2297C. 414P. ¿Borrador?

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Capitán Barbosa

22/10/2021

Estaba sentada frente a la computadora, eran las 18:33 de un día de octubre. En mi auricular sonaba una de las canciones en mi playlist, nada especial. Había terminado de escribir algunas palabras en mi libreta; “rutina, etapa, elección, pausa”. No sabía realmente como expresarme en una frase pero aquellas cuatro palabras definían mi estado en ese momento.

«Rutina» acaso llega un momento en que nos manejamos en automático y ni si quiera podemos elegir ¿la hora en que nos despertamos? Es decir, si te levantas 10 minutos después, llegarás tarde o no alcanzas a desayunar si es que se le puede llamar desayuno a ese café que bebes con prisa y no saboreas ni si quiera disfrutas el olor.

«Etapa» todo pasa siguiendo un determinado tiempo, un ciclo; desde la aparición de los primeros dientes de un bebé hasta el momento en que una fruta madura o se pudre.

«Elección» cuando eres joven observas a los adultos tomar una tras otra y quisieras intentarlo. Que tu mamá no decida que comerás o la hora en que llegaras a casa después de esa fiesta a la que tanto deseas ir. Quieres ir a la universidad y estudiar eso que tanto “crees” que te gusta, aunque cuando ya estás ahí parece una gran broma de la vida que te hace dudar día a día si es o no es tu destino estar en esa carrera, aparece esa maldita pregunta en tu cabeza… ¿y si me equivoque de carrera?.

«Pausa» no puedes más con las responsabilidades que van llegando con el transcurso de los años, se van acumulando y no haces más que seguir y seguir porque bueno eso es lo que hacen los adultos ¿no? Lo hace todo el mundo, aunque todos quisieran tener un momento de paz, ponerle “pausa” a la vida y no solo con irse de vacaciones a la playa más bonita y apagar la razón con unos cuantos tragos y hundir los pensamientos con aquella canción que te recuerda los viejos y agradables momentos de la escuela en donde te sentías imparable.

¿Esto es todo?

Sé que me estás leyendo, aunque no se realmente si existas o tan solo soy yo leyendo lo que escribí. Siempre es bueno saber que somos vistos, tomados en cuenta o escuchados. Así que después de todo espero estés preparado para leer uno de los más extraordinarios, introspectivos (y apegados a la realidad) cuento que jamás hayas leído. 
¿No me crees? ¿A quién no le gustan las apuestas?

Te reto.

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