Humildad y dinero

¿Será cierto que el dinero cambia el corazón de la gente?

¿Será cierto eso de que hay personas que solo se preocupan por estar en contacto con esos que pueden brindarles más que una amistad, el orgullo de contar con alguien empoderado?

¿Podría esto ser posible?, que sin querer en sus cabezas se genera un código de programación para simplemente no ver como importantes a aquellos que no tienen igual o más?

La bendita burocracia de algunos ignorantes, esa que a muchos hace mirar por encima del hombro como si al final una tumba no fuera lo que aguarda las llegadas de todos, esa burocracia que nos impone un país subdesarrollado, donde el pobre es menospreciado, donde las oportunidades son pocas y toca arrodillarse y brindar pleitesía para recibir ayuda. La desigualdad marcada, familias enteras sobreviviendo con poco y muchas muchas deudas, y es que, tal vez el noventa porciento de nuestra población colombiana, para poder tener algo, tiene que estar endeudada. Creo que son pocas las familias que no tienen créditos de vivienda, o créditos pequeños con el que cubren tal vez en semestre de sus hijos, o el arreglo de la vivienda o del auto.

Los lazos de fraternidad y calor de familia se pierden en amargura por la falta o la abundancia del dinero, ninguno de los dos extremos es bueno. O tal vez deberíamos pedirle a Dios que podamos ser humildes siempre con poco o mucho, que podamos ayudar a las personas más allegadas que estén pasando difíciles situaciones, aunque esa ayuda debería ser académica, de conocimiento, de enseñar a trabajar, de enseñar como lograr las cosas con preparación, no solo una inversión porque al final sería dinero perdido.

El dinero es un mal muy necesario, el dinero, el dinero que si sobra daña y que si falta daña también, ¡sobre todo en los corazones y mentes equivocadas!

Por favor, más gente que cuando llegues a su casa, te reciba con un saludo fraternal, con acogimiento, mas gente que no solo predique de Dios sino que aplique el amor al prójimo!

Dios nos conceda el premio de nunca perder la humildad!