RESPUESTAS A LOS HIJOS

El «Libro de las preguntas» es sin duda una de las más originales obras de la etapa final del gran
poeta chileno Pablo Neruda.

«Un único recurso expresivo, la pregunta constante, sostiene la sucesión deslumbrante de imágenes que devuelven a la poesía su función primigenia: interrogar el mundo. Incluso cuando el poema canta las cóleras, vejaciones y cicatrices de la Historia, lo dominante en estas páginas es su asombrosa vitalidad, la insurgencia del sentido lúdico y un humor surreal que comulga con los enigmas de la naturaleza.» (Planeta libros)

En una asociación libre de ideas, con mucho de literatura creativa y gran predominio de la imaginación, intentaré dar respuesta a una de sus preguntas, creyendo siempre que quien
enseña a su vez aprende
y desde luego quien aprende también enseña.



Pensando en este enigma puedo quedarme con una respuesta intelectual y decir que los pequeños le temen a las grandes alturas, que no están preparados para volar alto como sus padres, o también que los grandes aviones merecen un tiempo de disfrute bien ganado luego del esfuerzo realizado durante toda la vida. También, desde lo productivo, decir que aún los hijos no han adquirido la experiencia de vida necesaria. Incluso, desde un enfoque vivencial, que es peligroso para los pequeños ir de paseo en las alturas, cuando son proclives a la distracción y eso puede resultarles peligroso. Los pequeños deben aprender que para volar alto hay que prepararse. Es responsabilidad de los mayores, velar por ellos y cuidarlos mucho mientras son pequeños.

Sin embargo, de todo lo anterior, me quedo con esta respuesta final para el enigma planteado por Neruda, en la que se conjugan todos estos enfoques y se agrega una buena dosis de imaginación:

¿Los inmensos aviones?
¿De paseo? ¿Con sus hijos? …
 ¡No!…
Simplemente porque todavía no ha llegado el tiempo. Los inmensos aviones prefieren esperar el día en que sus hijos puedan palpitar esa maravillosa sensación que produce volar bien alto solos, sintiéndose seguros de sí mismos . Será entonces cuando los inmensos aviones, y no ya desde el cielo, experimentarán la satisfacción del deber cumplido: verán con orgullo a sus hijos volar (y hasta más alto que ellos) sabiendo que sus pequeños lo han logrado con esfuerzo, estudio, hábitos de trabajo, y sobre todo, siendo buenas personas, honestas y sinceras.
A fin de cuentas, los inmensos aviones se han esforzado en educarlos con el ejemplo toda su vida.


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