Cuando las personas ven sucesos ocurridos a través de una pantalla en un noticiero, nunca creen que les va a pasar, hasta que les pasa. Jamás imaginan que algo así les pueda ocurrir, hasta que les toca vivirlos.
Este fue el caso de Pedro. Luego del accidente que había tenido, estaba confundido y todo era muy extraño. Cuando él despertó, se encontraba a orillas de la ruta, a metros de su auto, totalmente destruido. Ya había ambulancias, un camión de bomberos, más de tres patrulleros de la fuerza policial, y una furgoneta blanca sin etiquetas que revelaran a que sección pertenecía. Había mucha gente alrededor, pero él no entendía nada.
Empezó a sentir un dolor fuerte en la cabeza, se tocó la frente. Cuando atinó a poner sus dos manos sobre el rostro, un segundo antes vio que tenía un poco de sangre. Fue hasta una de las ambulancias, y en cada paso que daba se preguntaba porque nadie estaba cerca socorriéndolo. Mientras se acercaba, pensó que quizás era debido a su buen estado. Podía caminar y quizás no era tan grave como para atenderlo. De igual manera quiso pedir ayuda.
Se acercó a una enfermera. Lo ignoraron. A otra, y también, nada. Un niño se le acerca y le dice: -Yo también les dije que quiero a mi mamá, y me ignoran. Creo que están muy exaltados por lo del accidente, así que me toca esperar. ¿Usted también busca a alguien? Le dijo
-No querido, yo sólo quiero que me examinen a ver si tengo algún golpe en la cabeza o algo, creo que tienes razón, si no es muy grave no debería molestar y ver en qué puedo ayudar. ¿Sabes qué pasó? Dijo Pedro
-Al parecer el conductor del auto rojo se durmió, y embistió sin querer a la furgoneta blanca. Los de la furgoneta blanca eran una familia creo, pero ninguno llevaba cinturón de seguridad puesto. Así que todos salieron despedidos por el parabrisas delantero. Recién vi a una madre llorando al lado de algo tapado en el piso y a uno de los niños lo llevaron en una ambulancia. Ah, me llamo Albert. Me dicen Alby, tengo 11 años por eso soy tan inteligente. Concluyó la frase mientras sonreía sosteniendo su juguete que era una motito azul.
-Jajaja, bueno Alby gracias, yo soy Pedro. Quédate aquí hasta que encuentres a tu mamá ok? Yo voy a ver en qué puedo ayudar. Le dijo mientras tomaba su hombro y se fue.
Quiso acercarse para ver el auto rojo, pero estaba destruida. Y al estar cercado con cintas de ‘’prohibido pasar’’, no pudo ver nada. Tampoco se animó a preguntar. Lo que sí pudo ver de frente, fue a la furgoneta blanca. Vista desde donde estaba él (la parte de atrás) parecía intacta. Pero ahora que podía verla de frente…su trompa estaba abollada hasta casi la mitad del vehículo.
Y tal como le había dicho Alby, a unos metros de esta, se hallaba una madre llorando desconsoladamente con personas sosteniéndola en el metro cuadrado donde ella estaba. Una manta tapando algo y ella abrazando una motito azul.
Giró bruscamente su rostro para buscar con la mirada a Alby cerca de la ambulancia de donde le había dicho que no se moviera, y él seguía ahí. Incluso lo saludó con su mano. Pedro sintió alivio, pero un poco confundido.
El dolor de cabeza lo volvía a aturdir. Cerró sus párpados frunciendo todo su rostro, y en ese momento solo deseaba que el dolor pudiera cesar. Con la mano derecha tocó su rostro. Con su mano izquierda, agarró el hombro de una enfermera que justo pasaba por su lado, y le preguntó por favor si lo podía ayudar.
Ella se detuvo al instante. Con los dos ojos abiertos de par en par, lo miró. No dijo nada. Luego ella, ahí parada sobre el mismo lugar, comenzó a observar todo a su alrededor girando su vista de oreja a oreja. Sin decirle nada, ella siguió caminando hasta encontrarse con un colega.
Pedro la seguía, sin entender nada. Es que estaban todos tan nerviosos y no quiso preguntarle más nada. Tal vez iba a buscar algo para su dolor de cabezas.
Cuando la enfermera llegó a su compañero, le dijo:
-Tú… ¿tú ves a alguien detrás de mí? Preguntó
-No Clarita, ¿qué te sucede?, ¿quieres tomarte un descanso? Yo te cubro. Le contestó
Ella quedó ahí parada, aun dándole la espalda a Pedro. Y pedro no entendía nada.
Clarita, que tenía una planilla enganchada a un cuaderno, el cual sostenía contra su pecho, decía: Decesos.
Giró sobre sí misma, y le mostró los nombres a Pedro. Y antes de que él pudiera leerlos, ella le dijo:
-Por si no lo sabes, estás muerto. Tu negligencia mató a un niño, y su hermano lucha por su vida en el hospital. Ahora que ya lo sabes, déjame en paz-le dijo.
OPINIONES Y COMENTARIOS