-¿Me quieres?.

-Si.

-¿Estás segura?.

– No tengo dudas.

– Siempre puedes irte.

– Llevo mucho tiempo deseándote. 

– yo seré única para ti, pero tu no serás única para mí. 

– No me importa. 

– Conmigo te sentirás bien algunas veces y otras  no. Aunque si me has elegido te será más fácil.

-Me come por dentro, lo que no puedo controlar me deja sin aliento.

Me afixio, necesito escapar, necesito estar sola, pero no aqui, lejos.

Se que necesito estar contigo. Aunque a veces me asuste y sienta frío.

Necesito no ser así. No quiero.

– Ya estás conmigo, acaricio tu pelo mientras duermes.

– Tengo seca la boca. Ansiedad. Nervios. No puedo ocuparlo todo. No puedo ser el centro.

– Aquí no eres nada. Tranquila.

– En realidad me asusta  estar aquí. Solo quiero alejarme del ruido, de las voces, de las caras que no me apetece ver…

_ La puerta está abierta.

– Quiero salir y entrar, hasta tal punto que en mi locura quiero quererte y odiarte.

– Me dijiste que me querías, que me deseabas.

– A caso los locos sabemos lo que queremos.

– No estás loca.

– Todavía no. Lo estaré si esto que me agarra el estómago no me suelta.

– Estoy más tranquila hablando contigo.

– Quédate conmigo aunque sea solo un rato.

-¿ Crees que esto funcionará?

– Si es consentido si.

– Quizá salga por la puerta y te mire por la ventana.

– Puedes hacer lo que quieras. Yo no decido que estés aquí. 

– Ahora que estoy dentro no se si es exactamente lo que quiero. Me siento insegura.

– No vales menos que nadie.

– Ya, necesito creerlo.

– Vete y vuelve mañana. Esta noche necesitas hacer las paces contigo misma.

– Me late el corazón tan fuerte que puedo oírlo.

– Puedes asomarte por mi ventana siempre que quieras. Ahora marchate, la realidad es que no quieres  estar aquí.

-No estoy preparada para los cambios. 

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