Quererte no es igual a amarte.

Quererte no es igual a amarte.

Frances Mesutti

17/10/2021

A todo aquello que me deshace. 


1

Podría procurar el silencio que dejan tus manos al tocar mi piel.

Podría rogar por tus gritos silenciosos ante mis oídos ensordecidos.

Podría esperar tu demora contra un reloj abandonado preso del tiempo sin comienzo.

Podría agraciarme de tus mañas, y hacerlas costumbres.

Podría marcar los continentes descubiertos recorriendo las longitudes de tu cuerpo.

Podría brincarme tus besos, ante la necesidad de alimentarme de ellos.

Podría jugar a olvidar tu figura bajo la bombilla débil del recuerdo.

Podría espaciar nuestros encuentros en esos lugares que no existen ni a fuerza de pulso.

Podría desdibujar las sonrisas que no me fueron permitidas.

Podría acariciar el aliento que me dejaste en la boca luego de morderme la razón.

Podría simplemente, amarte.


2

Sórdido, el disparo a retumbado en los oídos de quienes desearon escucharlo. Me permito la culpa como analgésico contra tu olvido. Cuánta belleza petrificada para la eternidad y entregada a la pudrición de los gusanos, al devorar de las ratas, al abandono de la memoria. El juez me ha culpado. No me he negado. Te besé la inmoralidad tantas veces que olvidé el sabor del perdón.

Descansa en paz, amor mío.


3

He de posarme en tus manos para apreciar tu calor, dicha corpórea que envuelve los bajo ceros que he ido acumulando en ausencia de tu tibieza. 

He preferido apropiarme de tu calidez idónea, tomarla por mía, presumirme de egoísta, ocultarla de cuanto amenace arrebatármela. 

He anticipado la humedad que acompaña a los 37ºC de tu boca, que se percibe como el cómplice de un beso silencioso, exhalado e inhalado durante los 15 segundo que impacto contra tu lengua. 

He de confesar, el acalorado recuerdo que me trae al evocar el sauna de nuestros amores, el vapor de nuestros cortejos, el fuego de nuestras entregas y las quemaduras de tantos recuerdos.


4

Clavarte una daga, me hubiese librado menos de aquello que ya no podía encontrar en los escombros de tus palabras. Esas que se agrietaban con cada toque violento de aquello que nunca te dolió, pero dolía. Te permití acosar mis sentidos, acorralados por una cerca imaginaria que electrificaba las razones para retirarme. Me empeñé, nos empeñamos, nos cumplimos la peor de las promesas, la peor de las plagas, la maldición de obligarnos a estar cuando ya no podíamos con nuestra conciencia, quedarnos con la mirada congelada en el tiempo de algo que había dejado de suceder. Nos habíamos encerrado en un cuartito sin luz, sin puerta, pero con cerrojo y suficiente iluminación para vernos las culpas. 


5

Te propongo dejar de vernos en sueños. 

Para lograr aparentar nuestras salidas furtivas. 

Te propongo musitar en tu oído palabras de amor. 

Y arreglar las flores a tu semejanza. 

Te propongo danzar al ritmo de risas escandalosas y sin sentido. 

Despeinarte las preocupaciones que desde hace años te pesan sobre los cansados hombros. 

Te propongo sumergir la nariz en el vino, y reírnos del ¨sin sentido¨ que es ser torpes. 

Acomodarnos en la inexperiencia y acobijarnos con las primeras veces que presidan nuestras acciones. 


6

Me apodero de ti, me entrego completamente. Sobre estas tablas me haces tuya, me dejas ser, me tiras libre hasta proscenio. Me envistes, enciendes y apagas las luces que me hacen lo que soy. Me entregas todo de ti, te entrego la mitad de mí. Me encierras en un alucinante sueño donde no somos, pero estamos, tras telón soy lo que se quiere, abre telón, soy la única versión de mí que reconozco. Rio, lloro, grito, hablo, corro, camino, me arrastro, espero un aplauso que no llega. No los veo, pero los oigo, sus respiraciones se hacen ruidosas, degluten y el sonido retumba contra las paredes de la sala. Las luces me envuelven, son hermosas, son inconmensurables. Son más, y, aun así, sin mí, no tienen gracia. Soy la que camina en el escenario, temerosa y altiva, repleta de diálogos cruzados, y la mirada sobre sus cabezas, con el diafragma comprimido empujando las bocanadas de aire que le niego al cuerpo antes de decir mis líneas. Soy quien se desvanece cuando las luces se apagan, el telón cierra y la sala de desaloja. Dejo de existir.


7

Me has sorprendido abrazando los colores que sobresalen de la luz.

Me has acostumbrado a rayar mis páginas a gusto propio.

Me has puesto sobre las flores marchitas, que bajo recuerdo vuelven a la vida.

Me has indignado con tu arrebato de alegría ausente.

Me he propuesto evocarte con la luz nocturna en el cielo.

Me he descubierto hablándote sin poder verte.

Me he sabido capaz de besarte la frente en presencia del aire incipiente.

Me he quedado esperando las ¨buenas noches¨…

Me dejé llevar por todo lo que aun no se estaciona.

Me has dejado.


8

Que aburrido se ha vuelto
el cielo sin los pecados que nos atravesaban el pudor.


9

Me he reventado la lengua
mordiendo las verdades que no se me permiten decir.

Apreté mis puños rajando
mis palmas con las uñas, simulando clavar las palabras que aun se silencian.

He reventado el cráneo de
un inocente culpable de los temores, he gritado. Una palabra es atinada y miles
de voces son salvadas.


10

Divinos movimientos telúricos
estremecen mi núcleo y agrietan mi corteza, dejando al descubierto aquello que
realmente soy.


11

Son, son de mí estos
silencios benditos.

Son, son de mi noche
expandida estos letargos.

Son, son ambiguos estos
parpadeos involuntarios.

Son, son de mis
sentimientos estos celos conjugados a tu nombre.

Son, y serán de mí, estos
inexplicables sin motivos e irrazonables ¨sin nombre¨.



12

Alarte. 

Compararte con aquello que pido. 

Soltarte. 

Dejar que ser, sea tu ley indeleble. 

Permanezco. 

Sentada, contando errores. Matriculando acciones. 

Fría, sínica. 

Adolezco. 

Sin motivo de peso. Me dejo porque quiero dejarme. 

Almaceno. 

Una serie de sueños a tu lado, se colman, se colman de brisa salada. 

Me quedo. 

Sabiéndome dudosa y cambiante, me quedo. Presurosa de ti. 

Confieso. 

Que si me niego, es aparente, no tiene que ver con mi querer. 

Te beso. 

Donde no pueda herirte, donde permaneces virgen al daño, donde la claridad no te toque. 

Enredo. 

Es este al hablarte de amor y odio, y no conseguir comprenderte y comprenderme. 

Amarte.

Es la entrada a un punto medio que no es cielo ni infierno, que no es arriba ni abajo, que no eres tu ni yo, sino ambos a la vez, nosotros. 


13

Clara oscuridad propensa a las pieles que entre penumbra se acarician. 

Prácticas bacanales solo para dos interpretes.

Lujuria plácida al tacto de los labios y la boca. 










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