiera logre despedirme de ellas en el Sound.

                                        12  Evan

                                        Mesa redonda.

                                        No puedo dejar cabos sueltos al momento de ejecutar asuntos. Las cosas no funcionan así y encima tengo a los consejeros de mi padre echándome la bronca.

                                        Nos hemos reunido en una isla alemana, Fohr que es la segunda más grande del país y forma parte de las islas septentrionales en la costa alemana del mar de Frisia.

                                        Dentro de la mesa redonda se encuentra mi padre, un hombre de cabello rubio platino hasta los hombros y cejas negras con piel bronceada, también esta Deniska mi hermana mayor con veinticinco años de edad y dada en matrimonio, aunque no esté cerca de ella puedo sentir su energía negativa invadiendo la sala. Y otros ancianos que forman el consejo primordial de HIDRA.

                                        -Nos hemos reunido para discutir la situación del hijo de Leone –inicia un viejo chino con las manos en la mesa.

                                        Mi padre levanta la barbilla y luego la baja, atento a cada movimiento.

                                        -Es hora de que el joven Evan consiga una mujer digna para que le entregue un heredero –menciona el anciano chino de nombre Ming.

                                        Sabía que en cualquier maldito momento, los consejeros pedirían algo así. Esa es la tradición desde que se erigió la primera cabeza criminal de HIDRA, casarse y siempre elegir un sucesor que cumpla los mandatos.

                                        -Leone, a su corta edad nos ha demostrado que Evan es digno de ser quien gobierne la mayor organización. Es momento de concederle la oportunidad al hijo –continua Ming.

                                        -Momento –intervengo, tragando mis ganas de matar al anciano ahora mismo-.Yo decido cuando elegir mujer –desafío a todos en la mesa.

                                        Mi padre se mantiene callado y serio, mientras Deniska solo aprueba y desaprueba mis acciones. Pero me importa nada lo que todos estén pensando.

                                        -Los tiempos se marcan –me recuerda con malicia.

                                        A los cincuenta años de Leone, todavía es un hombre que sabe manejar el mundo y por lo tanto a mí, que apenas guardo los veintitrés se me solicita conseguir mujer, ya que en estos largos meses no he propuesto a ninguna.

                                        Lo cual me cabrea, no perderé tiempo buscando afortunadas ambiciosas que se quieran regodear con nuestro imperio y luego salir con las manos llenas.

                                        -Se termina el consejo –mi padre golpea la mesa y cada anciano presente se levanta.

                                        Las horas pasan y mi familia se marcha, Salvatore todavía tiene que cortejar a Deniska, antes de desposarla. Mientras yo me hundo en un bar de Fohr y revivo mis últimos movimientos la testigo no murió y es mejor dejarla vivir, parece que le pusieron un ángel de la guarda muy protector y capacitado o eso dicen del Káiser, pero ya ocupare esas dos piezas para mi tabla de ajedrez.

                                          Y la hija de Guillermo llevará un lugar importante en mi juego. Milena, un hermoso nombre para una pequeña que parece ser la misma Helena de Troya.

                                                                  *Gracias por leer*
                                          13   Ónix Cromwell

                                          Alertas.

                                          Pero en qué demonios pensaba esa chiquilla que con su única belleza vuelca mis neuronas y al mismo tiempo dispara mis hormonas. Ella tan inocente y pura, caminando sobre la banqueta de una peligrosa ciudad, sola.

                                          Cuando me dijo que paseáramos me negué, y aunque tenga muchas ganas de conocerla en su totalidad me niego a ceder. En toda mi vida jamás había experimentado emociones extrañas por una chiquilla mucho menor que yo. Pero verla caminar, tan indefensa y expuesta me surgieron ganas de protegerla de verdad, todos los días solo he sabido despedazar y saciarme de mis triunfos, nunca he poseído algo lindo por el cual deba sacar mi lado protector, mi lado sensible y a la vez mi lado depredador. Pero la tierna Milena puede llevarme a hacer todo eso con solo mirarme.

                                          Todavía no alcanzo a comprender como lograron dar con nosotros, se supone que la ruta por donde la tengo ubicada es segura, pertenece a la FSMI y ellos no se andan con juegos ni burradas.

                                          Mientras caliento el motor del Sedan que llevaremos, Milena se entretiene sentada en las escaleras que dan en la puerta principal de la casa. Su ex novio, Elián es un pedazo de idiota, mira que hacerle creer que la amaba cuando en realidad andaba con otras dos chicas aparte de ella, me cabrea a tal grado que si lo tuviera en frente lo mandaría a un estado de coma durante al menos media vida. Finjo que limpio el cristal de la ventana con el pretexto de observarla, sus vírgenes labios rosados junto a su impecable cabellera oscura resalta el color de su inmaculada piel clara y la forma en que se concentra en leer un estúpido libro de poemas, la hace parecer una divina tentación. Si tan solo ella tuviera unos años más y yo unos menos…, desearía…

                                          Momento, una llamada me está entrando…

                                          -¿Quién demonios es…? –suelto furioso con la persona que me interrumpió.

                                          -¡Hey, soy yo; Dove! –me apacigua y reconozco a la mujer que si no me equivoco, muere por mí a kilómetros.

                                          -¿Ahora qué? –guardo la franela dentro del coche.

                                          -Faith te necesita ahora mismo –comunica y siento que el mundo pesa-.No tardes.

                                          -Bien –dicho eso, corto la llamada.

                                          Guardo el móvil en mi chaqueta y camino hacia donde la chiquilla de ojos esmeralda espera pacientemente y cuando ni siquiera soy capaz de articular palabra, ella ya me está hablando.

                                          -¿Iremos alguna parte? Quieres que cierre las puertas –su voz es un canto para mis oídos.

                                          -Por favor –digo apenas en un gruñido y me regreso al coche.

                                          ···

                                          Nuevamente nos dirigimos a la Base Secreta, hace días que no he pisado la estación y me urge ponerme al tanto de los malditos problemas y movimientos que genera el mundo. Entre ellos, el atentado contra mi pequeña Milena.

                                          -No lo tomes mal, Ony; pero me encantaría saber…-murmura en voz baja y nerviosa-. ¿Tienes esposa e hijos? –voltea su perfecto rostro hacía mí.

                                          Su pregunta me hace apretar el volante con las manos y tensar la mandíbula, pero aun así de igual manera le regreso la mirada.

                                          -Ninguno de los dos –respondo francamente, regresando la vista al frente y formulándome millones de cosas en la mente.

                                          -Entonces, ¿Qué edad tienes? –cuestiona con la duda abarcando sus cejas bien trazadas.

                                          -Cuantos años te imaginas –contesto, animándola a tantear y disculparse más tarde.

                                          Piensa por un minuto antes de hablar-: Treinta, tal vez.

                                          -Mal cálculo, soy todavía un jovenazo –bromeo-.Tengo treinta y cuatro –confieso llevando la mirada recta entre las calles de Londres.

                                          El tráfico es saturado, pero mucho más saturado son mis ganas de conocer a la señorita Foster que va a mi lado admirando la cuidad, como si no viviera aquí.

                                          -¿Sabes? Eres todo un dinosaurio –se burla viendo hacía la ventana y su ingenua risita, me saca una ligera sonrisa.

                                          -Que sinceridad –digo, gustoso por sus palabras que parecen ser flores regadas entre el pasto de un bello campo.

                                          ···

                                          Pronto llegamos a la BMI y el puñado de soldados en entrenamiento camufla la base de arriba, mientras la torre de vigilancia me reconoce y me permite la entrada sin la necesidad de registrarme.

                                          -Escucha, necesito que te quedes aquí. En el coche y me esperes, no tardare. ¿Entiendes, Milena? –establezco antes de bajar y atrapo sus ojos verdes para captar alguna buena respuesta.

                                          -Sí, señor –dice y aletea sus largas pestañas como si se tratara de alas de mariposas en pleno vuelo.

                                            -Perfecto –cierro la puerta y me encamino al interior de la planta para después tomar el elevador que desciende al subterráneo, lugar donde se guarda lo mejor de lo mejor de Inteligencia Militar.

                                            Una vez que se abren las puertas, el jodido movimiento militar del cuartel se hace presente. Teléfonos gruñendo, tacones picando el pobre suelo, millares de conversaciones y tonos, quejas y otros putos relajos.

                                            -Mi káiser, aquí por favor –señala el sargento segundo que es una mujer vestida con el uniforme acorde al ejército británico. La sigo hasta una sala privada donde un pequeño grupo de superiores ya se encuentran reunidos, esperándome.

                                            -Comandante, Cromwell –me saludan como es debido y luego iniciamos.

                                            -Hemos detectado algo –informa Faith mirando a la pantalla que yace colgada sobre una pared asegurada-.Cada batalla enfrentada comienza a tener sentido, primero luchamos contra un capo de México que intentaba comercializar con un mafioso de la frontera de Estados Unidos, luego continuamos con la legión del gánster en Gibraltar, sin olvidar que enfrentamos al traficante de armas en Kenia y ahora, finalmente registramos un fuerte desliz en las afueras de Alemania. ¡Señores, les presento a HIDRA! –pulsa un botón del control y en la pantalla se dibuja al monstruo mítico, tal y como lo pintan en los libros de historia.

                                            Siete cabezas colosales y con estilo de dragón, unidas a un solo cuerpo con cuatro patas y garras, además de una cola larga.

                                            -El nombre de una nueva organización –demanda el brigadier, un hombre maduro con barba espesa de color negro y aire tirano-.Otro más que se suma a la lista.

                                            -Lo menos precias tan pronto –intercedo con la concentración en la imagen.

                                            -No Brigadier, HIDRA ya es una organización antigua –espeta Faith observándolo vilmente-.Esta nueva aparición ha estado desde mucho antes y créanme que no solo se trata de un simple grupo criminal cualquiera, hablamos de un domador grande. Uno que rige a los menores, nunca antes habíamos tratado con uno de esta categoría –concluye la mujer, tomando asiento y canalizando nuestras expresiones.

                                            -Entonces cada estúpida batalla anterior, solo servía de una maldita distracción para que el grande pudiera hacer lo mejor sobre nosotros –indaga el mayor.

                                            -Efectivamente, señor Barker. Hemos sido burlados –admite Faith con suficiencia.

                                            En lo que respecta los dos siguientes minutos, un silencio se apodera de la sala. Cada integrante permanece sumido, mientras que yo trato de encajar el asesinato de la discoteca con eliminar a Milena Foster, cada criminal no deja pistas para sus captores y menos tratándose de una fuerza de élite.

                                            -Vamos, ¿Qué sucedió con los cuerpos marcados? –cuestiono frotándome la barbilla.

                                            -Todos desaparecidos, solo uno encontrado. El sujeto de la discoteca que la señorita Milena nombró –la superior pulsa otro botón para cambiar de imagen-.Balas de bronce con un tatuado de H en cada munición, y únicamente diseñados.

                                            -De cualquier forma, no tenemos investigación suficiente para adelantarnos a otro paso. Recomiendo esperar en lo que nos contactamos con las fuerzas aéreas y aseguramos nuestra siguiente acción –habla el General Augusto Stone, a quien siempre he admirado a pesar de que somos muy diferentes.

                                            Después de discutir otro rato, finalmente tocamos el caso de Milena. Dando a conocer el reciente atentado y a la vez el informe de sus padres, actividades y relaciones con el exterior. Algunos aceptan que se siga protegiendo sobre todo en estos casos, pero hay quienes se imponen y lo mejor es mandarlos a la mierda.

                                            La reunión se termina y mi cabeza automáticamente gira a su nombre, preguntándome que tan bien se estará portando y cuánto tiempo lleva esperándome allá arriba. Hace nada apenas la vi y en mí crece algo que definiría como nocivo, en estos días que la he tratado siento que su simple ser ha abierto algo en mí, una sensación, un sentimiento que nunca antes había demostrado. Es como si esa pequeña Diosa hubiera conquistado la pantera que me compone, que me define.

                                            Carajo, otra vez empiezo a decir idioteces. ¿Cómo una mujercita va a despertar mi interés? Idiota, podría ser mi hermana menor.

                                            Cabreado por lo que me agita adentro, emerjo al exterior y me encamino de prisa al sedan que aparque fuera del cuartel y en donde estrictamente le advertí a esa tentación quedarse quieta y esperándome.

                                            Pero claro, todo tiene que ser así.

                                            Llego esperanzado con encontrarme sus brillantes ojos cautivadores y demostrándome que sabe acatar órdenes de sus mayores, pero no verla dentro del auto y menos cerca de ahí, despierta mi furia.

                                            ¿Dónde demonios se metió? Cuando la encuentre le jalare las orejas.

                                            Furioso, empiezo a buscarla por los alrededores porque estoy seguro que dentro no puede estar, las entradas a externos del cuartel es prohibida, si entran salen muertos, bueno, no tanto así.

                                            Camino directo al campo libre donde entrenan los soldados, esperanzado en que ella este ahí viéndolos entrenar y partirse el lomo como animales, solo por servir a su nación, pero ni eso. Nada de Milena en esa área. Aprieto los puños y pienso. Seguro que la señorita puede estar en los baños, entonces congelando mi furia me dirijo hasta los cubículos y ahí, una fuerza negra me nace al encontrarla.

                                              Milena, tomada a la fuerza por un estúpido novato recién ingresado. Como me explico, ella forcejeaba para evitar que ese asqueroso muchacho chocara sus labios contra los de ella, ni siquiera use la razón para apartar al sujeto y estrellarlo contra la pared que daba lejos de la entrada de los baños, lo estampe y le partí la cara con los puños de acero que cargo, completamente rabioso.

                                              -¡No vuelvas a tocarla! –vocifere y hasta la misma Milena retrocedió asustada.

                                              Dejé a ese pedazo de escoria con la cara hecha trizas y jale de ella a la salida, o entonces los tres estaríamos en un puto problema.

                                              -Yo solo venía a los baños –se justifica, con el semblante tímido.

                                              -¡Cállate, Milena! –digo decepcionado y engulléndola al coche.

                                              Le cierro la puerta y después azoto la mía, girando el switch listo para arrancar con la velocidad y el enojo echando humo.

                                              -De verdad, Ony…no quería…

                                              -Dije, calla –sentencio mientras me controlo. Un militar debe poseer control sobre sí mismo y mantener la cabeza fría en todo momento. No dejarse llevar por los impulsos y menos por los que una chiquilla genera.

                                              ···

                                              En casa le finjo indiferencia y al mismo tiempo le exijo una maldita explicación. Todavía recordando como ese novato calenturiento apretaba los brazos de ella.

                                              -Ahora, ¿Qué diablos pasó? –suelto con la voz y el tono más estable.

                                              -Quería refrescarme la cara, sí. Busque los baños y cuando salí, ese…-puso cara de asco-.Me topó y sus ojos me recorrieron suciamente, yo solo lo evite y continúe, no había nadie más ahí. Ni siquiera sabía que estaba haciendo ahí y cuando lo ignoré sentí sus manos sobre mí y me decía cosas indecentes. ¡Eso pasó! No tuve la culpa de nada –se yergue y me enfrenta, a pesar de su mediana estatura a comparación mía, no teme que ahora mismo la azote por ser irresponsable. Pero como dijo, no tuvo la culpa de nada.

                                              Yo mismo me he percatado de la atención que desata en los hombres, su simple belleza hace despertar el hambre sucia en cada sujeto, su hermosura no es que se pase por desapercibido. A pesar de apenas contar con diecisiete, muestra un cuerpo de mujer madura, sus curvas se marcan y aunque no cuente con una súper estatura, Dios le concedió un maldito cuerpazo que hace fantasear su inocencia. Aunque se escuche perverso, Milena es todo un puto pecado y seguro que ella ni es consciente.

                                              -A la próxima, chaparrita. Ándate con más cuidado –me encorvo para casi tocar mi nariz con la suya y entonces su respiración se dispara. Al igual que la mía.

                                              Solo que no se, si es por enojo o por lo que todo ella despierta en mí.

                                              Es como si mi animal me ordenara protegerla. Y yo decidiera obedecerlo.

                                              Me aparto de la hermosa Milena y transformado en un torbellino me encamino a donde sea, dentro de la casa; más bien me voy a revisar las cámaras y procesar todo sobre la nueva organización HIDRA.

                                                Pero ni eso quita, que sus verdes ojos y su largo cabello negro me persigan en sueños y pensamientos.

                                                ******

                                                14  Milena

                                                Imaginaciones.

                                                No quiero pensarlo, seguro que ese hombre seguirá molesto conmigo después de ayer. Grabé perfectamente su pulcra mirada de odio hacia aquel chico que intentaba propasarse conmigo, su mirada gris destiló un destello felino, juré que mataría a ese muchacho ahí mismo, en su Base. Dios, debí ser más cuidadosa al dejar el coche.

                                                Sin embargo, ese gran militar me causa millones de hilos electrizantes por todo mi cuerpo y su simple mirada felina explota mis pobres mariposas estomacales que hasta entonces o hasta antes de conocerlo, dormían profundamente.

                                                Temo que lo que sienta por él, sea “atracción” Dios, no puede ser eso.

                                                Me dobla en edad y sin contar el millar de cosas que nos separan, ninguno conoce nada del otro y me aterra saber que se dé cuenta de lo que empiezo a sentir desde dentro. Ni con Elián experimenté aquello que se define como…como…como quien sabe qué.

                                                -Ony, no quiero que estés molesto conmigo –pido una vez haciéndole compañía en la mesa. El guapísimo militar, siempre tan profesional e implacable. Alza la vista, como acordándose de que no vive solo.

                                                Decidí ponerle Ony de cariño, como un inicio de una buena relación. Aunque dudo que él bello Hércules me acepte.

                                                -Tendrás que hacer algo para ganar mi confianza –dice mientras sorba su café y me observa desde la mesa. Tan serio, tan tentador, tan masculino…que Dios, ruega por mí. No Milena, las estrellas no se pueden tocar; solo contemplar.

                                                -Lo que quieras, mi Káiser –agrego ilusionada a caerle bien de nuevo. En realidad ni se si le agrado. Pero una cosa más que se de él, es su apodo.

                                                -¿Cómo sabes mi sobrenombre? –pregunta curioso y se olvida de su café para observarme atento y accesible.

                                                -Bueno…lo escuche por casualidad el día en que nos conocimos –bajo la mirada a mi desayuno y respiro tranquilamente.

                                                -Con que observadora –dice y puedo sentir sus implacables ojos sobre mí. Haciendo que mis delatadoras mejías ardan-.Desayuna –luego revisa su teléfono.

                                                -¿Qué se sabe sobre las personas que iban a matarme? Necesito saberlo –pregunto con el mal sabor empalándome la boca.

                                                -No mucho, pero primero desayuna Milena –estipula y sé que no debo rechistar.

                                                -Puedes contármelo mientras desayuno. No creo que me cause un dolor de muela –insisto en saber más de la cuenta. Quiero saber que sucede allá fuera, que tan peligrosos resultan estos criminales que rastrean mi olor, mis huellas, todo.

                                                Guarda su teléfono y me observa detenidamente, expresando que pagaré un precio alto por insistir. Entonces cruza los brazos y suspira.

                                                -Por favor, Ónix –estoy en mi derecho de exigirlo.

                                                -Al parecer los asesinos del club trabajan para una organización denominada HIDRA, mis compañeros de Inteligencia Informática están trabajando en ello. Aún no hemos recaudado lo suficiente para asegurar algo –responde y de su bolsillo saca un cigarro el cual enciende y saborea con calma.

                                                -Eso es tan malo, verdad –trato de entender los alcances de ese mundo.

                                                -Tan malo como el mismo infierno –da una bocanada honda a su cigarro.

                                                Cada que mencionan,
                                                Organización Criminal me imagino a esas películas de Hollywood donde salen hombres buenos y hombres malos queriendo domar al mundo completo y sintiéndose los imponentes. Hombres que manejan el terror, el tráfico y las amenazas contra todos. A pesar de que la realidad no sea tanto como en las películas de Universal, siento culpabilidad por lo que aquel matón dijo en el club: “Entonces hare que su pequeña hija de doce años pague las consecuencias en la red de tráfico” y si lo cumplieron y ahora una inocente sufre o corre peligro. Comprendo la frase, “pagan justos por pecadores” no, al dedo con eso.

                                                -Mil, estarás bien. Deja que la FSMI se encargue –sus palabras fueron como un pilar. Justo necesitaba escuchar aquello, pero sobre todo moría por oírle abreviar mi nombre y al hacerlo, sonó tan perfecto de su boca.

                                                -Ya, eso espero.

                                                ···

                                                Horas tarde me entretenía saboreando una paleta de caramelo, para imaginarme que la vida no es tan amarga a veces y que aunque resulte fatal, siempre podemos encontrar dulzura en algo, así sea en un estúpido dulce.

                                                -Me ducharé –avisa cargando una toalla blanca sobre su hombro.

                                                -¿Quieres que te ayude? –me burlo, Dios, ni siquiera quería decir eso…metí la pata.

                                                Él arquea sus cejas gruesas y noto un brillo pícaro, seguro que mi vergüenza me hace imaginar cosas dobles.

                                                  -No suena mal. Después de ti –me muestra la salida que da al baño y yo me ruborizo. ¡Tierra, trágame! ¡Tierra, yo no dije eso!

                                                  -No creo que tengas tanta suerte –me pavoneo y en lugar de salir, huyo por otra puerta con el corazón galopando como un caballo loco.

                                                  Seguro que el militar término burlándose de mí. Espero que no, escapé decentemente, sin levantar sospechas.

                                                  Los siguientes quince minutos me encuentro escuchando música mientras me estiro en el sofá de la sala pequeña que tiene la casa. Tomando una breve siesta con los audífonos puestos y encima tarareando la canción de Ex´s & Oh´s de Elle King; ya que su letra me encanta.

                                                  -Ahora me estas esperando –escucho una voz por lo alto de mi ruido silencioso.

                                                  -¡Que! No, no… ¿Quién pasea por la sala casi, desnudo? –me quejo cuando descubro que ese compuesto de músculos me observa, recargado en la pared y para el colmo con el torso descubierto y el pecho perfectamente tallado.

                                                  “Sillón, agárrame que desfallezco” Nunca antes me habían dicho que los militares estaban buenos.

                                                  -Solo yo –arquea sus cejas en un modo casual y Dios, que puto cuerpo se carga este hombre.

                                                  -Bueno, bueno…-me saco los audífonos y le dejo el espacio. Porque temo desmayarme por culpa de su atractivo masculino.

                                                  -¿A dónde vas? –me detiene en seco y todo el oxígeno se me escapa, yo solo iba a escapar…

                                                  -A darte privacidad –aleteo mis pestañas y sonrío inocentemente.

                                                  El cacho de Hércules anda muy amigable y eso… eso…me hace sentir un millar de cosas. Con esfuerzo mantengo la cara en algún punto, ya que siento la necesidad de contarle los músculos.

                                                  -Bien –ladea una sonrisa enigmática y ¿Qué? Solo eso, luego camina y coge una playera negra para cubrirse y parecer modelo con sus pantalones de mezclilla.

                                                  El aire se me escapa. ¿Cómo un hombre tiene tanto efecto sobre mí? Vamos, es solo uno cualquiera y sin importancia.

                                                  Me giro y huyo a mi habitación donde entro confundida y a la vez emocionada. Ónix, mostrando su lado agradable y por primera vez guardando en su bolsillo ese hombre protector y reservado e indiferente.

                                                  ···

                                                  Los siguientes días pasan y sigo sin recibir noticias del exterior, ni siquiera algo que me diga que mis padres me extrañan o desean verme. Un vacío se me va creando, Ónix es bueno y en pocas ocasiones lindo, pero solo eso para después meterse en ese papel de hombre responsable y elemento británico.

                                                  Sin embargo hay algo dentro de mí que se alegra por saber que no tiene esposa ni hijos. Aunque no lo crean ya es todo un triunfo. Y aun así hay demasiado que anhelo averiguar. No sé cuánto tiempo más estaré en esta situación.

                                                  -Me acompañas a ir al refugio de animales de Battersea. No queda lejos –me encojo de hombros. Él podrá estar muy ocupado con su computadora y metido en sus asuntos, pero yo también tengo la necesidad de distraerme y el hogar de mascotas es un abrigo para mí.

                                                  Battersea brinda hogar a muchas mascotas abandonadas además de ser un famoso refugio animal en Inglaterra, se encarga de gatos y perros que requieren ayuda.

                                                  -Milena, estoy ocupado y recuerdas que afuera hay personas buscándote –me reprocha desde la pequeña sala.

                                                  Suspiro con desaprobación. No quiero que crea que soy una estúpida niña caprichosa.

                                                  -Entonces tendré cuidado –digo enojada y cierro la puerta. Ya me da igual si quiere o no acompañarme, en esta ocasión tendré mayor cuidado al caminar las calles.

                                                  Pero antes de tocar la puerta de la salida, lo siento viniendo detrás de mí.

                                                  -Realmente no entiendes –me toma del antebrazo y con cuidado me estampa en la pared que da a un lado de la salida.

                                                  Sus profundos; iris grises se dilatan al inspeccionarme tan de cerca y mi aliento se eleva con la de él. Yo por ser estúpida y él por sentirse responsable de mí.

                                                  -No, no entiendo. Y creo que ambos necesitamos separarnos uno del otro. ¿A caso no te hartas de protegerme? Solo quiero un maldito respiro –lo encaro y su nariz perfecta casi acaricia la mía a pesar de su gran altura.

                                                  -Pues no, estoy aquí para encargarme de ti y si no salgo yo; tú tampoco lo haces. Chaparrita –suelta con la voz petulante y entonces sí que de verdad quiero huir.

                                                  Respiro dolorosamente y aun así me mantiene pegada a la pared.

                                                  -Pues vete mucho al dedo, voy a salir –impugno y trato de zafarme de su intercepción, pero solo parezco un peludo gatito a comparación del alto militar que me retiene gustoso.

                                                  -No creo que puedas escaparte de mí –murmura tan tentativamente y juro que mi cuerpo no quiere escaparse de él. Rayos, debo demostrarle que si puedo zafarme de su agarre.

                                                  -¿Tan seguro estas? –alzo las cejas en modo retadora y examino su brilloso gris en la mirada que me entrega y que al mismo tiempo me provoca esos horribles no sé qué dentro y fuera de mi cuerpo.

                                                  -Demuéstrame –y parece bloquearme más contra la pared.

                                                    Vamos Milena, piensa, piensa…como burlas a este muro de músculos.

                                                    Me quedo ahí petrificada, analizando el panorama y entonces algo se me ocurre…

                                                    Tumbar a mi agresor utilizando una sencilla tijera en el cuello y después inmovilizarlo en el suelo con la técnica de armlock que consta en presionar un punto clave de la muñeca. Por inercia recuerdo aquello.

                                                    Pongo mi mano sobre su cuello y entonces elevo mi pie derecho y lo coloco en el costado contrario de su cadera para después apoyarme del otro pie y anclarlo sobre su hombro a modo de engancharlo y tirar de él, al piso, donde una vez ahí le presiono el centro de la muñeca. Y juntos acostados, pero yo aplastando su muñeca.

                                                    Sí, soy chaparrita.

                                                    -Ahora, adiós –le suelto y rápidamente me libero de su alcance. El cruel militar queda sorprendido por mi técnica de autodefensa. Aunque claro, para él no fue ningún problema.

                                                    Y agradezco por primera vez a mi padre, el haberme obligado a tomar clases primordiales de taekwondo y otras ligeras artes de defensa personal. Siempre me recordaba que era necesario.

                                                    -Nada mal para ti. Bien, vayamos a dónde diablos quieras ir –dice frustrado y a la vez complacido, para después cruzar la sala y tomar su chaqueta.

                                                    -Todo era tan fácil –expreso abriéndole la puerta y saliendo primero.

                                                    Minutos después ya estamos sobre las calles monopolizadas de Londres y lo escucho maldiciendo por lo bajo. Sé que no lo tengo feliz, pero eso ya es su problema, hasta entonces me he sabido comportar.

                                                    ·

                                                    Pronto estamos entrando a la calle principal de uno de los tantos hogares de Battersea, una edificación de ladrillos anaranjados con grandes portales.

                                                    -Esto es una mierda –susurra para sí mismo y yo lo ignoro.

                                                    -Gracias –digo a regañadientes y me acomodo el listón verde sobre mi trenza que libera mechones de pelo negro-. ¿Vienes?

                                                    Ambos bajamos del auto y tomo su respuesta como un “ya ni modo.”

                                                    Mientras que por dentro mi chica mala sonríe pícaramente.

                                                    Nos adentramos y los pocos encargados del hogar ya me conocen, por lo tanto me dejan entrar con el hermoso militar que parece no encajar en dicho sitio.

                                                    Como dije, amo a los animales y porque no darles un poco de amor. Mi madre siempre ha dicho “hay que ayudar a los demás” entonces eso hago con mis semejantes, en realidad solo con los animales.

                                                    -Tienes idea, de cuantos de estos lindos animalitos anhelan un hogar –inicio la conversación mientras lo dirijo al área donde los guardan y cuidan.

                                                    -No y me importa una mierda –dice enojado.

                                                    -Ya me quedó claro. Sabes que, mejor vete a dormir al coche –señalo y luego le doy la espalda por su mala actitud.

                                                    Dios, como puede ser tan insensible este hombre con los agradables perros y gatos que nos observan amablemente.

                                                    -Me estás cabreando, Milena –castañea de furia en mí oído como un secreto.

                                                    -Entonces ignórame, Ónix –hablo segura al tiempo que me dirijo a una jaula enorme para acariciar al que lo ocupa.

                                                    -Hola, chico malo. ¿Cómo te has portado? –cuchicheo al perro blanco que me ve con alegría canina. Meto mi mano con cuidado y el perro me reconoce.

                                                    Es un lindo Akita, o mejor dicho de la raza del perro que protagoniza la película –y el cual me hizo llorar durante cuatro días-; Hachiko; los últimos meses he venido seguido a medio ayudar al refugio y de entre todos los que viven aquí, este Akita me recibió a la primera. Sin cuestionar ni discriminar, seguro que tiene la esperanza de que lo adopte prontamente.

                                                    Escucho resoplar al militar y en respuesta mi perro le ladra.

                                                    -Sabes que todos los perros del mundo son inteligentes, y perciben cuando otras personas no respetan a sus dueños. Por eso terminan ladrándoles y si no tienen tanta suerte, los terminan mordiendo –estallo mientras acaricio el grueso pelaje de mi perro blanco para apaciguarlo.

                                                    -Tú no eres la dueña de ese monstruo –le dice al perro, pero no con odio sino con burla para desquitarse conmigo.

                                                    -¡Pues no! Pero lo adoptaré algún día –contesto ignorándolo y me concentro en jalar suavemente las orejas del Akita-.Su nombre es Chappie –los presento, como si se tratase de dos personas desconocidas.

                                                    -Y este de aquí –le hablo al perro señalándole al militar-.Se llama Ónix, pero es un tío pesado, así que olvídate de hacerlo de amigo –murmuro a Chappie y este ladra y lame mi mano.

                                                    ¡Ay, lo amo! A mis padres siempre les ha aterrado la idea de que viva o duerma con un perro, desde pequeña me lo han prohibido pero de un tiempo a la fecha, sus mandatos ya me vienen valiendo. No siempre seré su niña linda que se deje manipular. Por supuesto que no.

                                                    -A puesto a que ese perro, le caigo mejor yo, que tú –espeta con orgullo y burla.

                                                    Pongo los ojos en blanco, si como no. Y siento que él se ríe de mí.

                                                    -No lo creo, tu eres amargado y yo una dulzura –contradigo aleteando mis pestañas.

                                                      Después de eso, empiezo con mi labor de bañar a los gatos y aunque no quieran no les dejo opción, los meto al agua tibia y los empapo de champú, para que cuando alguien decida adoptarlos, generen una presentación cariñosa.

                                                      ··

                                                      -Mil, te extrañábamos por acá –dice un muchacho alto y sonriente.

                                                      -Hola, Fénix –lo saludo amablemente-.Solo no he tenido tiempo –sonrío y termino de secar a un gato gris que parece estar de mal humor.

                                                      Fénix es un ayudante de Battersea, más o menos de mi edad y si somos honestos, le gusto desde la primera vez que nos vimos. Es agradable conmigo y siempre me habla, bueno suele hablar con todo el mundo.

                                                      -¿Escuela o novio? –pregunta con una amplia sonrisa-.Tal vez podamos salir a tomar un helado…yo invito –propone y automáticamente mis mejías arden.

                                                      -No, no puedo –respondo encogiendo los hombros.

                                                      -Ya es hora de irnos –avisa el militar que hasta entonces se había mantenido alejado.

                                                      -¿Viniste acompañada? –Más que pregunta es una afirmación y su mirada decae-. Bueno no importa, ya habrá otra oportunidad –traga saliva y yo aprovecho para despedirme de Fénix.

                                                      Respiro hondo y entonces toda mi realidad me golpea ligeramente, al mirar las calles transitadas de Londres y saber que mis padres continúan con sus vidas normales.

                                                      Y encima no quiero cargar con el enojo de mi protector, así que obedientemente me adentro al auto.

                                                      -¿Vas a decirme donde aprendiste autodefensa? –murmura cuando ya estamos a medio camino de regreso.

                                                      Me recargo en el asiento del copiloto y echo memoria.

                                                      -Las circunstancias me obligaron –suspiro aliviándome del recuerdo-.Tenía solo quince cuando comencé a tomar cursos de defensa. Un día después de la escuela le pedí al chofer llevarme a la empresa de mi padre para entregarle un regalo de cumpleaños, estando ahí esperaba encontrar a mi padre en la sala de reuniones pero en cambio me encontré a uno de sus socios –trago saliva-.Él aprovecho la ausencia de mi padre para hacerme plática y cuando finalmente descubrí sus intenciones ya era tarde para salir, él hombre me cerró la salida y me obligo a besarlo. Después de eso, pareció obsesionarse conmigo, todos los días me mandaba flores y chocolates; pero claro yo había ocultado el secreto, me sentía avergonzada y mis padres creían que mi ex novio enviaba esos detalles a lo cual restaron importancia, entonces temía que me sucediera algo grave y le conté a mi padre, desde ese entonces me obligó a aprender un poco sobre autodefensa –junto mis manos y encaro a la ventana.

                                                      Se crea un silencio y los ritmos de Nickelback se respiran dentro del auto.

                                                      -Hiciste bien en aceptar esos cursos –me dice y la forma en expresarlo parece estar orgulloso de la acción.

                                                      -Claro, aunque contigo esa defensa no fue nada –lo miro, y entonces encuentro su linda sonrisa.

                                                      -Nunca podrías derribarme, Milena –se mofa de su gran tamaño y habilidad.

                                                      Me río y él me escucha con una correspondida risita.

                                                      -Por favor, ya lo hice hace unas horas –quebranto su engreimiento.

                                                      -Porque me dejé, chaparrita –mantiene la vista al frente.

                                                      ¿Chaparrita? De donde sale eso, reconozco nuestra diferencia de estatura es excesivamente distinta, pero me hace creer que soy diminuta.

                                                      -Me haces sentir una enana al decirme chaparrita –me quejo cruzando los brazos.

                                                      -¿Cómo quieres que te diga? Duende, pulgarcita, átomo, minion o pitufa –se burla.

                                                      -¡Eres un grosero! –exclamo ofendida e ignorándolo. Supongo que se está desquitando después de cumplirme el berrinche-. Si sabes que las mejores personas vienen en tamaños pequeños –me defiendo con altivez.

                                                      -Seguro, ¿Aunque me causa curiosidad saber cómo se ve el mundo desde allá abajo? –y sigue burlándose de mí.

                                                      -Supongo que mucho mejor que desde allá arriba, jirafa colosal –entonces observo el paisaje a través de la ventana.

                                                      Transcurrido unos cuantos minutos finalmente llegamos a casa.

                                                      Hogar, dulce hogar.

                                                      Entro casi brincando a casa y feliz porque nadie nos intercepto en la ciudad. Extrañaba visitar el refugio y distraerme con el movimiento, pero sobre todo porque es una manera de acercarme al militar que se cierra como una roca.

                                                      Luego de burlarse de mí y destruir mi automotivación como castigo por desobedecerlo, me pide que lo deje tranquilo ya que necesita arreglar unos detalles relacionados con la FSMI.

                                                      -Evita desaparecerte pero tampoco jodas –ordena partiendo a su espacio personal.

                                                      -Si señor –pongo cara de ángel.

                                                        Satisfecha por este día y por volver a ver a Chappie después de mucho tiempo.

                                                                                *Gracias por leer*
                                                        15  Deniska

                                                        Bodas de sangre.

                                                        Los días de cortejo se terminaron, Nikolaye finalmente tomó mi mano y en el dedo anular insertó un maldito anillo que me rompe el alma. Los últimos días se comportó como el hombre más romántico de la década, flores, piropos, cenas y confesiones de amor que solo suelen decirse dos personas enamoradas.

                                                        Me resistí a no asesinarlo el mismo día que mi padre me escupió la noticia acerca de que debería casarme con el rey de Italia, Nikolaye Salvatore. Ese italiano suele tener más amantes que zapatos y todo yo, Deniska, lo odio infinitamente después de que me jodiera.

                                                        Hace siete años.

                                                        Solía ser ya una ejecutora de HIDRA y una mujer sumamente respetada, no solo por ser una Alessandro sino por mis acciones y méritos que casi me hacen creer que soy la mujer digna del asiento de mi padre.

                                                        Cumplía los dieciocho cuando la maldita vida me cruzó con este hombre, recuerdo perfectamente cada detalle, esa vez tuve que viajar a Italia para resolver asuntos relacionados con mercancías de narcóticos y una noche entre a su principal club como una cualquiera donde él me descubrió y por ende trato de seducirme.

                                                        No era tonta y Nikolaye tampoco, sabía que no caería ante su perfecto rostro y por eso mismo utilizo la técnica antigua de drogarme y atarme.

                                                        Cuando reaccioné estaba totalmente desnuda sobre su cama, esposada de muñecas y tobillos, todavía recuerdo la humillación que me generó. Y su mirada obscena junto con su sonrisa lujuriosa sobre mí.

                                                        Me tocó, manoseó, acarició y estrujó como un animal. Aprovechó mi debilidad y mientras mi mente divagaba por el infierno, él aprovecho para violarme. Rasgó mi piel, marcó mi cuerpo y juro millones de veces encima de mí que algún día sería para él sin importar el precio. Sus palabras aún me provocan nauseas al recordar.

                                                        Bloqueada en todos los malditos sentidos, rompió mi virginidad y me hizo jamás olvidarlo, no hasta después de un año.

                                                        Lo detesto tanto que no dudo en asesinarlo ahora que me conoce perfectamente, los años no se borran, se guardan y graban en fuego.

                                                        -Esta bellísima, Deniska –parlotea mi peinadora personal.

                                                        Mis ojos destellan un brillo triste sobre el espejo que me reflecta.

                                                        Soy de ojos grises, ya que los alemanes solemos poseerlos de un tono claro, mi pelo va de un color gris oscuro con matiz humo y mis cejas son delineadas, pestañas cortas y nariz perfecta. Herencia de mi difunta madre.

                                                        -¿No está feliz? ¡Se va a casar! –brinca la mujer gorda que se encarga de auxiliarme.

                                                        -¡No y cállate! –bufo furiosa y despedazada.

                                                        Antes de derramar una sola jodida lágrima me levanto del taburete y camino hacia el horrible vestido marfil que se extiende en la cama, esperándome.

                                                        Ella acata mi orden y cierra la boca de color rosa.

                                                        Me desnudo y encajo con odio puro el vestido sobre mi cuerpo, no tiene hombros y guarda una abertura en el muslo, además de que es largo y brillante como el sol.

                                                        Tardo afinando los detalles y colocándome el estúpido velo sobre la cabeza que se adorna con una corona de cristal y oro.

                                                        Respiro, respiro y respiro con los puños cerrados y los ojos también.

                                                        -Eres una diosa –aclama mi padre quien me entregara en el altar de sacrificio.

                                                        -No como mi madre –su recuerdo arde en mi mente, solía amarnos profundamente a los tres.

                                                        -Estará orgullosa de que te cases con alguien digno de ti –habla, demasiado sensato.

                                                        No, si todos supieran mi historia con Nikolaye y de lo que me hizo.

                                                        Mis pulmones se dilatan y de pronto siento que el aire que respiro no es suficiente.

                                                        Comenzamos a dar los primeros pasos dentro de la iglesia de Theatinerkirche St. Kajetan, ubicado en la plaza Odeón en el corazón de Alemania, el exterior de este lugar es de color ocre y el interior bañado de blanco, un sitio como el mismo Olimpo que sobrepasaría los sueños de cualquier matrimonio, pero ahí está ese cabron de mierda esperándome con una sonrisa triunfante.

                                                        “No quiero casarme, no quiero casarme” me recito esto mentalmente como si esas frases pudieran ocasionarme un milagro, mis pies flaquean, mi corazón pierde la respiración y todo se siente horrible cuando alguien te condena a algo que no quieres. Al confesarle a Tristán lo que mi mismo padre había decidido, todo se quebró en millones de pedazos, deseé nunca haber nacido en la familia que fundó la organización HIDRA, deseé ser solo una más entre un millón.

                                                        Pude ver como el amor de mi vida sufría tanto como yo, quería despedazar al mundo completo para que pudiéramos ser felices, quería que huyéramos muy lejos y deseé todo eso. Nunca en mi vida he amado a otro hombre que no sea él, pero aunque sea hija de Leone no significa que sea una enemiga de gran escala para derribarlo; nunca en mi vida he tenido tanto miedo como ahora, la blancura de la iglesia se convierte en algo aterrador y quien me espera irradia muerte en un lugar sagrado.

                                                          Me cuesta respirar pero no moriré por eso, no hasta hacerle pagar lo que me hizo años atrás y desde lo profundo de mi corazón le envió mis perdóname a Tristán.

                                                          Hades permanece a mi lado, su pelaje oscuro resalta entre la multitud colorida que presencian nuestra maldita boda, todos concentrados en observarnos y sonreír al saber que dos familias se unen para mal.

                                                          Y después de eso, después de eso…todo se acaba, mi lobo se queda a mi lado alzando su color entre mi blanco vestido y yo permanezco al lado de Nikolaye.

                                                          -Sacrificio por sacrificio –susurra mi padre para los dos y desaparece.

                                                          Detesto este instante de mi vida, sentirme obligada a casarme con un infeliz que me genera asco, que quiso adquirirme como si se tratara de una mercancía y también aborrezco a mi padre por creer que tiene el derecho de elegir con quien puede emparentar. A la mierda con todos.

                                                          La boda se perpetua y mi comienzo inicia, los labios me tiemblan y mi piel se ha congelado a cero grados, mientras que Nikolaye finge amor, yo le regreso una mirada cargada de odio y desprecio. Hoy comete el peor error de su vida.

                                                          ·

                                                          -Aceptas por esposa a Deniska D´Alessandro, para amarla, cuidarla y respetarla –dice el sacerdote bastante fijo en nosotros-.Por el resto de sus vidas…

                                                          -Acepto –expresa y siento su fría mirada recorrerme como tres mil agujas por la piel.

                                                          -Ahora aceptas como esposo a Nikolaye Salvatore… –mientras continua, noto que mi mundo solo se convierte en una escena de película, donde no escucho solo observo y trato de entender aunque todo este claro.

                                                          Mi respuesta tarda y evito voltear hacia atrás buscando al hombre que puede evitarlo, sin embargo él no está aquí. No después de inducirlo en un sueño profundo.

                                                          -Acepto –y es la palabra que termina de condenarme.

                                                          Al finalizar la boda, todos se reúnen en la plaza y estallan en aplausos al vernos salir, como si esto fuera un evento normal, todos los presentes son gente de mafia, criminales y asesinos, el nido de una comunidad criminal.

                                                          -Sonríe, mia moglie –dice Nikolaye mientras pone sus labios contra mi ruborizada mejía.

                                                          -Vete al infierno –respondo en negativa y después sonrío.

                                                          Toda la familia Salvatore se reúne a felicitar al heredero de Italia y con ello me incluyen a mí.

                                                          ···

                                                          El festejo se efectúa en las afueras de Alemania, donde todo se organiza minuciosamente para contrarrestar riesgos inesperados. Cada pequeña mesa está adornado con mantel blanco y cuadros de satén dorado, los meseros no se dan abasto y las botellas se destapan y riegan entre la pirámide de copas vacías a la espera de ser llenadas.

                                                          -Denny. No odies a padre por lo que hizo –murmura Evan en voz baja.

                                                          -No voy asegurarte nada –respiro aparentando tranquilidad y bebo del champan.

                                                          Quiero echar balazos y correr a los invitados, quiero llorar y maldecir. Necesito salir de esta realidad que me quebranta.

                                                          -Me permites a mi esposa, cuñado –gruñe el italiano que toma de mi cintura.

                                                          Evan lo observa son soslayo y segundos tarde, se aleja.

                                                          Entonces lo encaro con odio sincero.

                                                          -¿Recuerdas la primera y última vez que te tuve? –pregunta aprovechando mi odio-.Hoy y siempre que quiera, podre hacerlo oficialmente. Eres mi puta esposa y se hace lo que yo ordene –sonríe infernalmente.

                                                          Cierro las manos en puños y el furor va creciendo, ningún estúpido hombre me ordenara que hacer, ya no más.

                                                          -Por supuesto, mi amor –escupo y me aparto disimuladamente de su asfixiada compañía.

                                                          Hades se cola a mi lado y las personas aprovechan para felicitarme y quienes comparten carácter con mi lobo negro, pueden acariciarlo.

                                                          -Deniska serás una reina, hija –aclama mi padre. Su pelo peinado y plateado le genera una juventud impecable-.Toda Italia y Francia ahora pasa a nuestras manos, eres mi orgullo –me abraza.

                                                          Pero no quiero su abrazo de lástima, no quiero al mundo. He matado a otros, ¿qué me impide hacer lo mismo con los que odio de verdad?

                                                          -Apártate –digo furiosa y a la vez cuidadosa.

                                                          El mundo debe creer que estoy feliz, que ser la Señora de Salvatore es como tomar la espada y cortar las cabezas que yo quiera. Cada invitado y enemigo debe saber que nací para imponer leyes y quebrar reglas, para ejercer poder y no debilidad.

                                                          Y si hay algo que no me permito en público o compañía es llorar, por muy absurdo que se escuche, no lloro en presencia de alguien.

                                                          -Deniska, no pretendas desafiarme –amenaza y su cara se tensa.

                                                          -Disfruta –me largo y durante todo el evento trato de ser la linda esposa llena de felicidad y amor.

                                                            Mientras que por dentro mi corazón agoniza por Tristán, el pobre está roto y atado en todas las formas posibles de sufrir por alguien que amas de verdad.

                                                                                *Gracias por leer*

                                                            16  Ónix Cromwell

                                                            Dos en uno.

                                                            Las cosas han ido medio disparadas, el presidente de Afganistán huyó tras la invasión de sus combatientes y estos tomaron Kabul. Sumiéndose así en un caos nacional y que la gente empecerá a escapar.

                                                            Mi tiempo, lo ha absorbido el trabajo y aunque no esté precisamente en el cuartel, las noticias y funciones no cesan, el mundo se vuelve un revoltijo y encima las pocas pistas acerca de HIDRA comienzan a ser difusas y poco coherentes. De pronto todo está valiendo mierda.

                                                            Pero no es eso lo que me cabrea, lo que pone de mil demonios. Sino la doncella de diecisiete años que me mira con unos ojos lindos y soñadores, es su maldita sonrisa la que me vuela los sesos, sus tentativos labios rosados que suplican ser hinchados por un verdadero beso y que al curvarse generan dos comillas que me vuelven loco. Es ella, la responsable de que ande volando y lo peor de todo, es que mi pantera esté fascinado con su inocente hechizo.

                                                            Tras salir de mi hipnosis hago a un lado la computadora donde me muestra que ella está encerrada en su habitación y yo aprovecho para salir, ya que es la hora de reunirme con alguien que aparte de mí, amo de cuerpo a corazón.

                                                            La FSMI me vigila desde todos los ángulos posibles y con ello ha aprovechado para reunir a los militares con los aviadores, ambos bandos británicos que en pocas horas viajaran a Afganistán a echar una mano y con suerte a soltar un poco de explosivos.

                                                            -¡Hermano mayor! Pedazo de imbécil, te he extrañado –un hombre alto, robusto, inteligente y atractivo como yo. Abre los brazos y me estruja con afecto para después darme unos puñetazos en la espalda.

                                                            -También te he extrañado, hermano –digo con una alegría inmensa y le regreso todos los golpes llenos de amor.

                                                            ¿Cómo me explico?

                                                            Tengo un hermano gemelo que es idéntico a mí pero tan diferente a como soy. Siempre hemos estado unidos desde que nacimos creo que eso es obvio, somos como eso que llaman pólvora y balas; por no decir uña y mugre. Los dos enfrentamos la vida con cojones y triunfos. Después de perder a mi sagrada madre, mi gemelo es lo único que me queda.

                                                            -¡¿Y qué?! ¿Me vas a dejar aquí parado como un poste o tomaremos una cerveza bien fría? –inquiere como solo a él le sale pedir las cosas.

                                                            -Entra en silencio –lo amenazo antes de dejarlo pasar a la casa.

                                                            -¿Acaso estas con alguien? –alza las cejas en modo bufón.

                                                            -Idiota –estipulo y lo conduzco a la parte de atrás de la casa, con vista a un espeso bosquecito que da a muchos metros.

                                                            -La maldita FSMI solo me dio una hora para saludarte –dice mi gemelo menor-. ¡Puedes creer que me hicieron rogarles! –se queja graciosamente.

                                                            Mi apodo ha girado por medio mundo y para algunos suele ser peligroso así como famoso, soy un militar de grado inteligente y al ingresar dentro de la Fuerza Secreta rompieron mi único lazo que me conectaba allá afuera, a mi hermano; con la finalidad de no exponernos ante los enemigos.

                                                            -¿Y los Royal Horus? –ese es el nombre que le dieron a la Base donde se encuentra mi gemelo. A diferencia de mí, él se unió a la Fuerza Aérea, donde ahora disfruta de volar y atacar.

                                                            Suspira alegremente.

                                                            Creo que si fuera mujer y no su gemelo, me enamoraría de su carácter y atractivo. Es todo un puñetero jodido Aquaman de aire.

                                                            -Los chicos te mandan saludos y unas buenas patadas en el trasero –se burla mientras se estira en la silla con mirada al bosquecillo.

                                                            -Parece que quieren perder sus vidas –me mofo, hace once meses que no sé nada de mi hermano y hablar con él, es releer cada momento que pasamos, es ver la vida que tuve.

                                                            -Hay compañía –una suave e inocente voz, cita nuestra atención.

                                                            ¡Ay mierda! ¡No puede quedarse encerrada una vez en la vida sin molestar a otros!

                                                            -¡Hey! ¿Qué tenemos aquí? –exclama sorprendido mi hermano y estudiándola curiosamente-. ¿Tú eres la señorita Foster, verdad?

                                                            Ella asiente neutralmente, supongo que no sabe si sonreír o salir huyendo al descubrir que esta frente a dos hombres iguales y peligrosos.

                                                            -No me habías dicho que tenías un gemelo –protesta con disimulo y sorpresa.

                                                            ¡Ay Mil, sí que quieres tener problemas!

                                                            -Príncipe Hamlet, para usted –sonríe felizmente y le tiende una mano para saludarla.

                                                            -¿Te llamas Hamlet? Ustedes sí que tienen nombres raros –acepta el saludo y no deja de mirarme. Lo cual hace arder mi corazón como, una brasa.

                                                            -Eres linda y agradable, dime… ¿tienes novio? –comienza a bromear y ella lo nota, por lo cual no huye.

                                                            Antes de que conteste, invado su conexión.

                                                            -Milena, puedes dejarnos solos –exijo con autoridad y suma seriedad.

                                                              Hamlet, no es de esos hombres obscenos que se deleitan de la inocencia de las mujeres, sino del tipo de hombre que a pesar de tener un perfil de perro, las respeta.

                                                              -Es un gusto conocerte, Ham –siempre recortando los nombres. ¿Acaso los nombres son pesados? ¿O es que estoy siendo celoso?

                                                              Da media vuelta y sale con esos grandes rizos cayéndole por la espalda, mientras viste una blusa y una falda de mezclilla con mallas negros y unas sandalias.

                                                              Creo que ambos nos perdemos por culpa de su belleza.

                                                              -¡Estás loco! ¡Por favor! –acapara mi atención la copia humana que yace a mi lado.

                                                              -No pienses idioteces –gruño molesto, al darme cuenta de que me descubrió.

                                                              -Ónix, somos gemelos… ¡Alguien ha ablandado tu corazón de piedra! –y su burla me cabrea. No deja de mirarme detenidamente y verme con pulcra gracia.

                                                              -Voy por unas cervezas –el único pretexto que se me ocurre y salgo ofendido por mi propio hermano. “Idiota, como fui tan descuidado”

                                                              Regreso y entonces le entrego un par de cervezas que se toma con gusto y recarga todo su peso sobre la silla mecedora, ambos viendo el horizonte y platicando sobre lo que hemos vivido, Hamlet siempre ha sido una debilidad mía, nuestras almas y mentes están profundamente conectadas, nuestra madre nos inculco el amor inquebrantable entre hermanos y es un lazo que jamás romperemos.

                                                              -Eres un cobarde, ella te gusta. Y no te había visto así desde…-hace pausa y bebe la sexta cerveza-.Desde Casandra –su expresión decae y a mí ese nombre me genera rabia. Él se percata y se levanta.

                                                              -Hermano mayor, que importa la puta edad. Eres un anciano sí, pero si ella te gusta, inténtalo… ¡averígualo! –me anima con un golpe en la espalda que casi me regresa la cerveza.

                                                              -No, Hamlet. No le entregare a ella, ni a nadie mi negro corazón –evito su franca mirada y también me levanto.

                                                              -Te estás perdiendo solo, si yo fuera tú… estaría detrás de ella como un perro faldero –se encoje de hombros y regresa a ver el horizonte.

                                                              -¿Y Angélica? –pregunto por su novia.

                                                              -Oh ella, terminé con esa mujer… necesito espacio y esa mujer solo sabe asfixiar –pasa la mano por su cabello castaño claro y comprueba que su chonguito siga ahí.

                                                              -Pero te ama, creo que eres su primer vicio después de comprar –me burlo ahora de él. Angélica es una mujer adulta que se enamoró de mi gemelo hace cinco años atrás.

                                                              -Puede ser pero viajamos a Afganistán –después continuamos conversando sobre los detalles de la Base y los actuales movimientos criminales.

                                                              Media hora tarde, se agota el tiempo establecido y sé que debe volver a Royal Horus, su Base en donde alistará su avión y tendrá un gran camino que volar.

                                                              -Te amo, hermano mayor –molesta y sé que es la única forma de recordarlo más.

                                                              Lo aprieto entre mis brazos y lo acompaño hasta su auto, donde finalmente nos despedimos.

                                                              Puede que nos encontremos en Afganistán, solo espero nuevas órdenes para dirigir a mi grupo de soldados y arrinconar a los combatientes que generan terror y destruyen a muchas personas, y defender aquellos pobres inocentes que no tienen culpa de nada.

                                                              Algunos conocemos la vida dura, el lado oscuro de la humanidad y un jodido millar de cosas que partirían en cientos de pedazos las almas.

                                                              Vuelvo a la casa, con el corazón removido por hablar con mi gemelo y aunque solo hayan pasado once meses sin vernos, yo lo siento como treinta años de espera. Su presencia me genera tantas emociones y entre ellas, revive el amor de nuestra madre. Una mujer que dio todo por el todo para hacernos unos hombres de bien.

                                                              -¿Ya se fue? –inquiere la persona que me hace pensar estupideces.

                                                              -No venía a vivir con nosotros –contesto de mala manera.

                                                              Por algún motivo me puse de mal humor.

                                                              -Pues que lástima –refunfuña y aquello me genera una risa interna.

                                                              -Voy a darme un maldito baño –aviso y salgo para allá.

                                                                                        *Gracias por leer*
                                                                17  Milena

                                                                Curiosidades.

                                                                Últimamente se la pasa evadiéndome y no sé porque, solo trato de caerle bien y punto. Ayer después de haberme enterado que tiene un hermano gemelo, el verlos despedirse me causó nostalgia mirarlo, sé que ese hombre es bueno y podría serlo si abre su corazón, si comparte su mundo con alguien.

                                                                La curiosidad me picó al ver llegar un Porsche Panamera 4S y no dudé en asomar la cabeza para descubrir que mi militar tiene un gemelo… ¡Por mis dioses! Ambos idénticos, guapos y peligrosos como el infierno. ¡Que calor!

                                                                Pero aquello se terminó cuando mi favorito de los gemelos regresó aclarando que se daría un baño, su mirada gris diamantada se había convertido en una mirada apagada y punzante, su semblante decayó despertando en mí una oleada de pena… Ónix es de esos de edición limitada y creo que tengo la ilusión de conocerlo así me mande muy lejos, por no decir carajo.

                                                                -¿Cómo dormiste? –me pregunta por primera vez en la vida, dejándome sorprendida.

                                                                Me quedo con la boca abierta pero la cierro cuando él voltea a verme.

                                                                —Bien, si dormir diez horas es bien, dormí perfectamente –respondo con una amplia sonrisa haciendo que mi corazón de tambalee de su sitio.

                                                                He de admitirlo, una parte de mí se siente feliz de que este hombre no tenga una mujer e hijos, ¿será porque soy una completa egoísta?, pero mi otro lado se siente mal porque ¿cómo un hombre de su tipo no tiene una mujer que lo adore?

                                                                —Eso es bueno –dice con absoluta seriedad y me sirve la comida, será como el medio día-.Porque hoy podrás ver a tus padres –se sienta a mi lado y noto que ha estado ejercitándose duramente las recientes horas.

                                                                Tiene puesto una camiseta negra y unos pantalones deportivos Nike, además de que carga unos músculos perfectamente diseñados para su esbelto cuerpo bañados de sudor. La mitad de su brazo izquierdo junto con el pecho esta tapizado de tatuajes minuciosamente trazados que le impregnan un aire de poder.

                                                                Mi mente fantasea con besar y morder cada centímetro de su masculina piel, de acariciarlo y jugar con su hermoso rostro, quebrantar su seriedad y exponer su lado peligroso.

                                                                —De verdad, ¿Pero es buena idea? –pongo pretextos luego de perder mi trance, y empezar a comer el espagueti que preparó.

                                                                —Si te portas bien, no creo que pase nada –agrega, mientras come con apetito.

                                                                Por cierto, cocina delicioso… al menos sé que soporta la cocina.

                                                                La noticia de ver a mis padres, me causa alegría después de algunas semanas alejada de ellos, pero también me causa una pena verlos juntos, suelen no soportarse al convivir entre ellos mismos, es como si se provocaran claustrofobia.

                                                                ···

                                                                Dos horas tarde… íbamos sobre el puente que da en el río Támesis, la vista aquí suele ser espectacular, en el coche sonaban algunas canciones de rock suave.

                                                                — ¿Te encanta, Nickelback? –pregunto por el grupo que siempre suele poner.

                                                                —Si –responde con la mirada fija-. ¿Quieres que quite la música? –ahora ladea su rostro para verme.

                                                                —No –contesto con una dulce sonrisa mirando el río que se extiende, mientras acomodo mis lentes cafés-. Aunque prefiero Dorian, ¿Dónde exactamente vamos?

                                                                —Vamos a Hyde Park –declara haciendo que pueda notar como su hermosa mirada gris vuelve al camino.

                                                                Hyde Park es el parque más grande de Londres situado en el centro que funciona como un lugar de esparcimiento ya que cuenta con sitios y espacios para mejorar el rato del público.

                                                                —Aburrido –alega mientras danza sus largos dedos sobre el volante al ritmo musical.

                                                                —Mucho –tapo mi boca para evitar un bostezo-.Ony, ¿siempre has vivido en Inglaterra? –lo siento pero eso se incluía dentro de mis mil quinientas preguntas.

                                                                Calla por unos segundos antes de articular palabra.

                                                                —Nací y crecí en Alemania, la mitad de mis años los pasé ahí y el resto me uní al ejército de Reino Unido –contesta; por un momento creo que es tan accesible llegar a él, pero luego cambia su modo, por un militar de cabeza fría, inteligente, responsable, resistente y enérgico… me complica el camino.

                                                                -¿Y Hamlet? –cuestiono, dibujando mentalmente su perfecto perfil vigoroso.

                                                                Que por cierto sería difícil diferenciar a los gemelos Cromwell, salvo si no supiera cual es mi favorito. El más serio, el más peligroso y al que nombran mi Káiser.

                                                                  Me escruta con la mirada de escáner… lo cual me ruboriza… ¿porque tiene ese maldito efecto en mí, porque despierta mis mariposas estomacales?

                                                                  —Él se unió a la Fuerza Aérea –responde, volcando su atención al camino. ¡Ven, trata de ignorarme!

                                                                  — ¡Oh!, interesante –respiro profundamente en tanto vigilo las calles con silencio mientras me pierdo en los pensamientos que rondan mi cabeza, ¿Quién es este militar? ¿Quién es Ónix? Puedo reconocer al hombre que vive bajo este caparazón de músculo y hierro, y puedo sentir que ese hombre es una mezcla de ambos.

                                                                  ····

                                                                  Por fin llegamos a Hyde Park y los nervios me recorren la piel. ¿Por qué? El parque tiene algunas personas las cuales me brindan una gran desconfianza y sé que al militar también, entonces… ¿qué hacemos en un lugar público?

                                                                  —Ellos están allá –me señala una mesa con dos personas ahí, las cuales reconozco como mis padres, le sonrío al hombre que me trajo-.Esperaré aquí, Milena –atrás de él hay una banca de fierro pintada de color dorado.

                                                                  -¿No es riesgoso, esto? –miro todo el alrededor.

                                                                  Entonces él jala uno de mis rizos grandes y lo deja caer al lado de mi cara.

                                                                  ¡Ven, también puede ser lindo!

                                                                  —Tranquila, estarás bien –aplaca mis nervios… provocando que su simple caricia me desvanezca los miedos, con el Káiser siento millones de cosas que me confunden y destruyen, esa mirada gris funde mis latidos y los colapsa.

                                                                  —No tardaré –y emprendo camino hacia la mesa cuadrada de una cafetería que se complementa dentro del parque. La tarde es perfecta y el lugar se baña de rayos con sombras.

                                                                  —¡Mil, mi preciosa Mil! –mi madre abre los brazos para atraparme, un acto maternal que pocas veces lo hizo conmigo.

                                                                  —Estas más grande, y gorda –se burla mi padre, trazando con los labios una sonrisa con hoyuelos… mis padres son bellos por fuera y como tres cuartos por dentro, pero eso no quita que los ame con el alma.

                                                                  —Los he extrañado, extraño mis clases, mis amigos, mis pasatiempos, mi violín… extraño todo –en realidad no estaba cien por ciento segura de eso.

                                                                  Otro de mis pasatiempos favoritos es tocar el violín, antes de que sucediera esto, acostumbraba tomar clases de música clásica.

                                                                  —Si tu madre hubiera sido más cuidadosa –se queja mi padre y lo dice con sensatez-.No estarías en esta situación –le echa la culpa.

                                                                  —Momento, claro… solo yo soy la responsable. ¿Recuerdas porque regresó a casa? –mi madre se pone en modo política y ahí si no hay quien la saque.

                                                                  La noche que salí a la discoteca no era un plan que tuviera, ese fin de semana debería haberlo pasado con mi padre, en su casa, viendo películas y ayudándole a crear más bocetos de los modelos de sus autos. Sin embargo, él canceló el acuerdo por sus negocios y créanme, me sentí tan mal; entonces Elián y las chicas me convencieron de ir a perder la cordura… mamá solo quería que fuera a divertirme, ella trabajaría hasta tarde.

                                                                  De pequeñas indirectas, se fueron a grandes quejas y ofensas, olvidándose una vez más de que su propia hija estaba ahí escuchándoles al mismo tiempo que se le rompía el corazón.

                                                                  Siempre era lo mismo con todo, peleaban por nada y terminaban explotándose una bomba nuclear en la cara… muchas veces me preguntaba… ¿Cómo me tuvieron? Como pudieron soportar el sexo cuando me hicieron, si después terminarían como animales de zoológico.

                                                                  —¡Es tu maldita culpa que ella esté con un desconocido! –los gritos de mi madre iban en aumento mientras me jalonea para sentarme a su lado.

                                                                  —¡Y tú, una mujer íntegra a quien le importa más su asqueroso puesto dentro del Parlamento! –mi padre gruñe-.Y se olvida de su hija.

                                                                  No se daban cuenta de que cada palabra me hería lentamente como un cuchillo filoso que entra y sale del corazón.

                                                                  —¡Basta! ¡Cállense! –Intervengo furiosa y desconsolada-.Solo quería que me dijeran que me aman –las lágrimas se me acumulan en los ojos.

                                                                  —Disculpen, ¿quieren algo? –una mesera de la cafetería se acerca a preguntar. Percatándose de nuestra situación.

                                                                  -No, gracias –habla mi madre con tono enojado y distante.

                                                                  Ella regresa por donde vino.

                                                                  —Mil, perdónanos –ruega mi padre, tratando de abrazarme y consolarme-.Es solo… aun así te adoramos con el alma –dice, esforzándose en acariciar mi coronilla.

                                                                  No guardo resentimiento, pero no era la primera vez que veía sus arranques de odio hacia ellos mismos. Por lo tanto me sentía como el ser más despreciable del mundo.

                                                                  Parpadeé muchas veces, pero aun así las lágrimas rodaron con fluidez por mi mejía, abriendo camino de lo decepcionada que estaba.

                                                                    —Si Mil… no nos hagas caso, tus amigas preguntan mucho por ti… mira… -noto como mi madre se siente culpable y trata de deshacerse del gesto buscando algo entre su bolso fino-.No dejan de escribirte –me entrega un paquete de cinco cartas que hacen que mi corazón vuelve a revivir poco a poco.

                                                                    —Gracias –susurro tomando las cartas y borrando las lágrimas. Pero entonces me pongo de pie-.Tengo que irme, no podemos estar aquí mucho tiempo –murmuro con apenas un hilillo de voz triste.

                                                                    —Entiendo hija –dice mi madre, como una política que habla recta, sin sentimiento.

                                                                    —Cuídate, pronto terminara esta situación –agrega mi padre acongojado hasta que se alza para darme un beso en el cabello.

                                                                    Respiro hondamente.

                                                                    —Los quiero mucho, cuídense –me despido, entonces regreso a la banca donde Ónix cuida y a la vez me observa, pero la mirada que me entrega cuando conectamos no es la de un centinela en busca de amenaza, sino la de un hombre preocupado e interesado por alguien que le importa.

                                                                    O es que la discusión de mis padres me hacía imaginar las cosas de esa manera.

                                                                    — ¿Lista, duende? –sé que lo hace para sentirme mejor… seguro que mi cara demuestra que no estoy feliz.

                                                                    Asiento con una liviana sonrisa, él termina de darle vida a mi corazoncito.

                                                                    — ¿Por qué duende? –pregunto con la duda saltando en mi cabeza. Mientras nos encaminamos a donde dejamos el coche.

                                                                    —Porque tienes la nariz enrojecida –espeta con ternura y yo me quedo en modo avión… ¡¿Enserio dijo eso?! De pronto mis latidos aumentan su ritmo y mis ojos detonan un brillo que honestamente rogaba que no se hubiera dado cuenta de ello.

                                                                    Ven, Ónix era un hombre de edición limitada… sus simples palabras, sus simples actos generaban choques y cortos circuitos dentro de mí.

                                                                    Quería decirle muchas cosas, pero solo me callé y dejé que volviéramos al auto donde minutos tarde salimos de vuelta, no sin antes revisar el área. Seguro que en Hyde Park había elementos encubiertos peinando la zona para que mi encuentro fuera seguro, y tal vez así fue ya que nada sospechoso nos asaltó.

                                                                    …..

                                                                    Ya avanzados en el camino, el tráfico parecía ponerse en nuestra contra. Los automóviles se acumulaban puesto que la mayoría de la gente ya regresaba del trabajo y otros entraban a sus turnos. Nos detuvimos frente al semáforo en rojo y mientras esperábamos, la tristeza de mi interior iba disminuyendo, reemplazándose por un vacío familiar.

                                                                    Tenía la ilusión de comer un helado con mis papás y contarles algunos chistes, hablarles de como se ha portado el militar conmigo y saber cómo iban las cosas en sus vidas, en cambio me llevé un mal sabor de ambos.

                                                                    — ¿Ya se te fue la tristeza? –la pregunta de mi protector cada vez la sentía más cercana, regreso a mirarlo con ojos centelleantes.

                                                                    —Ya casi –digo siendo honesta-.Mis padres a veces suelen comportarse como animales de zoológico –expongo y una risa inunda su perfecto rostro de Dios griego, romano o alemán.

                                                                    Aunque luego la risa se despedaza al mirar el retrovisor y tensar la quijada.

                                                                    Dios, algo va mal. O es la naturalidad del militar.

                                                                    Después de esperar una eternidad por la fila de coches empotrados, finalmente avanzamos, continuando el trayecto por otra ruta. En esta ocasión parece más aferrado al volante, al camino y a los espejos.

                                                                    Volteo hacia atrás y solo veo carros, aunque pegado a nosotros dos camionetas BMW nos siguen; entonces mi sangre se dispara y las venas se inflaman.

                                                                    ¿Corremos peligro? –omito el pánico que me empuja.

                                                                    Ónix ni siquiera me mira.

                                                                    —No conmigo –asevera sin perder de vista el retrovisor-.Necesito que te pongas el cinturón de seguridad –se percata de ello.

                                                                    Oh mierda, siempre olvido utilizarlo. Así que no dudo en ponérmelo.

                                                                    La piel me hormiguea y lo que pienso es que otra vez buscan matarme. Otra vez.

                                                                    —Ahora, mantén baja la cabeza y no te asustes –repone con profesionalidad y cuidado-.No pasará nada, Milena –me dice, de la forma en que se lo diría a un niño pequeño, asustadizo como los conejillos salvajes.

                                                                    Asiento muchas veces y controlo el pavor que se me sube como exhalación.

                                                                    Luego él aprieta el volante y pisa el fondo del acelerador, empujándonos hacía atrás pero Ónix ni lo siente. La velocidad nos conduce y tan pronto atravesamos la ciudad haciendo un corte transversal, los carros se pegan a nosotros, yo trato de esconderme, no sé de dónde demonios saca el arma, pero ya lo tiene en la mano libre, preparado contra la ventana.

                                                                    Los silbidos y ruidos de los coches pasan rápidamente que se escuchan distorsionados, noto como Ónix hace perfectamente los cambios del coche que por cierto es un Nissan GT-R el cual maneja como un juguetito…

                                                                    Tranquila Milena, el hombre posee una rápida capacidad de reacción. Pienso con el corazón rumbo a la boca.

                                                                      Atravesamos las calles y el militar se concentra en lo que hace, los disparos no tardan en escucharse ya que nos apuntan pero él los evade a la perfección y mi instante se convierte en una escena de película, corremos no sé cuánto y esos coches negros nos persiguen por poco tiempo, entonces observo que Ónix llega casi a los 315 km/h y el par de autos se quedan atrás pero cuando él reduce la velocidad nos alcanza uno desconocido, el militar gira el volante ocasionando que uno de ellos salga volando hasta chocar contra una pared de concreto, se toma un segundo para comprobar que siga viva y cuando le miro con ojos abiertos, él me sonríe y luego retorna a la pista.

                                                                      La velocidad nos atraviesa y honestamente no sé si aguante o termine vomitando.

                                                                      El carro que aún se mantiene pegado no deja de dispararnos y los imbéciles nos lanzan un misil que en cámara lenta imagino como saldremos volando provocando que por inercia cierre los ojos esperando ese final, sin embargo un choque me empuja a la puerta haciéndome abrir de los ojos de nuevo, y ese misil explota en otro coche estacionado a muchos metros lejos de nuestro punto.

                                                                      Ónix está más que cabreado, su perfecta mandíbula cuadrada lo delata y las venas de sus manos resaltan por tener cada músculo tensado en el volante.

                                                                      Entonces hace otro giro perfecto entre algún cruce de las calles de Londres y el otro auto se estampa con brutalidad frente a un restaurant… y todo queda atrás cuando el militar raya velocidad y rompe record.

                                                                      Mi respiración anda por las nubes y mi cabeza en shock, metros adelante detiene el Nissan deportivo y suelta el volante para inspeccionarme con profundos ojos grises peligrosos.

                                                                      ¿Te lastimé? ¿Te duele algo? –inquiere con cada gramo de su piel atiesado.

                                                                      Vislumbro como su pecho sube y baja agitado como el mío, como sus firmes facciones se contraen por lo que acabamos de pasar.

                                                                      Niego con la cabeza varias veces, recuperando la sangre en la cara y los sentidos suspendidos.

                                                                      —¡Mierda! –golpea con rudeza al pobre volante y luego ablanda su perfecto rostro templado-.Vayamos a casa, Mil –dice, después de todo deja de hipnotizarme para incorporarse de vuelta al camino y fingir normalidad.

                                                                      Mi corazón palpita como un estúpido loco psicópata y mi piel todavía tiembla de adrenalina… eso… ese fue la mejor persecución de mi vida.

                                                                      La tristeza se sustituyó por las secuelas de la acción que crisparon mi ser.

                                                                      Definitivamente, esto tiene que aparecer en mi diario, me burlo después de casi morir en coche. ¿Y es que imagínense ustedes, tener una experiencia así con la persona que les gusta?

                                                                        —A casa –rectifico cuando mi alma se recupera del millón de emociones que experimentó.

                                                                                                *Gracias por leer*

                                                                        URL de esta publicación:

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