Una relación fugas

Una relación fugas

Lluvia

13/10/2021

Hace algún tiempo, mantuve una conocí a un hombre con quien empecé a salir.  Yo pensaba que iba hacer como esas relaciones de noviazgo que yo veía que tenían algunas de mis amistades, algo romántico, divertido, de color de rosas, etc.  Pero fue todo lo contrario; casi  nunca disfrute de esos momentos hermosos que algunas parejas disfrutan. Por ejemplo, de salir a caminar de las manos, de ir al cine, comer un helado, ir a la playa, pasar momentos de calidad justos, divertirnos, ir a parques de diversiónes etc. 

Bueno pero algo si pasaba. Una vez que pasamos la etapa de cocer y amistad que decidimos ser novios o eso pensaba yo.

Pasamos a la etapa de dormir juntos, las primeras semanas era me sentía feliz, ya que estaba experimentando algo que yo nunca había tenido, ( un novio o una pareja)

Después  comencé  a sentir algo extraño, porque siempre se repetía la misma escena, una noche la pasamos justo y al otro día, cada uno seguía su camino como si no existiéramos. Yo le escribía los buenos días,  y él nunca los respondía, le llamaba y nunca contestaba las llamadas, pasados tres o una semana, llegaba un mensaje, diciéndome que me echaba de menos y que no había podido comunicarse porque llegaba cuando del trabajo y se liaba con sus cosas y esto y a aquello y «bla, bla, bla». 

No había  un compromiso de parte de él ni se le notaba interés por la relación ni por mí, aunque, supuestamente, él me definió como su pareja un día delante de unas amigas mías. Al salir de su boca, casi me lo creí, pero todas esas cosas que la mayoría de las parejas tienen nunca sucedían entre nosotros.
Nunca tenía tiempo o ganas de salir o tomar algo conmigo. Cuando lo invitaba, siempre estaba ocupado o cansado. Intenté de muchas maneras salir a pasear con él, pero para mí nunca tenía tiempo; sin embargo, para otras cosas sí, y poco a poco lo fui notando.
Yo solo pensaba: » El tiene 24 horas en el día y ni cinco minutos puede  sacar para saber de mí o compartir conmigo». Lo suyo solo era ir a la cama y, al día siguiente, actuar como si yo no existiera. Aunque yo quedaba destrozada, él decía que me quería («Te quiero proteger, cuidar, amar, eres la mujer que me hace feliz, nunca había conocido a alguien que me hiciera sentir tanto amor, etc…»). Sin embargo, eran solo palabras vacías. Quizás, por los momentos de intimidad esporádicos que teníamos, le creía, pues sus palabras sonaban sinceras y me motivaban. 
Pero siempre le apetecía verme al anochecer, casi a la hora de  ir a dormir. Nunca me buscó para pasar una tarde juntos, salir a dar una vuelta, comer fuera o disfrutar de cosas que las parejas hacen normalmente. Solo quería verme  para dormir juntos. Yo, como le quería, siempre estuve disponible para ir a su casa y, aunque fuera solo por esa noche, estar con él aunque no sucediera nada, ya que era como para llenar el vacío de la cama o por no dormir solo.  (Yo ya sentía que era injusto que solo me buscara una o dos horas antes de ir a dormir y por el trato que me daba de desinterés).
Una de esas noches, cuando me llamó para que fuera a su casa a dormir, comprobé que la persona que se acercó a mí diciendo que me quería (fui una tonta, pues la palabra «te quiero» tiene muchas variantes) y que quería algo conmigo, ya no era la misma. No era la persona que pensé conocer. Sus mentiras las convertía en verdades con una sonrisa. Aunque sus mentiras yo ya me las sabía y le preguntaba miles de veces, si lo que decía era verdad o lo que hacía o no hacía, y siempre lo negaba.

Esa noche, él estaba más callado de lo normal. Le hice bromas y ni siquiera sonrió. Entonces comprendí que él no tenía interés en la relación que, según habíamos iniciado, y que ya tenía bastante tiempo, en fin que nos acostamos el por su lado yo por el mío. 
Al día siguiente, como siempre solía hacer o intentaba hacer, le invité a salir. Pero él me dijo que no: 
—Mejor vente a casa. No me apetece salir. 
(Aunque sí hacía planes con sus amigos).
Fui a su casa y al entrar nos saludamos como dos amigos común y corriente, me invitó a sentarme en el sofá y nos pusimos a hablar, me miró extrañamente. Su rostro no era el mismo; sus ojos reflejaban algo distinto a lo que yo conocía. Friadad, desinterés, se le había apagado el brillo del amor.  Se fue a la cocina para brindarme algo de tomar al regresar, se sentó a mi lado y sonrió, como siempre. [Esa sonrisa misteriosa que oculta miles de cosas: mentiras, engaños y falsedades.]
En fin, se rio y dijo que las cosas estaban de locura en su vida, y que no estaba en un buen momento para estar o tener algo serio con alguien, que solo quería vivir libre, y tener algo sin ataduras.
Recuerdo que hablamos hasta tarde. Escucharle decir cada una de esas palabras fue como recibir mil misiles directos al corazón, destrozándolo cruelmente. Yo solo podía escuchar sin responder, aunque tenía tantas ganas de explotar por la impotencia que sentía y por la injusticia de su comportamiento hacia mí. Que se aprovecho de una chica sin experiencia,sin calle, solo confío en el amor o en la ilusión que sentia.
Yo solo le había abierto mi corazón y le dejé entrar, creyendo que era alguien en quien confiar y a quien llegar a amar.
Quería decirle tantas cosas… pero lo único que me salió fue un: 
—Ok. No se puede obligar a nadie. Si tu decisión es esa, así será.
Con dolor en el alma, recogí mis cosas y me marché sin mirar atrás, con el corazón destrozado, las ilusiones destruidas y el alma quebrada y decepcionada. Para una vez que me doy la oportunidad de conocer a alguien y abrir mi corazón dándome una oportunidad para amar.  «Fracase».
Llegué y subí a mi casa y me resigné a que solo fui un juguete nuevo de un niño inmaduro que no sabe valorar los sentimientos ni lo que vale una persona con un corazón puro, alguien que estaba dispuesta a todo por estar con él.
Así que fui ese juguete que él quiso tener, usar y desechar. Por lo cual todo quedó en una relación fugaz. 
Escritora: JmmD

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