Destroza
los límites calvario apegado
en
los ímpetus desaforados desaloja los instintos,
ese
carga de inoportunos labios,
la
laxitud de un miembro apaciguado
por
la tormenta, tempestad de ceniza iniciada
en
los iris.
Oh
espabilad mis labios los mas contritos
los
supuestos amargores de recónditas tumbas,
donde
se agazapan recoletas
las
trenzas de ambiguas vidrieras;
un
labio, la forma perfecta, el corazón desunido de los latidos
informes,
el
pez rápido de las corrientes muertas.
Soy
un lagarto, grande, alopécico,
en
su infinita mutilación de pájaros cónclaves.
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