
Huellas en la nieve
Para mí es difícil percibir los sonidos que dan vida a un hogar. Supongo que es el temple debilitado por las tristes circunstancias. No quiero decir que no lo haré. Lo haré utilizando una pequeña trampa, me valdré de la imaginación. Ella me permitirá viajar al lugar que deseo estar con ímpetu, la lejana Kiev.
Me reconforta que la poderosa inventiva de quien esto escribe conciba historias en torno a la morada que reclama con lastimero empeño mi presencia.
No significa que no haya comprendido el ejercicio, al contrario, me da la pauta para expresar lo que siento en palabras. Tal vez algunos se identifiquen con ello. Al parecer es un estado universal el que estamos experimentando.
Sobrevivir…
La vida que envuelve el hogar radica en los seres que la habitan. Su movimiento por las estancias, su ligera respiración e inclusive los ruidos que invaden el silencio. La puntual presencia del alba y los madrugadores gorriones que relampaguean en el frío exterior dan inicio al nuevo día. Algunos creerán que sus días son iguales en el confinamiento “un domingo que no acaba”. Para mí es un cúmulo de nuevas aventuras con las personas que amo, ellas…
El prolongado sueño pesa en los ojos. Al abrirlos por primera vez escuchamos la característica separación de una superficie húmeda. Las gruesas cobijas rozan entre ellas. Crepita la exhausta madera de la cama al movernos por primera vez del largo letargo. Observo la sonrisa matutina de ella, luego el cariño contenido en sonoros besos. Los pies desnudos reclaman por una superficie más cálida. Las cortinas se resisten en ser desplazadas de su posición, también se encuentran cómodas y protestan a su manera con un rechinido metálico. El rumor de la ventisca se aprecia ligeramente en la distancia. Cae una femenina nieve cubriendo las callejuelas del distrito de Darnytsia. Se atisba el encender de lucernas en las moradas.
La ciudad está despertando…
Es irresistible el sonido del grano del café al ser molido y más grato para los sentidos es el aroma que desprende al ser mezclado con agua hirviendo. La furiosa ebullición es un amasijo de burbujas que se disputan la superficie de la taza. Lo que da vida a la ahora cálida morada es la presencia de sus otros habitantes. Disney la mascota de la casa prescinde de saludar. Las uñas del canino hacen contacto con el piso, cuando camina es un constante repiqueteo. El reclamo de la pequeña Anne en sollozos y el acudir inmediato de su mamá a la habitación.
La sinfonía de ruidos se prolonga durante el día. El mecanismo de los picaportes en cada abrir y cerrar de puertas. El choque de los juguetes de la bebé contra el suelo. El tintineo de la loza al ser lavada.
Y lo que marca la diferencia de los anteriores días fue salir por un momento al exterior.
Elevamos la mirada temerosos de lo invisible.
Un momento quedó grabado a fuego en mi memoria.
La pequeña Anne requería de mi atención…
Descubrió que sus huellas quedaban grabadas en el manto blanco de nieve.
«Para los que dejaron huella en nuestro corazón».
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